Opinión

¿Y si Cambio? La buena comunicación familiar es clave para el bienestar

No siempre lo logramos como pensamos y queremos, pero es nuestra intención seguir trabajando internamente para adaptarnos a los cambios, comprender la dinámica propia del desarrollo personal y seguir en procura del bienestar integral de todos.
sábado, 16 octubre 2021

La familia y su bienestar es una de las grandes prioridades del ser humano. Son más las personas que deseamos construir una familia estable, respetuosa, con valores éticos y morales, donde cada integrante y sus emociones sean valoradas y juntos lograr un bienestar, desarrollo y evolución en equilibrio.

No siempre lo logramos como pensamos y queremos, pero es nuestra intención seguir trabajando internamente para adaptarnos a los cambios, comprender la dinámica propia del desarrollo personal y seguir en procura del bienestar integral de todos.

La tarea de ser familia pasa por diversas etapas y en cada una de ellas necesitamos herramientas, estrategias y modelos que nos permitan sobrellevar los grandes retos que eso implica.

En principio como personas necesitamos comunicarnos internamente con nosotros de manera asertiva, gentil y amable, para luego llevar ese modelo a nuestra relación de pareja y posteriormente a la relación con nuestros hijos, antes que las circunstancias nos lleven al maltrato verbal, la violencia, agresividad, impulsividad, reactividad y desunión familiar.

No tenemos un manual para ser padres, no existen recetas para lograr el equilibrio en la comunicación familiar, pero sí contamos con recursos internos que necesitan ser potenciados, para crear nuestro propio modelo de comunicación familiar, enfocados en el bienestar y plenitud de todos, dentro de un ambiente de respeto mutuo, gentileza, valoración, reconocimiento y aceptación.

Más respeto, menos miedo

Somos los padres quienes les transmitimos a los hijos el modelo de comunicación que aplican o aplicaran en el futuro.

Los hijos que ven irrespeto en la pareja, gritos, insultos, humillación, maltratos psicológicos, verbales o gestuales aprenderán a irrespetar, maltratar y burlarse de otros, física o emocionalmente. Por lo que, la comunicación en la pareja, luego de la comunicación consigo misma (o), es otra de las bases de una buena comunicación en la familia.

Una de las experiencias más dolorosas y humillantes para niñas (os) o adolescentes, es cuando sus padres se ríen, burlan o minimizan lo que piensan, sienten, dicen o hacen. O que cuando lloran les digan “Eres demasiado gafa (o), lloras por todo” “Cállate y deja de llorar” “¿Te vas a poner así por esa bobería?”, sumado a los gritos, insultos o maltratos físicos.

Todo esto disminuye su autoestima, seguridad y confianza en sí mismos, les llena de temor y miedos porque sienten que les fallan a sus ídolos, por no poder satisfacer sus expectativas.

Este ambiente familiar, donde reina el caos comunicacional, genera una dinámica donde el deseo frustrado de complacer a los padres, por encima de las propias necesidades, enseña a callar o a temer decir la verdad, para evitar represalias, regaños o no molestar ni herir.

También enseña a expresar las emociones, sentimientos, pensamientos u opiniones de manera inadecuada, agudizando el conflicto, acentuando el silencio, el prejuicio, la duda, la predisposición, la suposición y asunción de lo que no es, afectando aún más la calidad de la comunicación familiar.

La comunicación familiar sí puede ser efectiva

Aunque no existen personas, relaciones de pareja o familias perfectas, sí podemos conformar una relación familiar donde la comunicación efectiva y asertiva sea posible. Para ello hemos de despertar del sueño en el que creemos que somos dueños de la verdad.

Este es uno de los más grandes retos personales que tenemos quienes deseamos el bienestar propio y el de nuestra familia.

No podemos negar que tenemos patrones, creencias y valores que son, a veces, difíciles de transformar, pero si hacemos de la comunicación asertiva nuestro propósito, nos daremos cuenta que sí es posible generar un ambiente donde las diferencias se puedan gestionar, los conflictos resolver y los desacuerdos comprender, resaltando la importancia del amor familiar, respetando el espacio de cada uno y aunque no se compartan las decisiones, éstas se respeten, sin que eso implique exclusión, abandono o rechazo. Reconocemos que es un reto que requiere grandes cambios:

1. Autorespetarnos y empoderarnos en nuestras fortalezas emocionales, espirituales y comunicativas.

2. Autoconocernos más interiormente.

3. Hacernos más conscientes del maltrato emocional, verbal o físico, ya que está definiendo el modelo comunicativo de nuestros hijos.

4. Psicoeducarnos emocional y familiarmente.

5. Estableciendo un acuerdo emocional con nuestra relación de pareja, donde se establezcan límites.

6. Haciéndonos conscientes del actual modelo de comunicación que manejamos, desechando lo que no es necesario y elegir un modelo más efectivo, ajustado a nuestra propia dinámica y al entorno social donde nos desarrollamos.

7. Comprometiéndonos a aprender nuevas herramientas y estrategias comunicativas, para autoescucharnos y escuchar mejor al otro, expresar lo que sentimos o pensamos de manera asertiva, respetuosa y empática y dejar de predisponernos o asumir lo que el otro quiere decir.

8. Respetando el sentir y percepción del otro.

9. Hablando desde el amor de familia que nos une.

10. Abriendo la puerta de la compasión, comprensión y humildad al escuchar al otro.El bienestar de la familia también depende de cuánto los padres estén dispuestos a psicoeducarse y establecer modelos comunicativos asertivos, dinámicos y empáticos.

@Yamilet Pinto

Psicoterapeuta

Coach de vida

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