¿Y si cambio? Cómo mantener la fe en medio de las tormentas

Cuando atravesamos momentos de dolor, ansiedad, miedo, tristeza, abandono o cuando tenemos la percepción de que todo va mal, lo primero que pareciera que perdemos es la Fe, esa certeza que nos reza Hebreos 11.1: “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”.

Si la fe es certeza de lo que no se ve, me pregunto ¿Realmente tenemos fe en todo momento? ¿Tenemos fe o la mantenemos cuando pasamos por una situación difícil, como la escasez económica, enfermedad, depresión, soledad, separación, ira, etc.? Algunos decimos que sí. Y es justo cuando nos podemos preguntar ¿Qué es la fe realmente? ¿Cómo mantener o potenciar la fe cuando atravesamos situaciones adversas?

Hay medias verdades con respecto a la fe. Hay quienes piensan que la fe es esperar que Dios resuelva todos los problemas, sin que se mueva un dedo o se muestre interés. En lo personal considero que efectivamente, Dios guía y fortalece, pero nos ha dejado un libre albedrío que nos invita a decidir si hacemos o no algo al respeto.

¿Por qué tienen miedo? ¿Todavía no tienen fe?

Algunos hemos creído que la fe es pensar en positivo, mantener el optimismo y el ánimo en todo momento y además no sentir miedo ni temor frente a lo nuevo; otros piensan que es una sensación o un sentimiento difícil de explicar o definir; hay quienes creen que es confianza y esperanza; religión o dogma con la que comulgan y otros con una creencia general.

En fin, encontraremos tantas definiciones como queramos buscar. Y en sí ¿qué es la fe? He buscado una definición y, confieso, no la he encontrado desde la razón o análisis de mi mente. Tiene más que ver con el espíritu, con la esencia de lo que somos, más allá de lo que la mente quiera entender como fe.

Pretender analizar y conceptualizar la fe desde la racionalidad y el entendimiento, conlleva a querer experimentarla desde la mente, la vista y los oídos, pero no desde el corazón. Es allí, donde el miedo se posiciona y la duda aparece.

Mueve la montaña

¿Quieres fortalecer tu fe?, lee la Epístola de los Hebreos, 11 el cual es conocido como el capítulo de la Fe. En él se describe cómo se lograron milagros y obras divinas, gracias al poder de la fe que tenían los Siervos de Dios. Este capítulo resulta ser muy inspirador y nos invita a fortalecer la fe.

En este punto, resulta muy oportuno mencionar la relación entre la razón y la fe. Asunto filosófico que se ha tratado durante toda la existencia de la humanidad. Como seres humanos hemos querido entender el asunto de la fe desde la razón, la mente, el pensamiento, el análisis y hasta queremos un concepto que diga, la fe es… y no lo hemos encontrado, porque la fe está más allá de lo personal. Diríamos, es un asunto transpersonal que está más allá de la filosofía, más allá de la razón.

Santo Tomás de Aquino en sus escritos sobre este asunto de la fe y la razón, encuentros entre la filosofía y la teología, rechazó la teoría de una doble verdad, “según la cual habría una verdad para la teología y una verdad para la filosofía, independientes una de otra, y cada una con su propio ámbito de aplicación y de conocimiento.

La verdad de la razón puede coincidir con la verdad de la fe, o no”. Él insistió en la existencia de una única verdad, que puede ser conocida desde la razón y desde la fe. En este sentido, la filosofía se encargará del conocimiento de las verdades que pueden ser alcanzadas por la razón y la teología se encargará de los conocimientos de las verdades que sólo pueden ser obtenidas mediante la luz de una revelación divina.

¿Cómo mantener la fe en medio de la dificultad?

La única forma que he encontrado luego de estudiarla, investigarla y tratar de comprenderla desde la razón, es entregarme a la certeza de lo que se espera y la convicción de lo que no se ve. Por lo tanto, se traspone la certeza sobre algo que no se ve ¿cómo tener certeza en algo que no se ve, si más bien la certeza es sobre la evidencia? Entonces estamos dando a la evidencia la connotación de algo que no se ha visto, ni oído ni palpado, entonces ¿cómo creer en eso?. Allí está el secreto de la fe. No hay una fórmula mágica para aumentar la fe, lo que sí podemos hacer es:

1. Romper con los mitos de la fe.

2. Fomentarla con la oración, la meditación, la contemplación, la gratitud, el sentido de merecimiento y bendición que recibimos todos los días. Independientemente de las circunstancias que estemos viviendo en cualquier plano de nuestra vida.

3. Creer con certeza en aquello que aún no es evidente.

4. Desapegando la razón.

5. Vivir el acto de creer como la expresión de nuestra divinidad humana.

¡Así aumentaremos nuestra Fe en la adversidad y en cualquier momento de nuestra vida!

Yamilet Pinto

Psicóloga

@yamiletpinto

www.yamiletpinto.com

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