¿Y si Cambio? Saber negociar con el presente es el secreto del optimista
Las circunstancias actuales le podrían tumbar el ánimo a cualquiera. Los constantes e intensos cambios nos han sumergidos, desde el punto de vista emocional, mental y espiritual en una montaña rusa de estados emocionales, donde en muchos casos prevalece la desesperanza, el negativismo, la tristeza, el dolor y el miedo.
Todos los cambios y las adversidades presentes, con sus respectivos efectos en nuestra salud mental, emocional y espiritual, afecta inevitablemente el estado de salud físico, se bajan nuestras defensas, se comprometen los sistemas inmunológico, endocrino y nervioso central, lo cual empeora el panorama como para poder visualizar un futuro mejor.
¿Qué hacer para que el optimismo tenga un espacio en nuestras vidas?
¿Cómo lidiar con tanta adversidad y no bajar la inspiración, motivación y el entusiasmo?
¿De qué manera podemos ser optimistas si, en Venezuela, producto de la pandemia cada vez hay más muertos, no hay gasolina, no hay producción, las ventas han bajado significativamente, el precio de las medicinas y los alimentos están por las nubes, no hay gas y los servicios básicos como el agua, internet y electricidad están colapsados?
Ante un panorama así, pareciera que no hay posibilidades para ser optimistas ¿Cierto?
Negociar es la clave para enfrentar cualquier adversidad
No todo está perdido. Podemos levantarnos como el Ave Fénix. Para ello, necesitamos aprender a gestionar el optimismo es medio de la adversidad y esta gestión tiene sus bases en la negociación.
¿Por qué la negociación en medio de la adversidad es importante? Simple, porque negociar tiene que ver con llegar a acuerdos para poder solucionar un conflicto que nace de fuertes diferencias, especialmente cuando lo que ocurre es totalmente distinto a lo que esperábamos. Ese conflicto trae sus consecuencias y se profundizan las heridas con el pasado, el presente y el futuro.
Por eso es que negociar es fundamental para manejar adecuadamente el conflicto existencial que atravesamos, donde el pasado, el presente y futuro son las principales contrapartes. Cada uno de estos tiempos representan para nosotros experiencias de vida que fortalecen o desvaneces nuestra mente, nuestras emociones y nuestro espíritu.
Una persona que no sabe negociar con el pasado se queda anclada en el resentimiento, en el dolor y en la culpa. Gira en torno a lo que debió o no debió hacer, decir, sentir o pensar; o lo que debieron o no debieron hacer, decir, sentir o pensar las otras personas con quienes nos relacionamos: padres, pareja, hijos, familia, jefes, amigos, etc.
Negociar efectivamente con el pasado nos lleva a aceptar las cosas tal como fueron. Aprender de nuestras experiencias y sacar de ellas el máximo provecho.
Una persona que no sabe negociar con el presente, se queja de todo cuanto ocurre. Ve sólo problemas y conflictos, no agradece lo que tiene porque se centra básicamente en lo que no tiene. Ve carencia y escasez por todos lados.
Negociar efectivamente con el presente nos conduce a ver las oportunidades que la adversidad nos presenta. Nos lleva a ser resilientes y aprovechar todo lo nuevo y todas las potencialidades que podamos extraer de las circunstancias actuales. Nos invita a concientizar que siempre hay cosas positivas que sacar de las experiencias adversas.
Una persona que no sabe negociar con el futuro, es una persona llena de desesperanza, de negatividad, de angustia, de tristeza y de dolor.
Negociar positivamente con el futuro es sembrar esperanzas. Es confiar en que todo tiene un propósito y que la tormenta pasará. Fluye con la fe y la certeza de que el tránsito que está viviendo le conducirá a nuevos caminos llenos de fortalezas y plenitud.
El optimismo sigue una ruta
No existe una receta mágica para lograr un estado emocional que nos ayude a sentirnos mejor y más complacidos con la vida. Para ser optimistas, necesitamos, en lo individual, hacernos conscientes de lo que queremos y actuar en consecuencia; y en lo colectivo, darnos cuenta que nuestras acciones impactan en los demás. Una estrategia infalible para crear optimismo es diseñar un mapa con sus diversas posibilidades, obstáculos y recursos.
Imaginemos por un momento que necesitamos llegar a una de estas ciudades: Amor, Placer, Poder, Saber y Tener ¿Cuál ciudad sería tu objetivo? ¿A cuál de ellas quisieras llegar? Cuando lo hayas hecho, es sumamente importante diseñar una ruta para llegar a ese destino. Hay tantas rutas como ciudades: Amor, Placer, Poder, Saber o Tener. Elige una de ellas.
Cuando somos capaces de llegar, a través de la ruta que elegimos, a la ciudad que deseamos, podemos decir que tenemos un verdadero mapa de poder, que nos llena de optimismo para comenzar el camino a nuestro destino. Ahora viene:
1) Negociar con el pasado, con el presente y con el futuro, lo cual es equivalente al gestionar el Aprendizaje, las Oportunidades y la siembra de Esperanzas.
2) Hacer nuestra FODA, reconociendo:
1. Fortalezas, para enriquecerlas.
2. Oportunidades, para aprovecharlas.
3. Debilidades, para trabajar en las que podemos cambiar.
4. Amenazas, para minimizarlas
3) Hacer un Plan de Vida, Plan de Dios que delimite los pasos a seguir.
4) Preparar un botiquín de primero auxilios emocionales y espirituales que contenga: Amor, Oración, Meditación, Gratitud, Perdón, Conciencia, No juicio, Paciencia, Confianza, Fe, Esperanzas, Palabras de aliento, pensamientos amorosos, mente de principiante, Fluidez y una pequeña dosis de buena voluntad para levantarse cada vez que el camino canse.
De seguro este viaje nos llevara a descubrir los secretos para ser conscientemente optimistas.
Yamilet Pinto
Psicoterapeuta/Life Coach
@yamiletpinto
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