Opinión

¿Y si Cambio? Reconoce tus logros y neutraliza el Síndrome del Impostor

Cuando una persona duda de su potencial, de su poder personal y es incapaz de reconocer lo que ha logrado gracias a su esfuerzo, dedicación, paciencia, compromiso, conocimiento, responsabilidad, constancia, pasión y amor por lo que hace se enfrenta, consciente o inconscientemente, a lo que se conoce como el Síndrome del Impostor.
sábado, 26 marzo 2022

Autoreconocer logros en conciencia plena, valorando el propio esfuerzo, la capacidad e inteligencia con la que se cuenta y agradeciendo el apoyo de todos quienes contribuyeron al alcance de dicho éxito, es un acto de humildad, autoconfianza, autorespeto y autovaloración personal que muchos confunden con un acto narcisista, egoísta y engreído, por lo que culturalmente se ha transmitido con respecto al reconocimiento.

Cada ser humano ha sido dotado de fortalezas, dones, cualidades y habilidades que, al gestionarlas adecuadamente y alinearlas con su propósito de vida, contribuyen a la transformación personal y al desarrollo de otros.

Superar el Síndrome del Impostor

¿Por qué se dificulta tanto reconocer ese lado positivo de nosotros? ¿Por qué se callan las virtudes y se incentiva la desconexión con nuestro poder interior?

Cuando una persona duda de su potencial, de su poder personal y es incapaz de reconocer lo que ha logrado gracias a su esfuerzo, dedicación, paciencia, compromiso, conocimiento, responsabilidad, constancia, pasión y amor por lo que hace se enfrenta, consciente o inconscientemente, a lo que se conoce como el Síndrome del Impostor.

El Síndrome del Impostor, es la incapacidad de la persona de reconocer sus logros. No cree ni confía en sí misma. Cree y piensa que su éxito corresponde al factor “suerte” o al beneficio de alguien con mayor jerarquía y poder, no a sus potencialidades y atributos. Es una persona que teme al fracaso, a hacerlo mal, a equivocarse y a ser objeto de críticas por lo que tiende a procrastinar.

Desarrolla una autocrítica feroz y negativa. Se autoexige de manera exagerada, se compara con otros y aprende a procrastinar manteniendo el pensamiento que otros lo hacen mejor y que no está a la altura de la responsabilidad y compromiso que se le concede.

Se llama Impostor, porque la persona que lo sufre se considera un fraude o un impostor, que engaña a los demás al creer que no cuenta con los recursos que los demás ven en él.

Cuando se les hace algún reconocimiento, se incomoda, inhibe e irrita. Se sumerge en un estado emocional caracterizado por la frustración, la baja autoestima, la falta de seguridad y confianza en sí misma, empobreciendo sus resultados y productividad.

Atrévete a reconocer tus logros con humildad y conciencia plena

Superar esta distorsión de la realidad es posible en la medida que se desarrolla una conciencia plena de quien se es. Reconocer, sin más alardes, los méritos con los que se cuenta es una muestra de humildad y claridad.

Nos enseñaron que era malo soñar en grande, porque era un pecado. Se tergiversó la enseñanza y se confundió humildad con pobreza, autorreconocimiento con arrogancia, gratitud con adulación y reconocimiento al otro con manipulación y búsqueda de intereses ocultos. De esa manera perdimos la conexión con nuestra autovaloración y autoestima.

“El hecho de jugar a ser pequeño no le sirve al mundo. No hay nada iluminador en encogerte para que otras personas cerca de ti no se sientan inseguras. Nacemos para poner de manifiesto la gloria del universo que está dentro de nosotros”, Este es un extracto del poema de Marianne Williamson que nos recuerda que no hay nada de malo en reconocer nuestros logros y sentirnos orgullosos por ellos.

Nos recalca que “Nuestro miedo más profundo no es que seamos inadecuados. Nuestro miedo más profundo es que somos poderosos sin límite. Es nuestra luz, no la oscuridad lo que más nos asusta. Nos preguntamos: ¿quién soy yo para ser brillante, precioso, talentoso y fabuloso? En realidad, ¿quién eres tú para no serlo?”

Esta última pregunta es un despertar. No hay nada de malo en llevar a cabo la misión que tenemos. Cumplirla, gracias a los recursos que nos han sido dados. Somos responsables de conectar con ellos y ponerlos al servicio de la humanidad, brillando con nuestros talentos, habilidades y cualidades.

Sintámonos orgullosos de quienes somos, de lo que hemos sido capaces de alcanzar. Cada vez que surja la percepción de que somos inadecuados, recordemos que “jugar a ser pequeño no sirve al mundo”, cultivemos nuestra grandeza interior de manera consciente:

1. Agradeciendo a Dios por los dones y fortalezas, escribiéndolas en un cuaderno.

2. Valorando la determinación, decisión y acción en ir por los sueños.

3. Transformando las limitaciones en oportunidades de mejora continua.

4. Agradeciendo a cada una de las personas que han aportado en el camino.

5. Poniendo al servicio de la humanidad todo nuestro potencial.

6. Brillando con luz propia y llevando luz al entorno.

7. Conectando con la esencia humana y divina.

8. Vivir en alegría y plenitud consciente.

Nuestra grandeza engrandece al mundo, no lo empequeñece. Nuestra luz ilumina al mundo no lo enceguece. El amor conquista batallas, no las recrudece. Atrevámonos a ir por más.

@Yamilet Pinto

Psicóloga y Coach de vida

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