Sucesos

Relatos de la Justicia: Disparo silenciado

Esta historia es una exaltación al mérito y también sirva de agradecimiento al valioso equipo de Criminalística del Cicpc de Ciudad Guayana.
sábado, 06 febrero 2021
Relatos de la Justicia: Disparo silenciado
Helen Hernández | Una mujer fue ultimada por su pareja cuando esta le entregaba una boleta de citación policial

5:30 p.m. El calor sofoca desde el alba y parece que el sol aún no bajará su intensidad a pesar de la hora. Ha sido un día extenuante, de esos en que los zapatos pesan y el deseo de un baño con agua fresca se transforma en necesidad agobiante, pero aún hay trabajo que terminar. El delito no conoce la palabra descanso.

A esa hora es que disponía retirarme del Tribunal, rumbo a mi hogar, luego de una jornada doble que acumuló las audiencias que correspondían del día anterior y las de ese día.

Al salir del Palacio de Justicia el sol pegajoso de ese día impactó mi rostro a la par que también me impactaría el contenido de la llamada que a mí celular entraría en ese instante:

– Doctor, buenas tardes le llamamos de la comisaría Simón Bolívar, para notificarle una situación irregular que se encuentra en proceso.

– Buenas tardes, sí, adelante informe.

– Se trata de una situación en la que resultó fallecida una ciudadana, aparentemente fue ultimada por su pareja en momentos en los que esta le hacía entrega de una boleta de citación, a los efectos de su comparecencia ante la autoridad por presuntos hechos de violencia.

– ¿Cómo es la cosa? ¿Entregando una citación? ¿Pero están locos ustedes? ¿Acaso no estamos hartos de explicárselos en cursos que eso es trabajo exclusivo de los funcionarios policiales?

– En efecto, la femenina estaba en compañía de un funcionario policial, pero este acudió sin arma orgánica y, al parecer, el imputado abrió fuego contra ellos impactando a la femenina, quien fue llevada al hospital ingresando sin signos vitales.

– O sea un funcionario policial en labores de seguridad sin arma orgánica ¿Qué más sigue, un bombero sin agua?

– Entendemos su molestia doctor, lo que sucedió fue que el funcionario ya había entregado guardia y se ofreció como voluntario a acompañar a la femenina, ya que el lugar quedaba en su trayecto de retorno a su casa.

– Bueno, ya vieron que gracias a ese detallito ella no regresará a su hogar.

– Sí doctor, es lamentable de verdad. De igual manera ya el funcionario está a la orden de asuntos internos.

– La sanción administrativa que le impongan no le va a devolver la vida a la joven.

– Tiene toda la razón, doctor. Pero hay algo más, el imputado se guareció en su apartamento y no hemos podido ingresar para su detención, el imputado está exigiendo que haga acto de presencia un fiscal que garantice su vida para entregarse voluntariamente y hacer entrega también del arma de fuego.

¡BINGO! Ahí se fue mi baño de agua fresca, pensé.

– Dígame la dirección. Voy saliendo para allá y que me espere una comisión policial que me preste el resguardo debido y que este vez lleven sus armas orgánicas, POR FAVOR.

«Así será doctor», dijo el inspector antes de colgar la llamada.

Relatos de la Justicia: Disparo silenciado

Al llegar al lugar se trataba de un conjunto residencial de cuatro torres, cada una de unos 15 pisos de apartamentos. Me recibió el inspector y fuimos hasta la torre D, subimos 11 pisos por las escaleras junto al grupo comando, no por razones de seguridad o de tácticas policiales, sino porque los ascensores estaban dañados, para completar mi hermoso día.

Al llegar al apartamento observé que tenía dispuesta una reja de seguridad de metal precedida a una puerta del tipo Multilock.

El inspector tocó la puerta y dijo en voz alta: «Cheo, llegó el fiscal, debes cumplir tu palabra».

Al cabo de unos minutos, se abrió tímidamente la puerta y asomando solo parte de su rostro preguntó: «¿Dónde está el fiscal?».

Yo me puse delante del inspector y desde lejos levanté mi credencial y le dije: «Aquí estoy, llegó tu salvoconducto».

Él abrió un poco más la puerta dejando ver que el interior del apartamento se encontraba con las luces apagadas, a la par que volvía a preguntar: «¿Qué garantías tengo de que no me van a matar?»

