Opinión

¿Y si cambio? La familia: Red de apoyo emocional en la enfermedad renal

Surge una alteración psicoemocional, caracterizada por el duelo, debido a la pérdida del funcionamiento normal de uno de los principales órganos del cuerpo.
sábado, 23 marzo 2024

Cuando una persona es diagnosticada con una enfermedad crónica, el paciente sufre un impacto inimaginable. Sólo Dios y ellos saben lo que significa, lo que representa y lo que duele.

Alrededor de ellos está también un grupo de personas que también sufre el impacto del diagnóstico y se convierte, en la mayoría de los casos, en el soporte, el motor de arranque y sostén emocional, económico, social y espiritual: La familia.

Los estudios revelan que al recibir un diagnóstico de una enfermedad renal crónica, surge una alteración psicoemocional, caracterizada por el duelo, debido a la pérdida del funcionamiento normal de uno de los principales órganos del cuerpo: el riñón, responsable de la purificación y limpieza de toxinas que permiten el buen funcionamiento de otros órganos.

El duelo, entendido como el dolor por la pérdida de algo, es un proceso que atraviesa el paciente y su familia, ya que pierden calidad de vida, rutina diaria, bienestar y estabilidad emocional; y aunque cada sistema (personal y familiar) vivirá la experiencia desde su nivel de aprendizaje, recursos psicoemocionales y apertura al cambio, es importante entender que ambos sistemas se alteran y por ende requieren acompañamiento psicológico profesional.

Confusión y desafíos emocionales

No es fácil enfrentar un diagnóstico de enfermedad renal crónica y lo primero que experimenta el paciente y su familia es un shock emocional, tanto si el paciente es adulto como si de un niño se tratase. En la mayoría de los casos:

· Se dificulta la aceptación, prevaleciendo la negación: “¡No puedo creerlo, no puede ser, debe haber una equivocación!”.

· Se siente rabia y culpa: “¿Por qué a mí? ¿Qué hice de malo? Eso es un castigo, debo haber hecho algo muy malo, sabía que pasaría”.

· La incertidumbre inunda de miedo por el futuro: “¿Y ahora qué, moriré, me van a tener que dializar, qué pasará con mis hijos, con mi trabajo, con mi relación de pareja? ¿y si no me curo, y si me abandonan? ¿y si no me quieren más? No sé qué haré

· La tristeza se agudiza al pasar los días, pudiendo llegar a depresión: “Me siento morir, Estoy demasiado triste, no quiero hacer nada”.

Todas estas variaciones de los estados emocionales, pasan de un nivel a otro. No tienen una duración específica ni una frecuencia establecida, tampoco se dan al mismo tiempo ni existe una única forma de enfrentarlo.

Cuando la enfermedad renal crónica se da en los niños, el cuadro es diferente e igualmente estresante, doloroso, impactante y limitante en diversas áreas de la vida del paciente y de su familia.

De manera que la cohesión entre los padres, la responsabilidad económica y la estabilidad emocional, espiritual y física de los cuidadores ha de gestionarse efectivamente, para afrontar un cambio en la vida cotidiana del niño, quien ve paralizado su proceso de desarrollo cognitivo, social y físico para enfrentar un tratamiento que le obliga a ausentarse de sus clases escolares, actividades deportivas y sociales.

Mientras que la cuidadora, rol que descansa generalmente en la madre, se hace cargo de los cuidados del niño, tiene que ausentarse de su jornada laboral, trata de subsanar la alteración de la vida en pareja y por ende actividad sexual, del sueño y alimentación.

Se recarga de tareas al tener que encargarse de actividades inherentes a la recuperación de la salud del niño, la administración del hogar, el cumplimiento de responsabilidades laborales, económicas, académicas y en muchos casos se olvida de sí misma.

Ante tales efectos emocionales en el paciente y su familia, sea adulto o niño, se requiere del acompañamiento psicológico profesional.

Cohesión familiar, clave para recorrer el desafío

Es inevitable el impacto de la enfermedad renal en la vida del paciente y su familia, es por ello que se requiere:

· Fortalecer la comunicación y la empatía, para escuchar al paciente y cuidar lo que se le dice, evitando frases que le lastiman y limitan.

· Potenciar la autonomía personal, evitando la sobreprotección, la sensación de ser inútiles y la baja de autoestima.

· Distribuir la atención entre los demás integrantes de la familia, especialmente si hay hermanitos menores, ya que suelen sentirse abandonados por sus padres, quienes están centrados en la situación del niño con enfermedad renal crónica.

· Distribuir tareas y roles para evitar el agotamiento físico, mental y emocional del cuidador.

· Mostrar interés por la persona, preguntando cómo se siente y que más necesita.

· Cuidar las conductas de los adultos frente al niño, ya que de estos modelos aprenden su forma de enfrentar las dificultades.

· Asistir al psicólogo para recibir orientación en el manejo del estrés, la angustia, la ansiedad, la depresión, el miedo, la desesperanza, la incertidumbre y el duelo.

¡Cuando cuidas tus riñones, mejora tu salud física, mental, emocional y espiritual!.

Psicóloga Yamilet Pinto

@yamiletpinto

PsicólogaFPV-16092

yamipinto@gmail.com

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