Opinión

¿Y si Cambio? La esperanza aprendida nos impulsa conscientemente a la plenitud y el bienestar

La experiencia nos dice que cuanto más sumergidos en la desesperanza estemos más complejas nos resultan las situaciones y más lejos percibimos las soluciones.
Yamilet PINTO
sábado, 22 mayo 2021

La situación económica que atraviesa Venezuela en este momento requiere que cada uno de quienes habitamos este país nos llenemos de diversos recursos para salir adelante y no caer en la desesperanza, la tristeza o la depresión.

Sin duda, son muchas las necesidades no cubiertas en materia de bienestar biofísico. Servicios tan básicos como el agua, la electricidad, internet, la limpieza de las calles, el gas, el transporte público y la gasolina se reciben a medias o no se reciben.

Sin mencionar la salud, alimentación, los estudios universitarios de muchos jóvenes, el trabajo y el desarrollo económico y productivo del país.

A todo esto, habría que sumar la crisis psicoemocional que ha desatado el COVID-19 en todos los ámbitos de la vida del ser humano, donde la ansiedad, el miedo, la desesperación y la desesperanza se han apoderado de muchas personas y los conflictos intrafamiliares, entre las parejas y los padres e hijos han ido creciendo, pareciera que no queda más que hacer sino “tirar la toalla”.

Revestirse de nuevas esperanzas

Si bien es cierto la solución de tales situaciones están fuera de nuestro control personal, también es cierto que hemos sido dotados de los recursos para salir adelante y no dejarnos amedrentar por la adversidad, la crisis o los problemas.

La experiencia nos dice que cuanto más sumergidos en la desesperanza estemos más complejas nos resultan las situaciones y más lejos percibimos las soluciones.

La pregunta es ¿Por dónde y cómo podemos comenzar a ver las cosas diferentes? ¿Cómo podemos sentirnos mejor? ¿Dónde está la solución de los problemas? ¿Cómo enfrentar el agotamiento, el cansancio y la sensación de sentirnos “quemados”, nadando contracorriente?

No existe una receta mágica ni respuestas únicas para sentirnos mejor. Cada uno de nosotros necesita revestirse de esperanzas, optimismo, resiliencia, autoconciencia, empatía y espiritualidad, sea cual sea la forma que experimentemos o percibamos esta última.

Estamos llamados a dar los primeros pasos para avanzar y encontrar el camino de vuelta a la plenitud, al bienestar y a la felicidad plena, viviéndola desde ahora, en medio del caos, quitándole el poder de vencernos que eventualmente le hemos dado a la a la adversidad, sin dejar de reconocerla como un proceso de aprendizaje, crecimiento y transformación.

No se trata de positivismo acérrimo y vacío, es más bien un despertar de la conciencia para encontrarnos con nosotros mismos, reconociendo y aceptando nuestras fortalezas, habilidades, capacidades, dones y talentos para ponerlos al servicio de nuestros proyectos de vida, contribuyendo a que otros también logren su plenitud y bienestar.

Para ello, se hace urgente reaprender lo que es y significa la esperanza, para poder vivirla, sentirla y transmitirla.

Se trata de desarrollar porque sí, nuestras fortalezas; de experimentar conscientemente nuestras emociones, sin apegarnos al dolor ni al sufrimiento, sino buscando darle sentido a la gratitud, al amor, la alegría, la esperanza, el optimismo y desde esa fuente levantarnos para ir hacia el bienestar propio y el de nuestra familia, reencuadrar nuestros proyectos y sentirnos plenos en medio de situaciones de máximo estrés.

¿Qué tal si…?La vida definitivamente es muy corta. Muchos pasamos el tiempo tratando de entender y explicar lo que ni siquiera hemos hecho consciente. Anhelamos un cambio que ni siquiera nosotros mismos hemos sido capaces de afrontar.

La vida plena, la prosperidad, la paz, la abundancia y el bienestar provienen de cambios muy conscientes y deliberados, eso significa que decidimos y nos comprometemos a llevarlos a cabo, no porque nos lo impongan, sino porque creemos que es lo propio para lograr la plenitud y felicidad que anhelamos, por eso me pregunto y te pregunto ¿Qué tal si…?.

Vemos la vida de una forma diferente. Agradecemos lo que tenemos en lugar de centrarnos en lo que nos hace falta. Aportamos soluciones a los problemas y dejamos de quejarnos. Creamos una mentalidad positiva y creativa, cambiando radicalmente la tendencia a pensar negativo.

Perdonamos las ofensas y nos liberamos del sufrimiento que genera la culpa y la venganza. Sanamos las heridas del pasado y aprendemos de las grandes enseñanzas que nos dejan. Dejamos de victimizarnos y de echarle la culpa a los demás de nuestros resultados.

Nos hacemos responsables de nuestros actos y decisiones. Somos sinceros y le decimos a la persona que nos acompaña que ya no la amamos, que preferimos no engañarlas y nos vamos de su lado o dejamos que se vaya. Dejamos de hacer lo que no nos gusta y despertamos la pasión por nuestros sueños, aunque nadie más crea en ellos.

Aceptamos a las personas como son y dejamos de criticarlas y enjuiciarlas. Nos comunicamos asertivamente, dejamos la violencia y agresividad verbal, no verbal y emocional. Atendemos y cuidamos a los niños e lugar de maltratarlos, abusarlos y violarlos.

Respetamos a los adultos mayores y le brindamos amor y compañía.Hacemos más contacto con la naturaleza, los animales, los parques y el agua.

El éxito, la abundancia, el amor, la salud, la felicidad, el bienestar y la plenitud son posibles. En nuestra responsabilidad hacer contacto con ellas. En nosotros está dar el paso y fluir con la vida. Si no lo logramos por sí solos, tenemos una red de apoyo en la que podemos sostenernos, con humildad accedamos a ella.

@Yamilet Pinto

Psicoterapeuta

Coach de vida

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