Opinión

¿Y si Cambio? Hablar y escuchar asertivamente es clave para mejorar las relaciones

Dentro de todo este contexto los modelos comunicativos juegan un papel preponderante, de manera que es necesario revisar dos procesos fundamentales en la comunicación: escuchar y hablar.
sábado, 02 abril 2022

La dinámica personal involucra interactuar con el otro. Somos seres comunicativos y emocionales, por lo cual comunicarnos es una necesidad innata del ser humano. La calidad de esa comunicación marcará la diferencia entre tener relaciones sanas, positivas y nutricias o relaciones tóxicas, negativas y cargadas de conflictividad.

La experiencia muestra que en el campo de la comunicación y las relaciones aún falta mucho por aprender. Muestra de ello es la elevada conflictividad tanto en el contexto familiar, escolar, laboral y social como en las relaciones de pareja.

Las cifras de violencia de género, maltrato intrafamiliar, homicidios por celos, bullying escolar, suicidios en adolescentes y climas laborales tensos, indican cuán afectadas están las relaciones interpersonales, amén de la salud mental de sus protagonistas.

Dentro de todo este contexto los modelos comunicativos juegan un papel preponderante, de manera que es necesario revisar dos procesos fundamentales en la comunicación: escuchar y hablar.

Escuchar con atención un reto en la comunicación

Psicológica y emocionalmente el ser humano necesita sentirse escuchado, eso le hace saber que le prestan atención, que es tomado en cuenta, respetado y valorado. En este sentido, si el objetivo es mejorar la comunicación interpersonal, es determinante desarrollar, aprender y aplicar la escucha activa, esa habilidad que permite escuchar sin juzgar, suponer, interrumpir y sin hacer lecturas mentales de lo que el otro quiere decir.

Para escuchar atentamente, es necesario mantenerse en el momento presente, en el aquí y el ahora, en conciencia plena. Esto permite evitar ir al pasado y la predisposición que genera el resentimiento, la culpa, el dolor o la desconfianza.

Igualmente, evita irse al futuro, donde la imaginación de lo que vendrá y la suposición de hechos que no han ocurrido dan origen a la ansiedad y a la incertidumbre que impiden la comprensión del mensaje recibido.

Quizá lo que más afecta el proceso de escuchar activamente es la tendencia de permanecer en piloto automático y dar por hecho que lo que se piensa es lo correcto y adecuado, lo cual es característico de personas controladoras, celosas, rígidas e inflexibles, que no se dan el permiso de escuchar los argumentos del otro, razonar sobre ellos y sobre todo reflexionar sobre la posibilidad de estar errados.

Escuchar sigue siendo un reto en la comunicación, ya que implica cuestionar la manera en la que se hace, revisar si las creencias, pensamientos, patrones y modelos ya no aplican al contexto actual. No basta decir “sé que tengo un problema”, hay que ir más allá y con humildad desarrollar esa necesaria capacidad de transformación interior, inteligencia emocional y espiritual para volver a comenzar y humildemente decir: “es tiempo de cambiar”. La buena intención no es suficiente, se necesita la acción y dar el paso al cambio consciente y deliberado.

Hablar es tan importante como escuchar

Si bien escuchar ayuda a clarificar las dudas y malos entendidos, validar lo que se entendió y facilitar el proceso comunicativo, hablar asertivamente es fundamental para lograr una excelente comunicación, pero ¿Por qué callar y guardar silencio cuando es necesario hablar? No se trata de decir lo que sea, donde sea y a quien sea, sin medir consecuencias ni contextos, se trata de tener conciencia de una comunicación asertiva.

Cuando no se escucha activamente se siembra temor en el otro, nace el silencio tóxico y con él el miedo a sufrir algún daño o hacer daño al otro. Un ejemplo claro de eso son los adolescentes quienes, en muchas oportunidades, callan lo que realmente piensan o sienten por temor a ser maltratados, censurados, cuestionados o abandonados.

Temas como sus dudas sobre la identidad sexual, el temor de fallarles a los padres, de no ser suficientes para ellos, de decepcionarlos son silenciados, lo cual en muchos casos los lleva a la depresión, a la soledad, a la frustración y a la culpa, de la cual buscan salir por caminos que más daño le hacen.

Otro ejemplo se da en la vida en pareja, cuando los integrantes callan por sentir que no son escuchados ni comprendidos, abonando así el terreno a la separación, sin haber desarrollado la asertividad en su hablar.

Un camino de libertad

Escuchar no es dar la razón a todo siempre, es entender al otro sin juzgarlo, aunque haya diferencias. Hablar no es herir, es expresar lo que se quiere decir de manera respetuosa, empática y con valoración hacia sí mismo y hacia el otro. Desarrollar estas habilidades comprende:

1. Tomar conciencia sobre la posibilidad de no estar escuchando activamente.

2. Deshacer la predisposición hacia el otro.

3. Escuchar en silencio mental.

4. Clarificar y validar lo escuchado a través de preguntas.

5. Fortalecer la propia autoestima.

6. Desarrollar la paciencia.

7. No tomarse nada personal.

8. Dejar de suponer, asumir o pretender adivinar lo que el otro va a decir.

9. Evitar el uso del teléfono mientas el otro habla.

Comunicar es mucho más que hablar y escuchar, es sentir, amar y con determinación ser y hacer feliz.

@Yamilet Pinto

Psicóloga y Coach de vida

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