¿Y si Cambio? Compasión, Resiliencia y Alegría, tres propósitos claves para el bienestar interior
Cada vez que comienza un año, surge la idea de hacer planes de vida, en el cual se incluyen los propósitos a lograr.
Se elaboran considerando diversas áreas de la vida, como la financiera, la salud, las relaciones, los estudios, la profesión, el trabajo y en muchos casos queda de lado el enfoque espiritual, que es fundamental para lograr el resto de los objetivos de vida.
Cuando hablamos de espiritualidad, nos estamos refiriendo a los fundamentos filosóficos que convierten nuestra vida interior en la base de todo el resto de nuestra existencia.
Comprende los valores y propósitos de vida de más alto nivel, como: el amor, la calma, la paciencia, la serenidad, la felicidad, la fe, la esperanza, la contribución, la empatía, la compasión, la resiliencia y la alegría.
Todas estas son expresiones que aportan bienestar al ser humano, de manera que trabajar en ellas, fortalecerlas y convertirlas en nuestro norte, nos ofrecerá la gran oportunidad de sentir plenitud y paz interior.
¡No seas tan duro contigo mismo!
Esta frase puede ayudar a sentir Compasión por nosotros cuando cometemos algún error o alguien a nuestro lado lo hace. Si partimos del principio de que la Compasión es una de las máximas expresiones de amor, que implican comprensión, empatía y amor frente al sufrimiento del otro, buscando el alivio del mismo y ofreciendo bienestar al prójimo, entonces es oportuno también valorar el hecho de que eso que podemos practicar con otras personas, como con los grandes amigos, podemos hacerlo con nosotros mismos.
La idea del perfeccionismo, el miedo a mostrar vulnerabilidad o debilidad y la falta de aceptación de las circunstancias muchas veces se convierten en los principales obstáculos de la Compasión.
Estas creencias irracionales nucleares, pueden convertir a las personas en seres inflexibles, rígidos y carentes de empatía frente a los errores cometidos por sí mismos o por otras personas. De allí nace el juicio, la crítica o autocrítica severa, que sin duda afectan la autopercepción y la percepción del otro, impactando en los resultados y en la calidad
de vida mental y emocional de las personas.
¡Levántate y anda!
Levantarse después de las caídas es una muestra de fe, fortaleza, amor y valentía. Es lo que conocemos hoy día como Resiliencia, que no es más que la capacidad de adaptarnos a los cambios, superar la adversidad y aceptar las circunstancias, sacando de ellas los aprendizajes principales, sin quedarse atascados en el sufrimiento, el dolor o el trauma.
Una persona resiliente es una persona compasiva, que entiende que no puede controlar todos los acontecimientos de su vida, que tiene paciencia, se adapta a lo nuevo y acepta los movimientos de la vida y se mueve con ellos, sin que eso implique la pasividad y frustración de la resignación.
Por supuesto que no es fácil levantarse después de una ruptura amorosa, una quiebra financiera, un diagnóstico negativo de salud, sin embargo la invitación que nos hace Jesús en diversos pasajes de la Biblia, es a la acción: ¡Levántate!, como cuando sanó al paralítico y le dijo: “A ti te digo: Levántate, toma tu lecho, y vete a tu casa” ; o cuando resucitó a la hija de Jairo y dijo: “Niña, a ti te digo, levántate”; o cuando sanó al hombre con la mano seca y dijo: “Levántate, y ponte en medio” o cuando resucitó a Lázaro y dijo
“Levántate y anda”. En todas está presente la acción, el movimiento que sin duda fortalece la fe y la esperanza.
¡Alégrate y sonríele a la vida!
La alegría nace en el corazón. Es un sentimiento que se gesta en el interior del ser humano, producto de la gratitud, la satisfacción y el placer de sentirse en gozo y plenitud por logros alcanzados, por las buenas noticias y por el reconocimiento de todo con lo que se cuenta.
La alegría genuina puede manifestarse de diversas formas, como expresando un buen estado de ánimo, sonriendo, bailando o simplemente sintiendo paz interior. Una persona alegre es compasiva y resiliente, que puede disfrutar del placer de reírse de sí misma, aprendiendo de cada experiencia de vida.
Cada uno de estos propósitos de vida los puedes cultivar:
· Entrenando la mente a través de la práctica de la meditación basada en el amor bondadoso, que implica el autocuidado y el cuidado de los demás.
· Practicando la flexibilidad del pensamiento, estirándolo a nuevas posibilidades.
· Aprendiendo ejercicios de respiración consciente.
· Desarrollando habilidades sociales para optimizar las relaciones interpersonales.
· Vivir el momento presente.
· Eligiendo de forma consciente y deliberada pensamientos y acciones compasivas.,
· Conectando con un motivo amable, amoroso y compasivo que permita sostenerse en momentos de adversidad.
· Decidiendo y accionando hacia objetivos mayores de vida.
· Cambiando viejos hábitos de culpa y recriminación, por sentimientos de compasión, amor y empatía personal.
· Buscando ayuda psicológica profesional.
¡Disfruta el milagro de la compasión, la resiliencia y la alegría y crea una nueva filosofía de vida, más plena, más llena de gozo y bienestar interior!
Yamiilet Pinto
Psicologa
FPV 16.092
@yamiletpinto
yamipinto@gmail.com
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