Opinión

¿Y si Cambio? El poder sanador de la oración

No todas las personas creen en Dios y tienen su libre albedrío para no hacerlo.
sábado, 26 agosto 2023

La fe inquebrantable es una característica de las personas que tienen una conexión espiritual que les permite sentir la certeza de que Dios les va a responder a su llamado.

Se refiere a levantarse ante las caídas con la convicción de que todo saldrá bien, sin que esto implique negación, evasión o negligencia, quedarse sin hacer nada o sin accionar ante las circunstancias.

Una fe inquebrantable es rendirse ante Dios y fluir con la realidad que se nos presente, convencidos de que la verdad es otra y traspasa cualquier entendimiento, que la voluntad de Dios para su hijo es perfecta felicidad y bienestar, aunque a la mente humana esto le sea difícil procesar o creer.

Muchas veces, la fe se resquebraja y se abren las puertas al miedo, la duda y la incertidumbre, siendo la frustración, la ira y la impotencia los acompañantes de quien sufre ese resquebrajamiento. Es cuando la oración se convierte en el puente entre la esperanza y la fe.

La oración es el instrumento para acercarnos más a Dios

No todas las personas creen en Dios y tienen su libre albedrío para no hacerlo. Pero, quienes practican esta oración con fe, dicen encontrar en la oración sosiego y paz, esperanza y amor, certeza y confianza en lo que vendrá: sanación física, emocional o espiritual, prosperidad, amor, seguridad o la misma felicidad.

Sin embargo, son muchas las ocasiones en las que el ser humano se encuentra frente a circunstancias adversas, con situaciones económicas difíciles, enfermedades complejas o se enfrenta a un gran vacío existencial, sintiendo que pierde el sentido de vida, la motivación, las metas y las ganas de vivir, aumentando su desasosiego, su miedo a la soledad y el sufrimiento interno que padece y se asoma la pérdida de la fe en Dios.

Ante tales circunstancias, el hombre comienza a buscar la paz, la calma y la seguridad en donde éstas no se encuentran: aumentando sus horas de trabajo, manteniendo relaciones sexuales sin control ni medidas, con personas ajenas a su vínculo amoroso, queriendo encajar donde no tiene espacio, ahogándose en drogas, alcohol o expresándose a través de la ira, la rabia y el poder, lleno de tristeza, duelos y mucha frustración. Todo esto lo agobia y hace sentir que ya no puede más, que está agotado mental y emocionalmente, que no cuenta con la energía para continuar en sus habituales tareas, que nada lo llena y es entonces, cuando se necesita buscar ayuda profesional y espiritual.

Desde el punto de vista psicológico, la idea es evitar un proceso depresivo o ansioso y desde el punto de vista Espiritual, es vital iniciar un acercamiento y reconciliación con Dios, de quien seguramente se siente alejado y enojado.

El primer paso para este acercamiento es activar el medio que el mismo Jesús dejó para conversar con Él: La Oración, la cual más allá del Padre Nuestro, no tiene formas ni protocolos. Orar es hablar con Dios de lo que se necesita, de lo que se siente, de las necesidades y también de la gratitud y los proyectos. La oración tiene poder y lo puedes sentir, según tu inquebrantable fe.

El poder sanador de la oración

En muchas oportunidades he escuchado decir que Dios ya conoce nuestras necesidades y que no debemos pedirle nada.

Sin embargo, es una muestra de humildad pedir ayuda, un acto de bondad agradecer por los milagros recibidos y un acto de solidaridad pedir por la familia, la salud y la prosperidad. Orar es la forma más directa de conectarse con Dios.

Él quiere que nos acerquemos a Él, no para exigirle qué y cómo hacer lo que necesitamos, sino para crecer en su presencia y mostrarle nuestro amor y fe.

“Vengan a mí todos los que están trabajados y cargados, y yo les haré descansar” (Mateo 11:28-30 . Estas palabras de Jesús son un remanso en medio de la adversidad. Él nos invita a disfrutar del poder sanador de la oración y espera este acercamiento sincero, rendido, sentido y lleno de humildad.

¿Cuándo, dónde y cómo orar? No hay un momento fijo, ni un lugar único para conectar y conversar con Dios: al despertar, antes de dormir, durante la jornada laboral, al comer, al descansar, al caminar, siempre que lo necesites. Puedes tener este encuentro íntimo, tanto si estás solo como acompañado, en la iglesia, en tu cuarto o en ese lugar donde te sientas seguro de abrir tu mente y tu corazón y entregarte sin reservas.

La experiencia será tan extraordinaria como desees, percibas y creas. Dentro de ti, siempre habrá un cambio, más si sientes arrepentimiento, culpa o tristeza. En ese caso, este íntimo y sanador encuentro tiene regalos para ti:

· El acercamiento sincero y genuino a Dios.

· El perdón compasivo, al reconocer y aceptar la pureza de tu corazón.

· La escucha de tu oración, aunque lo que ocurra no necesariamente es lo que pides.

· La fortaleza de la Fe.

· El crecimiento de la Esperanza

· La recepción del milagro que se necesita, más que el que se solicita.

· La grandeza de saber que Dios siempre está atento, es fiel y Misericordioso.

· La organización del pensamiento, las emociones y la conexión con el Ser.

¡Dios siempre responde a las oraciones! ¿Quieres probar?

YamiletPinto

Psicóloga

FPV 16092

@yamiletpinto

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