¿Y si cambio? Renovando esperanzas para un 2024 pleno de éxito
Comienza un nuevo año y con él renovamos la esperanza por un futuro mejor, un mejor porvenir, una mejor calidad de vida y mejores momentos, más logros, éxito y prosperidad, porque de eso trata la Esperanza, de esperar lo que va a venir con optimismo y alegría.
Alcanzar prosperidad, éxito y abundancia es un resultado
Cuando hablamos de esperanza, no sólo nos referimos a la riqueza interior de esperar en Dios que todo vaya bien, un pensamiento común entre quienes manifiestan su fe en Cristo, sino también a tener la capacidad psicológica de dirigir nuestro enfoque al logro de objetivos concretos, específicos y muy bien definidos, extrayendo todo el potencial que tenemos, usando al máximo los recursos y conscientemente ir hacia ellos con optimismo, coraje, determinación, compromiso y positivismo.
El alcance del éxito, prosperidad y abundancia en cada uno de los objetivos trazados para un nuevo año, es un resultado lógico del trabajo realizado, interior y exteriormente. Es una combinación y equilibrio entre el Ser, el Hacer y el Tener.
Desde el Ser, trabajamos internamente. Nos hacemos conscientes de nuestras fortalezas y potencialidades y de todo aquello que requerimos transformar para alcanzar un mayor bienestar espiritual, emocional y mental.
Desde este punto de vista, el autoconocimiento, la conciencia plena del momento presente, la sanación de las heridas internas, la transformación de creencias inconscientes sobre el dinero, la salud, la prosperidad, la abundancia, la riqueza, el trabajo, las relaciones de pareja, la crianza de los hijos, la familia, la fe, el compromiso, la honestidad, la ética y la disciplina son fundamentales para gozar del placer del logro y el éxito.
Desde el Hacer, nos enfocamos y comprometemos con las acciones concretas que nacen de un plan consciente, donde se plasma hacia donde vamos, reconociendo dónde estamos y con cuáles recursos contamos.
Un Hacer exitoso, parte de la habilidad de planificar, organizar, ejecutar y evaluar constante, consciente y ecológicamente cada una de las acciones tomadas, las dejadas de hacer y las que están por ejecutar, con el fin de hacer los ajustes necesarios para lograr el objetivo trazado con eficiencia y eficacia.
Desde el Tener, la conciencia se mueve al logro, al éxito, a la resolución de todo lo soñado, lo buscado, lo deseado y trabajado. Es el resultado lógico de la materialización de la esperanza.
De manera que la esperanza no es un concepto abstracto o subjetivo, se puede medir en función a la capacidad que hayamos desarrollado para alcanzar metas bien planificadas.
La esperanza alimenta al espíritu
Vivimos en un mundo agitado, en constante cambio en cada una de las áreas de la vida. Avances tecnológicos, cambio climático, guerras, corrupción, droga y un sinfín de factores que sin duda nos sumergen cada vez más en circunstancias que afectan nuestra salud mental, emocional, física y espiritual.
Cuando una persona se alimenta de la esperanza cada día, su energía cambia, su fuerza interior se fortalece, su salud mejora y su espíritu se alegra; por ende, desarrolla una mayor capacidad de sostenerse en pie cuando la tormenta arrecia o las circunstancias cambian y se prepara para un nuevo amanecer o un nuevo comienzo, cagado del ímpetu de seguir adelante, resolviendo y disfrutando cada aprendizaje. Una persona con esperanza tiene:
· Fe y certeza en que todo saldrá bien.
· Alegría.
· Optimismo.
· Positivismo.
· Entusiasmo.
· Motivación.
· Inspiración.
· Enfoque en lo que quiere.
· Resiliencia.
· Creatividad.
· Compromiso con su crecimiento personal.
· Conciencia de cuánto impacta en su entorno y cuánto éste le impacta a él.
· Flexibilidad.
· Mayor capacidad de adaptación a los cambios y de encontrar nuevas oportunidades.
· Apertura para el aprendizaje.
· Conciencia de sus fortalezas y aspectos a mejorar.
· Actitud positiva.
· Mayor habilidad para la superación de obstáculos.
· Mayor capacidad de lograr metas y objetivos.
Todas estas cualidades y características de una persona con esperanzas, se cultivan continuamente y la consecuencia de ello es contar con un espíritu fortalecido, dispuesto y atento a encontrar soluciones ante la adversidad. No se detiene. Avanza de manera consciente hacia la transformación y evolución personal.
Renovar esperanzas: un nuevo hábito de vida
La buena vida se cultiva, se trabaja, se forja. No nace sólo con desearla y así mismo es la esperanza. Podemos renovarla:
· Agradeciendo tanto lo más simple y obvio, como los aprendizajes de las experiencias más dolorosas.
· Creando y soñando nuevas formas de lograr metas.
· Confiando en nuestra potencialidad.
· Conectando con nuestro Ser Interior, a través de la oración y la meditación.
· Deshaciéndonos de todo cuanto no necesitamos y no nos hace feliz (heridas del pasado y resentimientos).
· Perdonando y dejando atrás el pasado, extrayendo los principales aprendizajes.
· Planificando un mejor vivir.
· Tomando acción consciente frente a nuestros planes.
· Dejando de juzgar.
· Siendo gentil con nosotros mismos, reconociendo cada avance logrado, por muy pequeño que sea.
· Soltando el control de lo que no está a nuestro alcance personal.
· Buscando apoyo profesional y psicológico.
El éxito no se improvisa, la prosperidad es un resultado de crear nuevas oportunidades diariamente y la esperanza es una capacidad y actitud consciente que sólo depende de nosotros, renovarla es nuestro compromiso.
Yamilet Pinto
@yamiletpinto
Psicóloga
FPV-16092
yamipinto@gmail.com
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