Opinión

¿Y si Cambio? Terminar una relación de pareja duele

Resucitar en medio de la pérdida es posible, en la medida que entrenes tu alma, tu corazón y tu mente.
sábado, 12 octubre 2024

Cuando una relación de pareja se termina, independientemente de la causa, duele. El dolor será en mayor o menor medida, según quien haya tomado la decisión de terminarla, el tiempo de relación y el nivel de vinculación que exista entre ambos.

Hay quienes al terminar la relación no quieren que les duela, ni que les afecte y no entienden, si era una relación que no iba a ninguna parte, que no les convenía, que no había compromiso y que era lo mejor que podían hacer, les duela tanto que termine.

Incluso hay quienes terminan la relación amando a la persona que están dejando atrás y eso duele más.

Lo que aprendemos con el tiempo es que todo ese dolor y sufrimiento “también pasa, no dura para siempre”, aunque en el momento no se entienda.

Obviamente estamos hablando de relaciones normales no de situaciones que involucran a psicópatas integrados que acosan, persiguen, se obsesionan y llegan a causar daño a la ex pareja y a sus hijos, si los hubiera, porque no aceptan la ruptura.

El amor no se acaba por arte de magia

Algo que necesitamos concientizar para mitigar el dolor, es que ninguna relación se acaba de un día para otro, el amor tampoco. Hacernos conscientes de eso nos ayuda a comprender mejor lo que está pasando.

No sé si, eventualmente, sufrimos de “ceguera selectiva” y no vemos los cambios, sutiles o fuertes, que nos están dando señales de alarma y que por lo general justificamos y hasta llegamos a culparnos por la manera que nos tratan, que nos hablan y que nos hacen sentir.

En algunos casos las evidencias son claras, pero igual las ignoramos, como la infidelidad, el maltrato físico o psicológico, la falta de detalles, las mentiras, la desconfianza, los abandonos, los celos descontrolados o agresiones diversas.

Muchas las dejamos pasar por creencias o patrones que aprendimos sobre la familia y la relación de pareja, por dependencia emocional o económica, por falta de autoestima, por miedo a estar solas o de valernos por nosotras mismas.

Todo este cóctel de razones, al hacerlas conscientes, nos muestran que la situación viene ocurriendo desde hace rato, sin que hayamos hablado ni puesto límites. Algunas veces por creer que “esas cosas pasan en todas las relaciones”. Pues no es así, no pasa ni debe pasar en las relaciones.

Es normal que duela

Sentirse desconsolada, llorar, lamentarse, no dormir por un rato o no comer, forma parte de algunas de las conductas cuando la relación termina.

El deseo de llamar, de saber cómo está y de seguir encontrándose también: es normal sentirse mal. Así que no te resistas, porque igual va a doler. La razón es porque llevan un tiempo saliendo y compartiendo o viviendo juntos.

Tienen vínculos, lazos y afectos que, al llegar a su fin, inevitablemente, representa una pérdida difícil de asimilar en el primer momento.

Es normal también que sientas temor por los cambios que vienen en tu vida. Quisieras adivinar cómo vas a hacer ahora, cómo será el futuro, cómo vas a vivir sin tu pareja.

Es un futuro incierto, que te genera ansiedad y frustración. Así como, pensar sólo en lo negativo, “No podré salir de esto, ni mantener a mis hijos, mi vida se acabó, hubiese aguantado un poco más”, sólo te dejarán más agotada y asustada y te impiden avanzar.

Importante recordar que la certeza no existe, sólo está en la fe, donde se espera lo que no se ve. Es así como podemos transitar el duelo por la pérdida, con fe en el futuro y con asistencia psicológica profesional, para aceptar el momento presente, las circunstancias y la realidad tal como es, no peor de lo que es.

¡Levántate y anda!

Resucitar en medio de la pérdida es posible, en la medida que entrenes tu alma, tu corazón y tu mente. Como he dicho antes “esto también pasará”. Repite este pensamiento tantas veces sea necesario. Recuerda que no existen recetas mágicas.

Esto es un proceso que lleva su tiempo y como tal, no es lineal, por lo que hay que ser flexible ante los cambios y vivir un día a la vez:

1. Practicando la aceptación radical, lo cual implica aceptar que no puedes cambiar algo que está fuera de tu control, podrías decir: “No me gusta esto, pero así es como es”.

2. Permitiendo cada emoción, de la índole que sea: rabia, tristeza, miedo. Todas son válidas. Nunca te obligues a reprimir lo que sientes.

3. Escribiendo en tu libro de vida. No te imaginas lo poderoso y liberador que es. Puedes escribir qué es lo que específicamente tiene esa persona que te resulta difícil dejarla ir o qué pasaría si sueltas esa relación, cómo mejoraría tu vida.

4. Centrándote en ti, en tus nuevos proyectos, tus nuevas actividades, todo lo que puedas hacer ahora.

Definitivamente, las relaciones generan conexión, vínculos y afectos, dejarlas ir es un proceso, que cuando es inevitable, lo mejor es soltarlas. Dolerá y eso es normal. Ya pasará.

Yamilet Pinto

Psicóloga

@yamiletpinto

yamipinto@gmail.com

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