¿Y si Cambio? Perdonar es el mejor regalo que nos podemos dar
Cuando pensamos en el perdón se nos vienen a la mente muchas creencias sobre lo que éste significa y dependiendo de ellas, decidimos perdonar, perdonarnos o pedir perdón, o al contrario, decidimos quedamos rumiando la herida, llorando y llenándonos de odio y deseos de venganza, haciéndonos tanto daño que no se nos dificulta vivir en paz, gozar de buena salud, bienestar y felicidad.
Vivir la vida de llenas de resentimiento, sufrimiento y dolor, no nos ayuda ni contribuye al bienestar emocional, físico, mental, psicológico y espiritual.
De manera, que podemos decidir salir de la trampa del odio, el resentimiento, la culpa y el desamor que encierra la falta de perdón.
“No nos enseñaron a perdonar”
Muchas veces la falta de perdón obedece a que no sabemos cómo hacerlo y se nos hace muy difícil perdonar, porque:
• Entramos en una encrucijada que nos enfrenta a creencias muy arraigadas sobre lo que hemos o no hacer, cuando nos sentimos heridos o cuando hemos herido a alguien importante para nosotros. Tanto la víctima como el victimario entran en un juego de amor-odio, resentimiento-deseo de venganza o arrepentimiento-desconfianza que impide concretar el acto de perdonar.
• Creemos que perdonar nos hace personas débiles, bobas o sumisas cuando en realidad se trata de un acto de valentía, firmeza, conciencia, voluntad, independencia y mucha humildad. Quizá, la mal concebida relación entre el perdón y la debilidad nace en la confusión de que perdonar es equivalente a ser dependientes emocionales, carentes de capacidad para tomar decisiones, de seguir adelante, usar recursos internos y fortalezas.
• Confundimos perdonar con olvidar. Al ser una herida que ha dejado profundas huellas, es muy difícil olvidarla, tanto como olvidar momentos felices de nuestra vida. Lo que ocurre es que, por aprendizaje, psicológica y emocionalmente, nos quedamos atrapados más tiempo en el dolor que en las alegrías de los buenos momentos. Al perdonar, se recuerda lo acontecido sin la carga del dolor ni el resentimiento.
• Nos llenamos de deseos de venganza, debilitando la fortaleza del espíritu al centrarnos en “cobrarle” al otro todo el dolor que nos ha causado, bien de manera directa o indirectamente, a través de un ser querido, lo cual nos convierte en celadores de una prisión donde junto con el victimario compartimos el mismo espacio, lleno de más sufrimiento para nosotros, cuidando los pasos del otro para que no se escape y pague por lo que hizo, convirtiendo nuestra vida en un tormento y muchas veces en una desgracia.
• Tenemos miedo de que la persona lo vuelva a hacer, lo cual en estos casos es muy común que ocurra, de allí nace la desconfianza. Sin embargo, siendo el perdón una decisión muy personal, se puede establecer una negociación y llegar a acuerdos que ambos deben comprometerse a cumplir, mostrando arrepentimiento, propósito de enmendar los errores cometidos y actuar de manera diferente. Y en caso de repetirse, actuar en consecuencia, es decir, retomar la conciencia de los actos cometidos y cada uno decidirá, en libertad qué es lo que quiere hacer, sin la presión del otro.
Y si perdonamos ¿Qué ganamos?
Como seres humanos, tenemos la tendencia a buscar ganancias en lo que hacemos y es lógico porque detrás de cada acto está la natural y sistémica necesidad de compensación. De manera que perdonar, entre otras tantas ganancias:
1. Nos libera de resentimientos, odio, rabia, tristeza, ira, miedo y deseos de venganza.
2. Nos ofrece bienestar, felicidad, libertad, amor, salud y sobre todas las cosas, PAZ INTERIOR. El mejor regalo para el alma y el cuerpo.
3. Nos convierte en personas más seguras, con más autoestima y autoconfianza.
4. Aumenta nuestro bienestar mental, emocional y espiritual.
5. Mejora nuestras relaciones.
6. Aumenta nuestra prosperidad, abundancia y resultados económicos, porque la energía cambia.
7. Salimos en la queja y entramos en la gratitud.
8. Reenfocamos nuestra vida al éxito, la paz y el bienestar.
9. Disfrutamos más de los buenos momentos.
10. Aprendemos a vivir más en plenitud y felicidad.
11. Descansamos en el amor de Dios.
Aprender a perdonar
Como no nos enseñaron a perdonar, necesitamos retomar nuestra propia vida y:
1. Entender que no somos perfectos.
2. Reconocer que no somos dueños de la verdad.
3. Escucharnos y escuchar al otro, para comprender lo sucedido.
4. No caer en provocaciones del ego o la arrogancia y reconocer este acto como un regalo para el alma y el cuerpo.
5. Analizar el contexto en general, siendo absolutamente honestas y reconocer nuestro rol en lo acontecido, no para culparnos, sino para crear conciencia, asumiendo nuestra parte y dejando a la otra parte con la suya.
6. Recordar que siempre será un regalo para nosotras mismas.
7. Aprender a usar nuestros recursos y salir adelante.
8. Hacer uso de nuestro Poder Personal y decidir por nuestro bienestar.
9. Entender que es una decisión de vida, quedarse atrapados en el sufrimiento o decidir por la libertad del alma.
Nos merecemos una vida llena de plenitud, bienestar, abundancia, felicidad y Paz Interior; y el perdón nos ofrece todos estos regalos
¿te negarías a ellos?
@Yamilet Pinto
Psicoterapeuta
Coach de vida
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