Eduardo Planchart Licea
La búsqueda: Tlazolteotl, la diosa de la inmundicia
Nací un día de mal augurio, entre los cincos días nefastos. Esperaron mis padres cuatro días para presentarme a los dioses, vulgar treta de los adivinos para evadir la muerte.
Eduardo Planchart Licea: De palabra en palabra nació “La Búsqueda”
La obra fue reescrita y sintetizada para adecuarla a un formato lo más accesible a cualquier público y cada uno de los 20 capítulos es autónomo.
El Mago de la Niebla: Las capillas del filo del Tisure
Mientras se dormía siguió pensado sobre lo que sabía de la vida de Juan. Comenzó su retiro en El Potrero acompañado de Epifania Gil.
El Mago de la Niebla: Fotografías de Semana Santa en el Tisure
No se quedó tranquilo a pesar de lo ocurrido después de aquella desaparición y aparición de Ramón en la plaza, así que continuó por unos años realizando actos de equilibrista sobre cuerda con su inseparable amigo Ramón Malpica y un mono que le habían traído de las tierras calientes.
El Mago de la Niebla: Alma en pena
Habían oído que camino a Barinitas, por el río de los Muñecos, se llegaba a buenas tierras; fue a principios de siglo, cuando aún se construía la Transandina.
El Mago de la Niebla: El Nono Daniel
Mientras gran parte de la humanidad se preparaba para la destrucción, Juan Félix Sánchez se consagraba a la Virgen y a la creación.
El Mago de la Niebla: La Magia de la Niebla
Era Ramón Malpica. Juan sonreía por el éxito del acto. Al sentir el silencio que lo rodeaba comenzó a sospechar que algo estaba mal, pero no sabía qué era.
El Mago de la Niebla: Ronquidos de cochino
Estas palabras le sonaban muy serias a la gente para un personaje tan estrafalario como el que comenzaba a representar Juan.
El Mago de la Niebla: El ángel que coronaba a Juan Félix Sánchez
Pero cuando salgan del pueblo y vayan a Maracaibo, se darán cuenta de los cambios hasta en la forma de caminar y vestir de la gente.
El Mago de la Niebla: El fluir del Páramo
Entretanto, con sus delgadas piernas hacía unos extraños movimientos como si estuviera danzando al son de una música que él no podía oír.
El Mago de la Niebla: Pintando el Mural
Asunción había estado dibujando una serie de figuras en la tierra apisonada, mientras oraba silenciosamente; Juan estaba cansado de tantas tonterías y deseaba irse.
El Mago de la Niebla: El chamán de Misteque
Tras desahogarse, amainó su furia. Al acercársele Asunción, Juan se abalanzó otra vez intentando atraparlo entre sus brazos. Justamente cuando pensaba que había logrado atraparlo, cayó de sus bolsillos el frasco en el que guardaba el díctamo real.
El Mago de la Niebla: Un dolor muy fiero
Vicenta quedó sorprendida. Al decir estas palabras Benigno se le acercó y la miró amorosamente. Esta Vicenta, siempre tan arregladita, sin una arruga en la falda, ¿cómo hará?
El Mago de la Niebla: Luna llena de enero
Mientras hablaba don Epifanio a Juan se le ocurrió otro motivo para dibujar en las paredes de su cuarto.
El Mago de la Niebla: Mistajá
En las selvas sagradas, en los adoratorios y en las riberas de las lagunas andinas, los piaches hacían ceremonias singulares a los ídolos, pero la reina continuaba enferma.
El Mago de la Niebla: El venado encantado
—Tú no cambias. Nunca te guardas nada, como buitre todo lo regurgitas. Pero eso sí, cuando estás frente a tu padre no abres la boca para nada, pareces ánima en purgatorio.
El Mago de la Niebla: El ángel exterminador
Las perlas eran comercializadas en Coro, ciudad costera de la Provincia de Venezuela, hasta que no pudo soportar las continuas incursiones de piratas ingleses y holandeses.
El Mago de la Niebla: De la tierra a la luna
Sin saberlo se reconocía en Wecelao, de ahí su resistencia a él y el porqué ocultaba las visiones que lo dominaron a sus compañeros.
El Mago de la Niebla: De la Isla del Tesoro a Ítaca
Sin saberlo se reconocía en Wecelao, de ahí su resistencia a él y el porqué ocultaba las visiones que lo dominaron a sus compañeros.
El Mago de la Niebla: El henoch del páramo
Para exorcizar esas visiones que lo aguijoneaban se enclaustraba a rezar durante días en su casa, rogándole a Cristo piedad por la humanidad.