Y antes de que el inspector contestara sujeté el hombro de este y respondí: «¿Tú le diste garantías a la joven?».

Vi como se resintió y volvió a cerrar la puerta, momento en el que aproveché de decirle al inspector: «Si no sale en cinco minutos les autorizo el allanamiento por necesidad y urgencia e ingresan» … «Así será, Doctor», me respondió muy seriamente.

En menos de dos minutos se escucharon llaves abrir la puerta, esta vez se lograron ver luces encendidas dentro y quien abría la puerta era una señora de unos 60 años aproximadamente, de contextura gruesa y con profuso llanto nos dijo: «Pueden pasar, mi hijo está ahí sentado y la pistola está encima de la mesa del comedor».

Los funcionarios entraron y en segundos tenían neutralizado al sujeto. Este arrodillado, llorando gritaba: «Perdón mamá, perdón».

No hubo espacios para las despedidas, la comisión policial bajó al detenido de manera rauda y veloz por las escaleras hasta la patrulla y de ahí rumbo a la comisaría.

Relatos de la Justicia: Disparo silenciado

Al día siguiente se llevaría a cabo la audiencia de presentación, por lo que sin perder tiempo me trasladé hasta la sede de la medicatura forense (no, esa vez no entré a la morgue) y la patóloga me informó que la causa de la muerte fue un disparo certero en el corazón.

Los vecinos, testigos del hecho, decían que Cheo más de una vez la habría golpeado considerablemente. Ellos eran una pareja atípica, decían algunos; eran una especie de marinovios, dijeron otros. No vivían juntos, pero tenían años bajo una relación marital prácticamente; él era violento y ella en cambio una dulzura de mujer, fueron las declaraciones de la mayoría de los testigos.

Al salir del Cicpc me topé con una gran cantidad de niños acompañados de adultos quienes bajo evidente estado de tristeza y llantos exigían Justicia para su maestra «asesinada».

Me entrevisté con algunos maestros que acompañaban a sus alumnos y con algunos familiares de la víctima. Está demás contar acá lo desgarrador que significó escuchar sus testimonios sobre lo excelente ser humano que era la víctima y su inhumano homicidio.

Un día después y ya con todas las pruebas urgentes evacuadas, presentamos al detenido por el delito de homicidio calificado, la defensa habilidosamente argumentó que el homicidio debía ser culposo porque se trató de un hecho inesperado.

Alegó la defensa que el imputado encolerizado por el hecho de que la víctima le llevó una citación, buscó un arma de fuego para amenazarla y el funcionario policial, al verlo armado, se abalanzó sobre él para desarmarlo y en el forcejeo el arma se disparó ocasionándole la herida mortal a la víctima.

Por su parte, el funcionario policial en su declaración indicó que el imputado los recibió con la reja cerrada y al ver el motivo de la presencia de la maestra y que la misma se hizo acompañar del funcionario, este sin permitir aún el ingreso al apartamento, les dijo: «Espérenme aquí que voy a buscar un bolígrafo para firmar» y, al regresar, venía con pistola en mano disparando contra ellos.

El funcionario desmentía el forcejeo narrado por el imputado, pero ante la confrontación de ambos dichos había que buscar más evidencias. A mí en lo particular la tesis del forcejeo era evidentemente falsa, pero debía comprobarlo fehacientemente y así lo haríamos.

Como jugada de respuesta al argumento del forcejeo alegado por el imputado y recomendado por su abogado, solicité al Tribunal la reconstrucción de los hechos, por las siguientes razones:

  • Ambos involucrados eran fornidos y altos.
  • Tanto el funcionario policial como el imputado median sobre los 1.90 de estatura.
  • Ambos eran de contextura gruesa (obesos), pero en teoría el funcionario gozaba de entrenamiento en técnicas policiales, lo que pudiera significar una ligera ventaja sobre su oponente, aparte de que en múltiples oportunidades el funcionario me manifestó que ese argumento era totalmente falso.
  • No hubo más testigos presenciales de los hechos sino ellos tres; bueno sí hubo otro testigo, la madre del imputado; pero se acogió a la protección constitucional de no declarar contra su hijo y eso nos restaba un testimonio.
  • Los vecinos fueron testigos de los hechos de violencia anteriores, pero del homicidio no, ninguno estaba en su casa para el momento que ocurrió el hecho.

De manera que en este caso la reconstrucción de los hechos era más que necesaria.

