¿Y si Cambio? Potenciemos nuestra salud mental
Hablar de salud mental es referirse a un estado positivo de bienestar en el que nos podemos adaptar a las circunstancias y al ambiente en el que nos desenvolvemos.
En ese estado nos relacionamos favorablemente con nosotros mismos, nos sentimos conectados a un propósito de vida que nos agrada y nos permite sentirnos en bienestar físico, mental, emocional y espiritual con la sensación de estar logrando nuestra autorrealización personal, familiar, laboral, social y profesional.
Cuando nuestro estado de salud mental se encuentra en equilibrio y armonía, se convierte en nuestra forma normal y natural de vida. Fluimos con los cambios, nos adaptamos a la adversidad, gestionamos nuestras emociones, sin evitarlas, evadirlas o ignorarlas.
Tampoco nos desconectamos de nuestros pensamientos, sino que los observamos e identificamos su influencia en nuestras emociones y conductas. De manera que nuestro estado de salud mental, rige la forma en la que nos relacionamos con nosotros mismos, con nuestro entorno y con nuestra vida diaria, además de influir en el logro de metas, la disciplina y el compromiso de tener una mejor calidad de vida.
Salud mental Vs. Estrés y ansiedad por el COVID-19
La pandemia provocada por el COVID-19 generó y sigue generando un impacto en nuestra salud mental. Cambió nuestra forma de ver y vivir la vida.
Hemos tenido que aprender a vivir en medio del miedo a contagiarnos o a contagiar a nuestras familias, la tristeza, la pérdida de seres querido o de la estabilidad laboral, la angustia por no contar con los ingresos para cubrir las necesidades básicas o eventualmente un tratamiento médico.
Ha crecido el número de casos de conflictos, violencia y agresividad intrafamiliar, se han incrementados los casos de insatisfacción sexual en las parejas, y en general las personas se sienten agobiadas y agotadas mental y emocionalmente.
Todos estos elementos estresores, inevitablemente, afectan la salud mental, centrada en la armonía de los sistemas nervioso central, inmunológico y endocrino, bajando las defensas y disminuyendo la productividad, rendimiento laboral y/o académico.
Los niños y los adultos mayores se encuentran dentro de la población con mayores riesgos de sentirse aislados, abandonados o incomprendidos en virtud que los adultos productivos están atendiendo la diversidad de desafíos y retos del día a día y sin querer enfrentan cuadros severos de estrés que requieren atender con mayor eficacia para evitar ser blanco del virus y agudizar aun más la crisis personal por la que atraviesan.
Es muy importante tener en cuenta las señales de alerta que nos indican que el estrés ya está afectando nuestra salud mental y que requiere ser atendido profesionalmente.
Entre estas señales se encuentran: Preocupación excesiva por la situación de pandemia, ataques de pánico o ansiedad, sentimientos de desesperanza, dificultad para dormir, concentrarse y tomar decisiones; dolores de cabeza, corporales y digestivos; alteraciones de la piel, cambios bruscos en el estado de ánimo, llanto permanente, agresividad, irritabilidad, altos niveles de frustración y frecuentes actitudes de violencia; pérdida del apetito y de los niveles de energía, aumento excesivo del consumo de alcohol o drogas; cambios bruscos en el sistema coronario con crisis hipertensivas.
Recursos para fortalecer la salud mental y el bienestar en pandemia
Si bien es cierto la situación es compleja, está en nosotros salir de ella de la mejor manera, encontrando un motivo para vivir y sostenernos en medio de la crisis, no podemos permitir que la desesperanza se apropie de nuestro sistema inmune ni de nuestra mente.
Tenemos recursos y fortalezas internas para autocuidarnos y podemos utilizarlas:
- Hacer higiene mental, disminuyendo la exposición a la excesiva información que se transmite a través de los medios de comunicación y diversas redes sociales.
- Desarrollar y potenciar nuestra resiliencia aumentando la capacidad de autodescubrimiento, autoconciencia y autodeterminación para tomar decisiones oportunas, racionales y firmes.
- Practicar el buen humor, disfrutando de sus propias historias y de las de quienes se han ido.
- Disfrutar del momento presente con la práctica del Mindfulness y la meditación.
- Mantenernos conectados con nuestra espiritualidad.
- Gestionar nuestras emociones positivamente, bajo la conciencia que viviremos emociones diversas al mismo tiempo como, por ejemplo la alegría por un logro y la tristeza por la pérdida.
- Aceptar un nuevo estilo de vida, en el que la incertidumbre forma parte de la cotidianidad y nos permite fluir con los cambios.
- Practicar ejercicios físicos, ellos nos ayudan a aumentar la química de la felicidad.
- Practicar la compasión y solidaridad ayudando a otros y pidiendo ayuda si la necesitamos.
- Crea y mantén una red de apoyo entre la familias, vecinos y amigos. Funcionan muy bien y aumentan el bienestar.
- Conversa con tus adultos mayores, ofrécele esperanza, amor y cariño.
- Crea y diviértete con los niños, juega con ellos, escucha sus historias.
- Comparte con tus adolescentes. Escúchalos, ellos también te necesitan.
- Inventa una noche diferente con tu pareja. Comunícale tus inquietudes y redescubran su nueva intimidad.
- Busca ayuda profesional.
Diversas organizaciones las están ofreciendo gratis.
¡Fortalezcamos nuestra salud mental y disfrutemos en conjunto de mayor bienestar!
@Yamilet Pinto
Psicoterapeuta
Coach de vida
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