¿Y si Cambio? Miedo al fracaso o fracasar por miedo
El camino al éxito o autorrealización personal está lleno de eventos que pueden ser considerados como fracasos y que al mismo tiempo pueden transformarse en el impulso hacia una nueva vida, nuevos proyectos, nuevas percepciones o una oportunidad para demostrar de qué estamos hechos, cuán grande es nuestra capacidad de resiliencia y de superar la adversidad.
Cuando una persona se enfrenta al fracaso, vive una experiencia de cambios profundos y le embarga el dolor, la sensación de pérdida, la desilusión y por ende la desmotivación de volver a comenzar.
Surge en ellas estancamiento o parálisis en su vida personal, profesional, económica o académica y en muchos casos, dejan de accionar, se quedan varados, estacionados y sin arrancar hacia una nueva ruta.
Algunas se perciben como un desastre e inútiles, y piensan en su interior que no lo volverán a intentar, que siempre va a salir mal, que no vale la pena seguir buscando algo que no van a conseguir o que no sirven ni para los negocios ni para las relaciones ni los estudios, abandonando cualquier proyecto que se hayan trazado en éstas o cualquier otra área.
Se aprende a tener miedo al fracaso
El fracaso refiere el “resultado adverso en una cosa que se esperaba sucediese bien. El diccionario RAE, lo define como “Malogro, resultado adverso de una empresa o negocio”. En ambas definiciones, se destaca lo referente a “los resultados adversos”, lo cual quiere decir que se refiere al resultado, no a la persona.
En este sentido, cuando se emprende un negocio, un proyecto, una relación de pareja o una carrera universitaria, se desconoce cómo será el resultado final y aunque, la intención que los inspira, es que se logren excelentes resultados, nada asegura que así sea, en virtud que en la experiencia del fracaso se conjugan diversos factores, de los cuales se puede tener control de algunos, pero de otros no.
Por ejemplo, los factores externos escapan de nuestro control, pero los factores internos sí que pueden ser gestionados y transformados, como es el caso de los Factores Psicológicos, que al identificarlos, reconocerlos y aceptarlos podrían ser solucionados, entre ellos se encuentran:
· Los patrones aprendidos en la infancia.
· El miedo a equivocarse o hacerlo mal.
· Las expectativas sobreestimadas.
· La resistencia al cambio.
· La inflexibilidad.
· El perfeccionismo.
· La baja tolerancia a la frustración.
· El miedo al qué dirán.
· La baja autoestima.
· La autocrítica negativa.
· La ansiedad frente a los errores.
· Las persistentes ideas catastrofistas y negativas con respecto a ti misma (o), a la situación y al contexto.
· La evitación a situaciones que pudieran representar una ocasión de fracaso.
· La baja capacidad de resiliencia.
· Los sentimientos de culpa por no haber logrado alguna meta.
· Miedo al rechazo social y familiar.
· Miedo a no ser reconocida (o).
De estos factores predisponentes del fracaso se desprenden consecuencias que afectan la estabilidad y el bienestar emocional de las personas y de su entorno más cercano. Entre ellas se cuentan:
· La procrastinación de proyectos y metas.
· Estados emocionales caracterizados por el estrés, la frustración, la culpa, la rabia y la tristeza.
· Agudización de la baja autoestima.
· Parálisis y estancamiento personal, profesional, social, económico y financiero.
· Desarrollo de crisis de ansiedad social con fobia a la interacción.
· Estados depresivos ocultos.
Al superar el miedo al fracaso se abre un mundo de las posibilidades
El miedo a fracasar está relacionado con los Trastorno de Ansiedad Social, cuya característica esencial es el miedo persistente y acusado a situaciones sociales o actuaciones en público, por temor a que resulten embarazosas, DSM-5. De manera que es importante buscar soluciones psicológicas adecuadas, que permitan pensamientos, conductas y emociones alineadas hacia una más beneficiosa y efectiva toma de decisiones y acciones. Para ello es importante:
· Sanar toda experiencia que llevara al perfeccionismo y a la resistencia al cambio.
· Transformar creencias limitantes sembradas en el inconsciente.
· Recuperar la confianza y la fe en sí misma (o).
· Concientizar que un resultado no determina quién eres.
· Recordar esta premisa: Todas y todos cometemos errores.
· Aceptar que cada resultado es una oportunidad de crecimiento, donde ya no es posible cambiar el resultado, pero sí se puede intentar nuevamente, sumando los aprendizajes obtenidos y convirtiendo la experiencia en un impulso y motivación para ser mejor cada vez.
· Buscar ayuda psicológica profesional.
· Tomar como referencia historias de éxito conocidas, donde puedas apreciar sabias lecciones de constancia, paciencia, resiliencia, acción, pasión y motivación por hacerlo mejor cada vez.
· Y recordar siempre que, nunca estás sola (o), que Dios va contigo donde quiera que vayas y que es tu principal socio.
¡No son fracasos, son prácticas de lo que quieres hacer mejor!
@Yamilet Pinto
Psicóloga
Coach de vida
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