Opinión

¿Y si cambio? cumple 10 años

Cambiar puede ser también un proceso voluntario, sí y sólo sí te haces consciente de que existe una necesidad de cambio.
domingo, 09 febrero 2025

Hoy comparto con inmensa alegría, llegar al décimo aniversario de esta columna ¿Y si cambio?, la cual comenzó a escribirse en el año 2015. El lunes 9 de febrero de ese año fue su primera publicación.

Desde ese momento, cada semana se convierte en un espacio de reflexión, investigación, recuerdos y vivencias que buscan llegar al lector con el objetivo de ser una guía compartida, una orientación y por qué no, también es un desahogo.

Las experiencias de quien escribe se convierten en un testimonio de vida que puede ser aprovechado, aunque haya muchos que piensen que “nadie aprende con experiencia ajena”, difiero de ese pensamiento y por eso cuento también mis historias, para que sirvan de apoyo en el momento del cambio.

¿Y si cambio? Me ha servido para compartir lo que he aprendido sobre el duelo, las relaciones de pareja, la familia, la crianza de los hijos en sus diversas etapas, los cambios fisiológicos, mentales y emocionales que se viven a través de los años, el equilibrio entre la maternidad y el ejercicio profesional.

En fin, un cúmulo de vivencias que invitan a ir por más. Si bien es cierto cada experiencia es única, compartir historias puede ayudar y orientar al lector en alguna vivencia que eventualmente esté atravesando.

Empatizar, investigar, aportar y compartir experiencias y conocimientos, propios y aprendidos en investigaciones o planteamientos sobre la salud mental, la convivencia familiar o el bienestar en general es el objetivo de ¿Y si cambio? para alcanzar un bien mayor.

De manera que ver a través de esta ventana nos permite tener un aliado en momentos de dificultad y una guía de primeros auxilios psicológicos.

¿Por qué la pregunta?

¿Y si cambio? Es una pregunta que invita a la reflexión, a plantearse un escenario diferente, especialmente si la experiencia de vida no es la que mayor bienestar nos deja.

Entonces, ¿por qué no hacerlo? Cuando te preguntas sobre la posibilidad de cambiar, inevitablemente surgen en tu mente nuevas posibilidades, nuevas opciones y se despierta el espíritu explorador que nos llama a la aventura de vivir y experimentar nuevas experiencias.

¿A quién le agrada que le digan lo que tiene que hacer, que lo aconsejen o le recomienden algo si no se lo han pedido? Creo que a nadie o a muy pocas personas, entonces la idea es que cada uno reflexione sobre la posibilidad de vivir un cambio de manera consciente, reconociendo que es un proceso, que nadie se las sabe todas, que pasamos por momentos muy desafiantes y que siempre habrá una posibilidad de hacerlo diferente, para lograr mayor felicidad y plenitud.

¿Y si me quedo como estoy y decido no cambiar?

Has dicho la palabra clave: DECIDO. Efectivamente estás tomando tu decisión y eso también es bueno. Tanto si decides cambiar como si no, igual eres responsable de tus actos, conductas y comportamientos y tienes la potestad de asumir total y absolutamente la responsabilidad en las consecuencias.

Cambiar puede ser también un proceso voluntario, sí y sólo sí te haces consciente de que existe una necesidad de cambio. Dado ese paso, lo que sigue es la determinación, la consciencia, responsabilidad, el compromiso y la acción hacia lo que quieres lograr.

No olvides, que el cambio es constante, y si te resistes a ello, aumentarán los niveles de frustración, estrés, ansiedad y depresión ¿por qué? Porque para fluir con la vida se necesita flexibilidad de pensamiento, apertura mental, empatía, comprensión y aceptación de que no existe una única manera de pensar, ni de resolver los problemas.

Ya Aaron Beck, creador de la Terapia Cognitiva Conductual, lo decía, una de las principales causas del sufrimiento de las personas es la “tiranía de los debería”, ya que las encierra en el absolutismo y la rigidez del pensamiento, tanto hacia a sí mismos, como hacia las otras personas y hacia las situaciones, convirtiéndola en autocríticas y críticas hacia los demás.

Un estado emocional como este, sólo deja culpa, queja, insatisfacción, sensación de fracaso y ansiedad por las expectativas no cumplidas y por ende, afecta la calidad de las relaciones consigo mismo y con los demás. ¿Es eso lo que quieres?

¿Y si cambio? Podría convertirte en alguien con un enfoque adaptativo

Cuando comprendemos que el cambio es parte de la vida y lo integramos, nos convertimos en personas con un enfoque adaptativo que busca la salida desde diversos ángulos.

No nos conformamos y tampoco nos estancamos. Vamos como en la curva de crecimiento sigmoidea, donde nos vamos desarrollando según nuestra naturaleza humana y al mismo tiempo nos vamos preparando con apertura a las etapas siguientes.

Entender que toda transición traerá incomodidad, según la apreciación que tengamos de los acontecimientos nos permitirá avanzar consciente de lo que sentimos frente a esa “incomodidad” y nos preparamos con una conducta proactiva, resiliente, positiva y esperanzadora para comenzar una nueva curva sigmoidea, inyectando nuevas energías en un crecimiento continuo.

Definitivamente, no podremos saber lo que ocurrirá, pero siempre sucederá algo, ¿positivo o negativo? No lo sabemos, sólo que estás abiertos a agradecer y aprender de cada experiencia.

¡Bienvenido el cambio!

Yamilet Pinto

Psicóloga

FPV 16.092

@yamiletpinto

yamipinto@gmail.com

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