Opinión

¿Y si cambio? Todo lo que puede suceder en un ataque de ira

s inevitable sentir desagrado por los diversos eventos del día a día.
sábado, 27 mayo 2023

Expresar las emociones es un proceso complejo de consecuencias inimaginables. Cuando se trata de la ira, esta emoción suele expresarse de manera violenta, agresiva y explosiva y sin duda dañar las relaciones, los afectos y la salud mental, física y emocional. Sin embargo, la ira puede expresarse de manera adaptativa si entramos en un proceso psicoeducativo.

Comencemos por comprender que no es lo mismo un ataque de ira que la emoción de la ira. Un ataque de ira suele iniciarse de manera repentina, durar pocos minutos, y caracterizarse por ser una agresiva, violenta, desproporcionada y descontrolada descarga emocional hacia otras personas o animales, que viene acompañada de gritos, insultos, críticas, acusaciones, golpes, patadas y amenazas.

Se origina cuando el individuo pierde el control y libera tensiones reprimidas producto de haberse sentido amenazado, humillado, vejado, menospreciado o víctima de una injusticia.

Por otro lado, la ira, es un estado emocional que suele extenderse en el tiempo y nace a raíz de una sensación de ataque, irrespeto, injusticia u ofensa y que puede manifestarse en forma pasiva, a través del “autocontrol”, sarcasmo, desprecio, críticas, mal humor, aislamiento, indiferencia, intimidación y un marcado silencio; o de manera hostil, a través de la agresión verbal, psicológica, emocional o física hacia sí mismo o hacia las demás personas.

El problema no es sentirla, el problema es no poder controlarla

Es inevitable sentir desagrado por los diversos eventos del día a día: la situación del suministro de gasolina, las injusticias que quedan impunes, el miedo a la denuncia, la desconfianza en las personas y en las instituciones, los continuos abusos sexuales, el maltrato a los niños, la impotencia ante la dificultad de resolver asuntos relacionados a la salud, la alimentación, la educación y el bienestar por falta de dinero, los continuos conflictos en las relaciones de pareja por la infidelidad y el maltrato, la migración y la soledad en la que quedan muchos hogares, en fin, son diversas las situaciones que causan estrés prolongado, cuyos efectos en la salud mental quedan al descubierto a través de la manifestación inadecuada de la ira.

No se trata de ocultar ni de reprimir las frustraciones e incomodidades que estas situaciones generan, es más, es necesario expresar esta emoción con naturalidad, tanto como la alegría, el miedo o la tristeza.

El problema con la ira como emoción, nace cuando se sataniza su expresión y se dificulta su gestión emocional en medio de las situaciones que la generan y; cuando se convierte en una expresión frecuente e intensamente reactiva y explosiva.

La forma de lograr que la ira pueda ser expresada de manera adaptativa es comprendiendo que esta emoción tiene su lugar y es necesaria en la vida del hombre, porque le contribuye a actuar adecuada y funcionalmente, cuando se perciben situaciones de ataque e injusticia, como el abuso sexual, la discriminación o la violación de los derechos.

Así mismo es determinante comprender que un ataque de ira se desarrolla en varias fases:

Racional: se mantiene la racionalidad durante un tiempo prolongado y se discute adecuadamente las diferencias.

Activación, sucede justo cuando la persona se comienza a sentir atacada o humillada.

Disparo, aquella que sucede cuando la racionalidad desaparece, se da rienda suelta a la emoción, ocurre la descarga de manera hostil.

Descenso, comienza inmediatamente de la anterior. Si no ocurre un nuevo evento que dispare la ira nuevamente, ésta comienza a descender y la racionalidad inicia su regreso y la calma comienza a emerger.

Afrontamiento: Se inicia un reconocimiento de lo que ha sucedido.

Enfriamiento: al verse las personas reconocidas en sus sentimientos, la calma crece y los silencios reflexivos comienzan a aparecer.

Solución del problema: ya en racionalidad, calma y reflexión, se aborda el problema y se llegan a conclusiones, cerrando el episodio puntual de ira.

Como podemos ver, no es un proceso fácil de comprender ni activar, pero es importante comenzar a practicar para alcanzar un manejo más efectivo de la ira.

No todo está perdido

El camino de vuelta a la sindéresis, la paz y la comunicación asertiva en la relación de pareja, de familia o en el trabajo es un nuevo proceso que ha de desarrollarse paulatina, consciente y pacientemente.

Dejar que las aguas vuelvan a su cauce va a costar un poco, ya que las heridas y secuelas de un ataque de ira son dolorosas, pero es posible volver a comenzar:

Hablar de lo ocurrido en un nuevo estado de conciencia y calma.

Escuchar al otro sin interrumpir y permitiendo que exprese su sentir.

Reconocer que había incomodidades reprimidas.

Aceptar los errores y comprometerse a subsanarlos.

Sanar las heridas del niño interno.

Pedir perdón, perdonar y perdonarse a sí mismo.

Meditar cada día.

Orar

Buscar ayuda profesional.

Las relaciones sanas se construyen cada día, el proceso es continuo, si sientes que caes, no te desanimes, ¡Vuelve a comenzar!

Yamilet Pinto

Psicóloga

@yamiletpinto

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