Opinión

¿Y si Cambio? La táctica de rendirse a Dios

Estos aprendizajes de vida, le enseñaron la importancia del amor propio y de la compasión por su tribu.
sábado, 27 enero 2024

Quiero compartir con ustedes la historia de Ytzayana, la cual nos permite metafóricamente extraer aprendizajes que ayudan a lograr mayor bienestar y plenitud: Itzayana, un regalo de Dios.

Itzayana es el nombre de una princesa indígena cuyo significado es Regalo de Dios. Nació en medio de la espesa selva, rodeada de grandes, frondosos y verdes árboles, de donde tomaba el oxígeno que le daba fuerza a su voz, a sus manos, a sus piernas y a todo su ser. Era una guerrera inquieta, ávida de aventuras, curiosidad y servicio y por cuyas venas corría la fuerza y energía del Gran Río.

Conectarse con su misión de vida, se convirtió en tótem para llevar esperanzas y despertar conciencias, usando sus conocimientos y sabiduría interior.

El aprendizaje continuo transforma la experiencia

Itsayana aprendía de sus maestros poderosas tácticas, tanto para afrontar los peligros de la selva, como para alcanzar la felicidad, la plenitud y el bienestar que merecían, conocimiento que compartía con su tribu y las comunidades vecinas.

Estos aprendizajes de vida, le enseñaron la importancia del amor propio y de la compasión por su tribu. Reconocía que las experiencias tenían un por qué y un para qué, aunque a veces no comprendía el significado de lo que le ocurría, seguía abierta al aprendizaje.

Descubrió que, cultivando la gratitud, la compasión y el amor era una de sus principales tácticas, por lo que cada mañana, agradecía al Dios de los dioses por su tierra, sus ancestros, su tribu, el trabajo y la cosecha.

El poder de decidir, tu máxima táctica

La etnia de Itzayana estaba en franco desarrollo. Cultivaban la tierra, recogían la cosecha y entre todos se ayudaban. No era una etnia perfecta, pero sí estaban conscientes de los desafíos de su desarrollo.

Un día todo cambió. Inesperadamente se rompieron las estructuras y la anarquía se adueñó de la etnia. Inició una dura batalla por la supervivencia y los nativos luchaban entre ellos como enemigos: destruyeron la tierra de dónde provenían sus alimentos y muchos quedaron sin el sustento para sus tribus.

La comunidad entró en pánico, desesperanza e incertidumbre, sin saber qué hacer. Algunos pensaron en irse a otras aldeas y lo hicieron. Otros comenzaron a dudar; y la gran mayoría decidió quedarse.

Itsayana notó en ellos que independientemente de su decisión, compartían una pregunta ¿por qué? ¿Por qué está pasando esto? ¿Por qué me tuvo que pasar a mí? ¿Por qué ahora? Y al no encontrar una respuesta, el sufrimiento se impone.

Frente a esta situación y con ganas de cumplir su misión, Itzayana se preguntaba ¿cómo ayudar? Y recordó que había vivido una situación similar, donde no sabía qué hacer y los por qué llenaban su cabeza, haciéndola sufrir grandemente:

Un día, montada en su caballo, se dirigía a una aldea vecina a cumplir una importante misión. Sorpresivamente, un fuerte relámpago nubló su visión, perdiendo el control de su caballo, cayendo estruendosamente en medio de la sabana.

Su hermoso y valiente caballo quedó tirado en la arena, mientras ella se levantaba impotente, frustrada y furiosa, sin saber qué hacer.

Llena de ira e impotencia se preguntaba ¿Por qué el Dios de los dioses no me protegió? ¿Por qué si iba a cumplir una misión, me ocurre esto? ¿Por qué? era la única pregunta que se repetía una y otra vez. Esa era la misma lucha que ahora enfrentaba su etnia, y se dio cuenta que las batallas internas, terminan pareciéndose a las batallas externas.

De repente recordó una de las tácticas más sabias que había aprendido: El poder de decidir. Podría decidir levantarse de esa sabana y comenzar de nuevo o quedarse llorando la pérdida de su caballo y todo lo que tendría que enfrentar a partir de ahora.

Y tomó la más crucial de sus decisiones de vida: Rendirse ante su Dios y levantarse. Dejó de preguntarse por qué y ante la incertidumbre de no saber qué hacer, se dijo a sí misma:

Estoy aquí únicamente para ser útil. Estoy aquí en representación de Aquel que me envió. No tengo que preocuparme por lo que debo decir ni por lo que debo hacer, pues Aquel que me envió me guiará. Estas sabias palabras cambiaron la vida de aquella guerrera y, decidida, se dirigió a su etnia diciéndoles:

“Todos ustedes tienen el poder de decidir. Dejen de preguntarse por qué, dejen de culparse a sí mismos o a otros de lo que les ocurre. Levántense y anímense a seguir adelante. Ustedes tienen recursos internos que los pueden impulsar. Búsquenlos y utilícenlos para su bien mayor y el de su tribu. No permitan que les hagan creer que ya no hay nada qué hacer. Ustedes son guerreros valientes y sabios. Cuentan con tácticas para ganar esta batalla, así como han ganado otras. Tienen el conocimiento y la sabiduría que necesitan, sólo necesitan creer y dejar de querer controlar sus circunstancias. Todo tiene un propósito escondido. Todos ustedes son UN REGALO DE DIOS para su etnia y tienen nuevas misiones que cumplir, nuevas tareas que comenzar, nuevos caminos por recorrer, nuevos guerreros que guiar”

Psicóloga Yamilet Pinto

@yamiletpinto

PsicólogaFPV-16092

yamipinto@gmail.com

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