Opinión

¿Y si Cambio? Sanar el alma desde un abrazo

Cuando las personas comparten un abrazo, sus intenciones se unen. Sus mentes solo conectan con la sabiduría del ser, con la unicidad y con la sanación del espíritu y el alma. Los beneficios son recíprocos, tanto para quien los da como para quien lo recibe.
sábado, 20 agosto 2022

¿Cuántas veces has necesitado un abrazo y no lo has recibido? ¿Cuántas veces te los han ofrecido, pero te has negado a recibirlos por orgullo, desconfianza, miedo a ser herido o simplemente por no saber recibirlos? ¿Cuántas veces los has dejado de dar por miedo a verte vulnerable y débil? ¿Desde cuándo no te abrazas a ti misma (o)?

El abrazo es una expresión de afecto, cariño, amistad, hermandad y amor que se ofrece espontánea y genuinamente, a través del contacto físico, dándole calidez a las relaciones. Tienen un poder sanador que sólo quienes los reciben y los dan. conectados con su esencia divina y la simpleza de humanidad, reconocen cuánto ayuda a sentir bienestar.

Aunque suelen ofrecerse sólo cuando hay momentos de celebración o tristeza, los abrazos pueden darse en cualquier momento, de manera que no tiene que suceder una tragedia para ofrecerlos o recibirlos.

Alivio para el alma y para el cuerpo 

Si bien la ciencia ha demostrado ampliamente los efectos sanadores de los abrazos, desde el punto de vista psicológico, sirven de alivio al dolor emocional, a las heridas del alma y al dolor físico.

El estudio de las hormonas de la felicidad, donde la Oxitocina juega un papel determinante, se deduce que cuando las personas se logran abrazar por espacio de por lo menos 8 a 20 segundos o más, generan la producción de esta minúscula hormona y la activan, logrando desarticular los efectos del cortisol en momentos de estrés, angustia, tristeza, incertidumbre, miedos o dolor físico.

Sus efectos positivos son percibidos tanto por las personas como por los animales, especialmente las mascotas. En ambos casos logran mejorar la calidad de vida de personas en condiciones especiales, como los adultos mayores, personas enfermas o los recién nacidos.

Son muchas las ocasiones donde se dificulta ofrecer un abrazo a nuestros hijos, padres, pareja o amigos, porque no aprendimos a darlos.

Otras veces nos resistimos a ser abrazados por la carencia de afecto en la infancia, y otras veces esperamos que nos abracen, pero no somos capaces ni de pedirlo ni de abrazarnos a nosotros mismos, producto de heridas emocionales que inundan la mente y el cuerpo de resentimientos y crean una coraza que impide acceder a nuestras necesidades emocionales, decantando en patologías mentales o físicas.

El abrazo, ese gesto de contacto físico, emocional y espiritual, ofrecido y/o recibido por espacio de tiempo mencionado anteriormente, es capaz de:

· Producir alivio cuando el alma está herida y la tristeza embarga o cuando el cuerpo sufre alguna dolencia física.

· Aumentar la autoestima, haciendo que las personas se sientan importantes, valoradas y tomadas en cuenta

· Liberar las hormonas de la felicidad y el amor: endorfinas, serotonina, oxitocina y dopamina, cuyos efectos en el bienestar son incuestionables.

· Disminuir los niveles de cortisol generados por el estrés, la ansiedad, depresión, rabia o miedo.

· Devolver la alegría a las personas, al sentirse queridas y merecedoras de afecto.

· Transmitir amor, seguridad, confianza, protección, respeto y compasión.

· Alimentar la esperanza, el optimismo y la resiliencia; y con ello se fortalece la motivación y la inspiración a seguir adelante.

· Incrementar los niveles de energía y la vibración del amor, despertando emociones positivas.

· Neutralizar el dolor físico.

· Regular el sistema cardiovascular.

· Proteger el sistema inmunológico.

· Incentivar la lactancia materna.

· Aumentar los niveles de empatía.

· Fortalecer las relaciones interpersonales.

Estos son solo algunos de los beneficios de los abrazos, pueden anotar otros y darte cuenta que ante tanta bendición, abrazar puede ser un nuevo estilo de vida.

Cómo abrazas y a quién

Cuando las personas comparten un abrazo, sus intenciones se unen. Sus mentes solo conectan con la sabiduría del ser, con la unicidad y con la sanación del espíritu y el alma. Los beneficios son recíprocos, tanto para quien los da como para quien lo recibe.

Un abrazo desde el alma es tan poderoso que es imperativo aprender a abrazarnos para luego abrazar a otros. Es necesario aprender a abrazar la vida con todos sus aprendizajes y experiencias, para ofrecer abrazos sanadores.

Merecemos la felicidad, el bienestar, la plenitud y a paz interior. El sufrimiento no puede ser el dueño de nuestra vida. Ponerle un alto, buscando ayuda profesional permitirá gozar de la libertad de abrazar y ser abrazado.

A veces los abrazos provienen de personas desconocidas, que no persiguen ningún interés ni están sometidas al apego, solo les une la intención de dar y recibir afecto, cariño y amor, lo cual enriquece aún más el poder sanador de los abrazos.

La idea es abrirse a la posibilidad de abrazarnos y si no lo sabemos hacer aún, podemos:

· Acceder a quienes más cercanos estemos y expresemos a ellos nuestro más infinito amor, los nietos podrían ser una fuente infinita de oxitocina, los amigos entrañables o alguien especial.

· Reencuéntrate con tus emociones, traspasando la frontera de la careta que te has impuesto e impide mostrarte tal cual eres.

· Identifica cada emoción y llámala por su nombre, ese ejercicio resulta ser muy liberador.

· Acepta, sin juzgar, cada sentir, gestionarlo y libérate.

La felicidad y el bienestar están a la espera de tu liberación y aceptación. Abraza la vida tanto como abrazas lo que más amas.

Psicóloga

@yamiletpinto

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