Opinión

¿Y si Cambio? Autoeducarse para callar al crítico interno, saboteador de la paz y el éxito

Hoy como adultos, no podemos seguir culpando al pasado ni a nuestros padres de nuestros resultados. Es determinante tomar la decisión consciente y deliberada de sanar internamente e ir por nuestra felicidad, libertad emocional y plenitud.
Yamilet PINTO
sábado, 12 junio 2021

Muchos de nosotros, en algún momento de la vida se ha sentido fracasado, frustrado, dependiente emocionalmente y ansioso por lograr el éxito a como dé lugar.

El punto no es haberse sentido así, sino quedarse atrapado en esa sensación o percepción de sí mismo que nos impide alcanzar el bienestar personal, emocional, profesional, laboral y académico, además de sumergirnos en estados de ansiedad, depresión, obsesión y de profunda insatisfacción con la vida.

Cuando esa percepción de nosotros es tan negativa, se encienden las alarmas y se requiere de mayor atención de nuestro interior para explorar y transformar esos modelos destructivos, limitantes y dolorosos, que inconscientemente, adquirimos en la infancia y que tomó la forma de una voz interior, que hoy llamamos saboteador interno y que nos dice que no somos suficientes, que siempre nos falta algo o que no servimos para nada, creando en nosotros una imperiosa e inconsciente necesidad de aceptación, amor, valoración y reconocimiento por parte de los demás, lo cual, inevitablemente, nos lleva a una interminable lucha y competencia por ser el mejor, sólo para demostrar que sí somos suficientes, que sí podemos ser admirados, respetados y valorados por los demás, agotándonos emocional y espiritualmente.

Autoeducación consciente, gentil y amorosa

Hoy como adultos, no podemos seguir culpando al pasado ni a nuestros padres de nuestros resultados. Es determinante tomar la decisión consciente y deliberada de sanar internamente e ir por nuestra felicidad, libertad emocional y plenitud.

Tenemos la responsabilidad de asumir la tarea de autoeducarnos para sanar el niño interno que aun sufre la crítica, humillación, descalificación, comparación y exigencias de perfección que le hacían y hacen pensar que por mucho que se esfuerce, igual va a fracasar y nunca será merecedor del orgullo y admiración de sus padres o pareja actual.

Para acceder a ese espacio de sanación interior es urgente que ese niño, se perciba ahora como un padre que ama, acepta y guía incondicionalmente a su niño interno, abrazándolo con ternura, reconociendo su verdadero ser y motivándolo a ser mejor cada día, enseñándole estándares de excelencia diferentes, sincronizados con la fluidez, la felicidad y la plenitud de lograr metas, aprendiendo y disfrutando de la experiencia, con un deseo genuino de ser una mejor versión de sí mismo.

Un padre que al ver que su niño se equivoca o no logró los resultados que esperaba, le dice que todo es un aprendizaje, que no tiene que luchar con nadie para ser tomado en cuenta, que se concentre en dar lo mejor de sí mismo, independientemente del resultado, que siempre va a aprender, tanto si las cosas le salen bien o si no salen como esperaba, que él es mucho más que un resultado y le enseña a superar sus pequeñas frustraciones e impulsa a aceptarse tal como es.

Cuando el niño juega, el fantasma saboteador se asusta

El fantasma saboteador se instauró en la mente del niño, asustándolo y haciéndole creer que no era capaz de ahuyentarlo. Olvidó que el niño es creativo, juguetón y explorador, por lo que aprendió como ahuyentarlo y callar su voz para siempre. ¡Jugando! Comenzó a disfrutar el juego de la vida. Dejando de tomarse en serio lo que el fantasma hacía y decía. Asustándolo con su nueva conducta. Eficiente y amorosamente, se centra en jugar su propio juego, se divierte y aprende.

Se da cuenta que cada mensaje que le dice el fantasma es producto de su propio miedo a dejar de asustarlo, lo mira luchando por asustarlo y él sigue jugando a aprender.

Centra ahora su atención, mente y corazón en la energía del amor y encuentra regalos en cada juego que juega. El fantasma insiste en asustar al niño, mostrándole en tamaño gigante, algunas de sus limitaciones físicas, emocionales o mentales y se burla de él.

Ante eso, el niño sigue jugando y también se burla, diciéndole “Ya vi quien soy y como soy. También puedo ver como son otros niños y puedo notar la diferencia, eso no me asusta. Es mejor, porque podemos aprender otros juegos y otras formas de jugar”. El fantasma desaparece.

Hacernos cargo de nuestra propia vida El niño le enseña también al adulto a jugar y a no tomarse las cosas en serio, le dice que cuando el fantasma lo ve jugando de esa manera se espanta y se va. Le recuerda que cuando pequeños, cuando se caían de la bicicleta o peleaban, lloraban y luego seguían jugando.

El adulto toma las riendas y aprende que la elección de ser feliz aquí y ahora es de él, comienza a conectar momento a momento, con su potencial interno, con su SER interior, su verdadera identidad y con la experiencia de vivir a plenitud.

Finalmente se libera de la trampa que creó, en la que desarrollo la autocrítica negativa y la dependencia de la opinión y aceptación de los demás. Disfruta de sus aciertos y aprende de sus desaciertos.

@Yamilet Pinto

Psicoterapeuta

Coach de vida

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