¿Y si Cambio? Cambia la amargura por felicidad y paz interior
A lo largo de nuestra vida vivimos experiencias que, inconscientemente, marcan nuestra percepción de las cosas y por ende nuestro estado emocional y nuestras conductas.
Nadie nace amargado, nadie nace tóxico ni infeliz. La amargura, la tristeza y la rabia se van gestando con el tiempo, con los resentimientos, el dolor y la injusticia.
Una persona amargada, desde su conducta disfuncional, está pidiendo ayuda, está mostrando sus más profundas heridas, su baja autoestima, su desgarrador dolor y sufrimiento interno. Necesitan comprensión y decisión para sanar.
A veces son otros y otras tantas veces somos nosotros mismos quienes les hacemos la vida imposible a quienes nos rodean, les tratamos y hablamos mal, vivimos en permanente conflicto y pesimismo sin saber por qué, atrapados en las telarañas del sufrimiento y rencor interno.
Transformar la amargura en una vida plena de felicidad y bienestar, nos da la oportunidad de crear una vida diferente, sumergidos en un estado consciente de paz, alegría, gratitud, optimismo y esperanza que, sin duda, fortalece todas nuestras dimensiones: mental, emocional, física y espiritual y contribuimos a la felicidad y bienestar de quienes nos rodean.
Conocer la raíz de la amargura es clave para erradicarla
Si imaginamos nuestro nacimiento ¿Cómo es? ¿Nuestra carita tiene rasgos de amargura? ¿Hay tristeza, rabia, frustración, decepción u odio en nuestro rostro? Definitivamente no. La amargura se gesta en la infancia, se acentúa en la adolescencia y se manifiesta más claramente en la adultez.
Las principales causas psicológicas de este estado emocional son las heridas de la infancia, como: el abandono, el rechazo, la traición, la humillación y la injusticia.
Un niño que se siente abandonado o rechazado, lleva consigo un resentimiento contra sus padres y siente que han sido injustos con él.
Su rabia crece cuando en la adolescencia empieza a sufrir de bullying, maltratos psicológicos y físicos. Se siente humillado y traicionado por sus pares, su tribu, sus amigos, lo que hace que su rabia crezca aún más, su decepción, frustración e ira empiezan a sumergirlo en un estado emocional negativo, cuyas características principales son:
· Una personalidad donde prevalece la negatividad, la crítica, el mal humor, el perfeccionismo, la inflexibilidad y la predisposición a que las cosas salgan mal.
· Un verbo con tono altisonante, palabras agresivas, ofensivas e hirientes, acompañadas de una exacerbada negatividad en el discurso con la pareja, hijos, padres o hermanos.
· Dificultada de ver el lado positivo de las cosas, centrándose casi exclusivamente en los problemas.
· Una conducta disruptiva, en muchos casos violenta, provocativa y reactiva, creando malestar y generando un ambiente tenso y hostil.
· Irritabilidad, molestia y enojo.
· Peleas por cualquier motivo, incluso si no los hay.
· Asilamiento social y familiar.
· Conductas egoístas que excluye el sentir de su entorno.
· Elevado lokus de control externo, que hace que se culpe a todos los demás de sus errores, fallas o resultados negativos, victimizándose frente a los demás.
· Bajo nivel de autoestima, percepción negativa de sí mismos, falta de confianza, seguridad y permanente tendencia a la comparación.
· En la línea de tiempo, muchos se han quedado apegados al pasado y a sus decepciones.
Sin duda estas amargas conductas, se convierten en una amenaza a la tranquilidad, bienestar y felicidad de la persona, su familia, su entorno social y laboral. Aumentado además la probabilidad de desarrollar enfermedades que afecten su salud mental, emocional, espiritual y física.
¿Quieres salir de este estado emocional?
Del camino de la amargura al estado de paz y dicha interior
Aun cuando alguien haya estado en esta emoción tan limitante, su vida puede cambiar. Si eres quien está actuando de esta manera y te estás dando cuenta ahora, en tu soledad e intimidad, puedes girar y hacer un cambio radical:
· Enfrentando el dolor, las heridas y la rabia.
· Desahogando todo lo que ha permanecido atrapado en tu interior.
· Buscando ayuda psicológica profesional que te acompañe en este proceso liberador y sanador, con la posibilidad de descartar cuadros depresivos.
· Dejando ir al pasado, reconociendo los aprendizajes que puedas extraer.
· Recreando todo lo bueno que hay en ti.
· Transformando tus pensamientos en aliados motivadores.
· Reconociendo que en realidad no eres un (a) amargado (a). Sólo había heridas sin sanar.
· Comenzando a ser gentil, compasivo, flexible y amable contigo.
· Perdonando y perdonándote.
· Reconciliándote con la vida y con tu propósito mayor.
Si vives con alguien que tiene estas conductas:
· No te tomes sus reacciones de forma personal.
· Coloca limites asertivamente, tanto en su forma de dirigirse a ti como en la forma de tratarte.
· Evita caer en sus provocaciones, utilizando un lenguaje asertivo, en el momento adecuado.
· Recuerda que se trata de una persona que sufre sin saberlo o sin poder reconocerlo.
· Ve más allá de su conducta.
· Evita exacerbar su reacción.
· Su negatividad proviene de sus heridas, no es tu historia, no es tu culpa, por lo tanto, no te dejes contagiar por ella.
· Cultiva la paciencia y la compasión.
Y mantén siempre presente que el estado más plácido de la vida es la paz interior, cultívala y decídete a no cederla por otros.
Yamilet Pinto
Psicóloga
@yamiletpinto
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