Opinión

¿Y si Cambio? Los pensamientos anticipatorios disfuncionales impiden la acción oportuna y efectiva

En muchos casos de ansiedad anticipatoria, existe una previa sobreexposición a la información sobre algo que resulta ser amenazante.
sábado, 28 agosto 2021

Si hay algo a lo que el ser humano le tiene miedo es al miedo, sí, “miedo al miedo”, el cual se experimenta cuando hemos pasado por experiencias traumáticas que han alterado nuestro sistema nervioso central, endocrino e inmune, afectando nuestro estado emocional, salud y bienestar general.

Con el solo hecho de pensar que esa traumática experiencia podría repetirse, como sucede con los ataques de pánico, de inmediato surge un temor incontrolable, que nos lleva de nuevo a esa experiencia, se llena la cabeza de pensamientos catastróficos, negativos y limitantes que paralizan cualquier acción productiva o positiva para nuestra vida.

Conociendo la raíz del problema

La ansiedad anticipatoria nace cuando tenemos una preocupación extrema por algo que pudiera pasar, pero que no ha pasado aún, especialmente cuando se trata de alguna actividad que nos cause algún grado de inquietud. De esa preocupación nace un gran miedo que se apodera de nosotros, producto de imaginarnos escenarios catastróficos relacionados a eso que nos preocupa, estresa o inquieta y que no conocemos su desenlace.

Esos pensamientos negativos se repiten, casi de manera obsesiva y al no poder controlar la situación el cuadro se agudiza, especialmente en el caso de las mujeres, quienes tendemos a ser más acuciosas y anhelamos anticipar los posibles acontecimientos que pudieran ocurrir en el futuro, lo cual, sin duda, no es posible.

En muchos casos de ansiedad anticipatoria, existe una previa sobreexposición a la información sobre algo que resulta ser amenazante. Por ejemplo, la ansiedad que se ha generado en medio de la crisis ocasionada por el COVID-19, donde las redes sociales, los mensajes de WhatsApp, programas de radio y TV inundaron el mundo de información que inevitablemente, despertaron una preocupación excesiva e incontrolable en la población, la cual comenzó a temer de manera desproporcionada al contagio y a la muerte, impulsado ese temor también por las experiencias propias o cercanas de cada persona.

Otro aspecto importante a considerar en la aparición de estos pensamientos y ansiedad anticipatoria es la naturaleza fantasiosa de la mente de divagar, y muchas de esas divagancias la lleva a recrear historias que, en la mayoría de los casos no se cumplen.

Los pensamientos anticipatorios no llegan solos

“Más vale bueno conocido que malo por conocer “, es un refrán que, inconscientemente, invita a quedarnos en la zona de confort e inhibe conocer nuevas experiencias, nuevos aprendizajes y nuevos caminos, por miedo al fracaso, al dolor, al ridículo, a la incertidumbre o por tener una baja tolerancia a la incertidumbre y a la frustración.

En esos momentos el miedo hace de las suyas y aparece el famoso ¿y si…?: ¿Y si es cáncer o Covid-19? ¿Y si me contagio? ¿Y si me ahogo? ¿Y si me repite? ¿Y si me muero? ¿Y si se cae el avión? ¿Y si es verdad que está siendo infiel? ¿Y si no regresa?

Todos estos ¿Y si? No sólo causan estrés y parálisis en las acciones, sino que impiden la oportuna toma de decisiones, la materialización de viajes, proyectos, sanar física y emocionalmente, la plenitud y el bienestar interior.

Cada vez que tenemos este tipo de pensamientos, nuestro cuerpo y mente sufren consecuencias importantes, por eso decimos que el pensamiento no viene solo, trae desagradables acompañantes, síntomas asociados con el trastorno de ansiedad generalizada: náuseas, vómitos, diarrea, ahogo, presión en el pecho, ritmo respiratorio acelerado, dificultad para respirar, palpitaciones, taquicardias, temblores, mareos, dolor de cabeza, de estómago o problemas intestinales, sudores, tensión muscular, elevado nivel de estrés, dificultad para concentrarse y para conciliar el sueño, pérdida de la conciencia y una sensación de que no somos quienes somos, lo cual sin duda nos lleva a una mala calidad de vida y al deterioro de importantes vínculos afectivos.

Deshaciendo el miedo al miedo

Es bueno tener en cuenta que no todos los pensamientos anticipatorios son negativos. La diferencia la marcaremos cuando aprendamos a gestionarlos y convertirlos en motivadores e inspiradores, tal como lo planteaba Bandura “Los pensamientos anticipatorios que no exceden los límites de la realidad tienen un valor funcional porque motivan el desarrollo de competencias y de planes de acción». El elemento diferenciador es “que no excedan los límites de la realidad” y eso es lo que buscamos alcanzar al:

1. Aprender a diferenciar las preocupaciones de las especulaciones. Determinar si el miedo es real o imaginario con respecto al porvenir. Una forma efectiva de hacerlo es cuestionar cada pensamiento: ¿Es esto verdad? ¿Y quien sería yo sin esta historia que me estoy contando con respecto a esta situación?

2. Reconocer la dinámica de cambio que representa la vida misma. No es estática, es cambiante.

3. Integrar el miedo como un elemento de protección y no de limitación, dejando de resistirnos a él. Cuanto más miedo, más aguda la ansiedad, más miedos aparecerán.

4. Hacer práctica del Mindfulness para mantenernos en el aquí y el ahora, en la atención plena del momento presente, incluyendo la meditación y la contemplación.

5. Practicar la respiración consciente, guiada por personal profesional, lo cual impulsará la relajación con beneficios físicos y emocionales.

6. Bajar la exposición a noticias e informaciones que generen más preocupación.

@Yamilet Pinto
Psicoterapeuta
Coach de vida

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