Llegado el día nos presentamos con la seguridad del caso al lugar de los hechos y realizamos la dramatización de acuerdo con las dos versiones conocidas, la del imputado y la del funcionario.

Relatos de la Justicia: Disparo silenciado

Hicimos primero la del forcejeo y atendiendo lo narrado por el imputado y la forma en que según su testimonio quedó el arma, entre su mano y la del funcionario, no concordaban ni con el bisel de entrada del proyectil ni con la trayectoria intraorgánica realizada al cadáver.

El protocolo de autopsia revelaba que tanto el bisel y la trayectoria era en sentido de arriba hacia abajo.

La narración del imputado de cómo se produjo el forcejeo y la forma en que quedó el arma cuando supuestamente se accionó accidentalmente, forzarían a que la trayectoria intraorgánica del proyectil debía ser de abajo hacia arriba, totalmente lo contrario a lo que detallaba la autopsia.

Pero hubo un detalle mucho más concluyente que solo pudo percibir el ojo de un experto.

La comisaria jefa del equipo de Criminalística del Cicpc observó que en una de las rejas de protección de la puerta de entrada del apartamento, que quedaba justo al frente de donde ocurrieron los hechos, tenía un impacto de algo que aparentemente podría ser un proyectil.

Se acercó a él y meticulosamente usando una pequeña linterna observó lo que le haría formular una pregunta: «¿Hubo un solo disparo?».

Ambos guardaron silencio, el imputado balbuceó un pésimo «SÍ».

El funcionario no respondió, solo lo hizo luego de que la comisaria tomara una de sus pinzas y sacara lo que era evidentemente un proyectil perfectamente conservado. Lo hizo con ayuda de un destornillador, desmontando el marco de la reja.

Pero si ese proyectil lo disparó el arma usada por el imputado, cómo era posible si ambos dijeron que fue un solo disparo. En ese momento funcionario rompió el silencio.

Relatos de la Justicia: Disparo silenciado

Manifestó lo que realmente había pasado. Cuando el vio al imputado venir con el arma se dio la media vuelta y salió corriendo por las escaleras, traspasando la pesada puerta de metal que da acceso a las escaleras dotada de un dispositivo de cierre tipo gato hidráulico, dejando a la víctima sola y desprotegida frente al imputado, de manera que no recordaba si en efecto escuchó uno o dos disparos.

Se hicieron dos pruebas de sonido simulando los decibeles que marca un disparo de un arma de fuego calibre 9, una con la puerta abierta y otra con la puerta cerrada.

En efecto, el disparo de prueba realizado con la puerta cerrada determinó que por la composición y estructura de esta y por la compresión que hacía del aire, en el lugar no era perceptible el sonido de un disparo de un arma de fuego, desde el otro lado de la puerta una vez cerrada.

Y fue entonces que en el mismo acto de reconstrucción de los hechos cuatro vecinos, dos de pisos superiores y dos de pisos inferiores al apartamento donde ocurrieron los hechos, se acercaron a declarar voluntariamente.

Escucharon claramente y sin lugar a dudas DOS DISPAROS y no declararon anteriormente por temor a represalias del imputado, debido a su historial de violencia en la residencia.

Al día siguiente la prueba de comparación balística entre el proyectil colectado en la escena del crimen y el arma incriminada arrojó lo el resultado esperado por todos los que presenciaron la reconstrucción de los hechos, los familiares de la víctima y los expertos criminalistas:

DE ACUERDO CON LA COMPARACION DE LAS ESTRÍAS DEL PROYECTIL COLECTADO Y EL ÁNIMA DEL ARMA DE FUEGO INCRIMINADA, SE CONCLUYE QUE EL PROYECTIL FUE DISPARADO POR LA MISMA ARMA.

Para demostrar la responsabilidad de Cheo en el homicidio de la maestra fue necesario ir hasta el juicio oral, por su negativa de admitir los hechos.

Pero una vez presentada las pruebas contundentes en su contra, fue inobjetable el veredicto del juez: CULPABLE.

Vaya esta anecdótica historia como exaltación al mérito y como agradecimiento al valioso equipo de Criminalística del Cicpc de Ciudad Guayana, que con mística y profesionalismo investigó y obtuvo las pruebas para demostrar la verdad de los hechos, en este caso de connotación que causó conmoción popular en su momento, resultando su aporte profesional en herramienta esencial para la obtención de la verdad y la Justicia.

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