¿Y si Cambio? Ansiedad en Venezuela: Entendiendo y transformando la incertidumbre

Si hay algo que afecta a los venezolanos en este momento es la salud mental, específicamente lo relacionado a los niveles de ansiedad y estrés que se registra en el país.
Informes de organizaciones como la Universidad Católica Andrés Bello, a través de su estudio PsicoData, han arrojado luz sobre el estado psicosocial de los venezolanos.
Su informe de 2024 reveló que un 20 % de la población encuestada sufre niveles moderados o altos de ansiedad y depresión. Este estudio también destaca que el principal factor de estrés reportado es la situación económica (47 %).
¿Qué tal si comenzamos por definir de qué trata la ansiedad?
Una sensación llamada ansiedad
Quisiera definirla de manera sencilla: imagina una alarma interna que se activa ante una posible amenaza. Esa es, en esencia, la ansiedad: una respuesta natural de nuestro cuerpo y mente ante situaciones que interpretamos como peligrosas o desafiantes.
Es como un sistema de alerta temprana que nos prepara para actuar. Sin embargo, cuando esta alarma se dispara con demasiada frecuencia, intensidad o incluso sin una amenaza real e inminente, deja de ser una aliada y se convierte en una fuente de malestar significativo.
La ansiedad no tiene una única cara. Se disfraza de diversas maneras, afectando tanto a nuestra mente como a nuestro cuerpo.
A veces, la sentimos como una preocupación constante, un runrún mental que no se calla, anticipando escenarios negativos sobre el futuro económico, la inestabilidad política o nuestras propias vidas.
Otras veces, se presenta como miedo intenso o pánico ante situaciones específicas o incluso sin un motivo aparente.
Algunos de los síntomas más comunes de la ansiedad incluyen:
· A nivel físico: Palpitaciones, sudoración, temblores, sensación de falta de aire, tensión muscular (especialmente en cuello y hombros), dolor de cabeza, malestar estomacal, mareos y fatiga.
· A nivel cognitivo: Pensamientos negativos y catastróficos (“¿Qué va a pasar con mi futuro o el de mis hijos?”, “¿Y si me enfermo y no tengo cómo pagar?”; dificultad para concentrarse y rumiación o darle vueltas a los mismos pensamientos.
· A nivel emocional: Irritabilidad, nerviosismo, sensación de agobio, tristeza, dificultad para relajarse.
· A nivel conductual: Evitación, inquietud motora (no poder quedarse quieto), cambios en los patrones de sueño y alimentación.
Ahora bien, entre los principales detonantes que pueden desencadenar o exacerbar esa “alarma” llamada ansiedad se encuentran:
· La volatilidad económica, con la constante devaluación del bolívar y el aumento del dólar, lo cual genera una profunda incertidumbre sobre el futuro financiero personal y familiar.
· La situación política también añade una capa de estrés e inestabilidad.
· Las preocupaciones personales: la salud propia y de los seres queridos, las dificultades laborales, los desafíos en las relaciones y los dolorosos procesos de duelos migratorios que han separado familias.
Todos estos elementos pueden actuar como potentes desencadenantes de la ansiedad.
Transformando la ansiedad con herramientas sencillas
La buena noticia es que la psicología nos ofrece herramientas muy sencillas y efectivas para aprender y transformar la manera de relacionarnos con esta sensación. Te comparto algunas de ellas:
· Identifica tus pensamientos automáticos: presta atención a esos pensamientos rápidos y negativos que surgen ante situaciones o incluso sin un desencadenante claro. Escríbelos y cuestiónalos: ¿Qué evidencia tengo de que esto es cierto? ¿Hay otras formas de ver esta situación?
· Reestructura tus pensamientos: Una vez identificados los pensamientos negativos, trabaja en reemplazarlos por pensamientos más realistas y adaptativos. No se trata de ser excesivamente optimista, sino de encontrar un equilibrio y una perspectiva más objetiva.
· Aprende técnicas de relajación: La respiración diafragmática, la relajación muscular progresiva y la meditación mindfulness son herramientas poderosas para reducir la activación fisiológica de la ansiedad y calmar la mente. Dedica unos minutos al día a practicar alguna de estas técnicas.
· Enfréntate gradualmente a tus miedos: La evitación solo refuerza la ansiedad. Identifica aquellas situaciones que te generan ansiedad y exponte a ellas de forma gradual y controlada. Empieza por lo que te genera menos malestar y ve avanzando poco a poco.
· Cuida tu cuerpo: Una alimentación saludable, la práctica regular de ejercicio y un buen descanso son fundamentales para el bienestar físico y mental, y contribuyen a reducir la vulnerabilidad a la ansiedad.
· Busca apoyo social: Compartir tus preocupaciones con personas de confianza puede aliviar la carga emocional. No dudes en hablar con familiares, amigos o buscar grupos de apoyo.
· Considera la ayuda profesional: Si sientes que la ansiedad está afectando significativamente tu calidad de vida, buscar el apoyo de un psicólogo puede ser de gran ayuda. Un profesional puede ofrecerte herramientas personalizadas y acompañarte en el proceso de transformación.
En este contexto venezolano que nos desafía día a día, es fundamental recordar que no estamos solos en esta experiencia. La ansiedad es una respuesta humana comprensible ante la incertidumbre. Sin embargo, no tenemos que vivir bajo su yugo. Con comprensión, herramientas y apoyo, podemos aprender a manejarla, a transformarla y a construir una vida más plena y serena, incluso en medio de las dificultades.
¡Ánimo y recuerda que tienes la capacidad de florecer incluso en tiempos complejos!
Yamilet Pinto
Psicóloga
FPV. 16.092
@Yamiletpinto
yamipinto@gmail.com
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