Opinión

¿Y si cambio? Practicar la compasión es una muestra de amor propio

Cada uno libera una batalla interna donde se conjugan agresiones verbales y físicas, pensamientos automáticos destructivos y negativos que transgreden la estabilidad emocional y mental.
sábado, 03 febrero 2024

La compasión está relacionada con la comprensión del sufrimiento del prójimo y con aquellas conductas que ofrecen alivio al dolor ajeno. Por lo general, se tiende a ser más compasivos con los demás que con nosotros mismos y eso causa dolor y sufrimiento interno.

Llama la atención que haya más disposición de ayudar a otros y poca disposición a ayudarse a sí mismo, quizá se deba a que se ha confundido la compasión con la lástima y a nadie le gusta dar lástima o tenerse lástima, y surge un deseo de ser “valientes” para seguir adelante, diciéndose improperios para desestimar el sentir interior, sin detenerse a procesar conscientemente la experiencia.

Por otro lado, se habla frecuentemente de amor propio, pero ¿qué significa sentir amor propio? ¿Es acaso, ir por el mundo lastimándose para no mostrar al mundo lo lastimadas que podemos estar?

¿Es decir “yo puedo con todo” “nadie me lastima”, sin mirar la necesidad de restauración que tenemos interiormente?

El amor propio está relacionado con la compasión hacia nosotras mismas e implica amabilidad, gentileza y cariño que nos expresamos en momentos de logro y en momentos de crecimiento. Quien siente amor propio, se autorespeta, autoadmira, autoreconoce y autoacepta.

Es reconocer conscientemente, que se tienen fortalezas, habilidades, dones y capacidades que empoderan y hacen sentir útiles, y reconocer que también hay aspectos en nosotros que necesitan ser modificados para lograr mayor felicidad y bienestar psicológico, físico y espiritual.

Mirarse con ojos de amor

Si la compasión es tratar de paliar el sufrimiento ajeno, buscar disminuirlo o desaparecerlo ¿qué impide tener esa misma buena intención consigo mismo? ¿Qué hace que, ante el propio sufrimiento, se potencie la autocrítica, el juicio, el sentimiento de culpa o de no merecimiento?

Cada persona atraviesa diariamente situaciones que alteran su percepción de bienestar.

Cada uno libera una batalla interna donde se conjugan agresiones verbales y físicas, pensamientos automáticos destructivos y negativos que transgreden la estabilidad emocional y mental.

¿Qué tal si se cambia esa mirada crítica a una mirada de amor? Ese amor que baña de comprensión y alivio, que no regaña ni se engaña con ilusiones positivas, sino que entiende que todo proceso lleva consigo un aprendizaje consciente que se experimenta de adentro hacia afuera… y eso a veces duele.

¿Quién nos enseñó que no podíamos equivocarnos? ¿Quién nos dijo que deberíamos ser perfectos y que quien siente dolor, añoranza o tristeza por algo que le ha ocurrido es débil, fracasado, inseguro o no es inteligente, porque las personas seguras e inteligentes no se comportan de esa manera?

Socialmente, en muchos casos, se cuestiona o crítica a quien reconoce y expresa sus emociones de manera transparente, especialmente cuando se trata de la tristeza o el dolor por la separación o la pérdida.

Esto muchas veces obedece a creencias que entorno a los sentimientos, vínculos o emociones se han creado, por ejemplo: “Eso de llorar por otro es una estupidez” “Tienes que ser positiva siempre, no tienes que sentirte mal por nada” “No hay razones para estar triste” “La separación (por viaje, estudios, vacaciones o migración) significa que se van a olvidar de mí”.

Todos estos aprendizajes motivan el sufrimiento y el autocuestionamiento en el momento que se experimentan vivencias como estas.

Reconocer lo que sentimos, expresarlo asertivamente, con amabilidad, cariño, respeto y comprensión es un acto de amor propio inconmensurable y es una oportunidad de mirarse con ojos de amor, para reconocer aquello que requiere transformarse en nuestra vida para ser personas más felices, plenas y llenas de bienestar.

Sentirse mal no es el problema, el problema está en no reconocer aquello que nos hace sentir mal y el desconocimiento de cómo procesarlo, transitarlo y gestionarlo. El problema está en no saber reconocer esas creencias que impiden sentir malestar, el quedarse atascado en lo aprendido y no darse la oportunidad de transformarlo.

Abraza a tu ser interior con amor

Basta de sufrir por no amarse. El mundo interior necesita un profundo amor hacía sí mismo. Dejarse de lado u olvidarse de sí mismo no hace bien a nadie, ni a quien lo hace ni por quien se hace.

Abrazarse con amor significa aceptarse tal y como se es, en conciencia de aquello que lastima a otros y nos lastima a nosotros mismos, para ser transformado, sin necesidad de tratarse mal, culparnos por equivocarnos o haber hecho algo que no sabíamos hacer diferente.

Comenzar a tener compasión por sí misma y mostrarte el infinito amor que sientes por ti comienza por:

1. Reconocer que no eres perfecta (o). Que puedes equivocarte y aprender de los errores.

2. Entender que el hecho de no actuar como los demás esperan o como tú misma (o) esperabas no te hace insegura (o) o poco inteligente, sólo indica que estás aprendiendo de tus experiencias.

3. Comprender que las creencias disfuncionales pueden reaprenderse por otras más adaptativas y funcionales.

4. Aceptarte, respetarte y tratarte con cariño como lo haces con tus mejores amigos.

5. Buscar ayuda psicológica profesional para abrir un espacio de autoconocimiento y transformación interior, independientemente de lo que te digan los demás.

¡Sin compasión a ti misma no es posible el amor propio, comienza hoy por ti!

Psicóloga YamiletPinto

@yamiletpinto

PsicólogaFPV-16092

yamipinto@gmail.com

Ten la información al instante en tu celular. Únete al grupo de Diario Primicia en WhatsApp a través del siguiente link: https://chat.whatsapp.com/CyYv6kf0DHHBYcr3iPHRv2

También estamos en Telegram como @DiarioPrimicia, únete aquí: https://t.me/diarioprimicia

error: