Opinión

¿Y si Cambio? Planificar en tiempos de incertidumbre, una prueba a nuestra flexibilidad

El pensamiento generalizado que se ha apoderado de muchos es que planificar no tiene sentido.
Yamilet PINTO
sábado, 31 octubre 2020

Planificar es una de las estrategias personales y empresariales que mejor resultados nos ofrece en tiempos de incertidumbre.

Muy al contrario de lo que muchos piensan, es justo en estos tiempos de cambios tan disruptivos e inesperados cuando planificar es más conveniente y necesario.

El pensamiento generalizado que se ha apoderado de muchos es que planificar no tiene sentido, mucho menos después de la pandemia COVID-19, incluso se escuchan frases como “¿para qué planificar si no sabemos qué va a pasar el siguiente año?”. Y me pregunto ¿alguna vez alguien ha conocido lo que vendría en el futuro?

Es fundamental que hoy nos demos cuenta que caer en la improvisación y en la impronta “como vaya viniendo vamos viendo” trae consigo un grado superlativo de frustración y una sensación de estancamiento que no permite avanzar hacia los sueños y metas trazados ni tomar las decisiones acertadas y oportunas que se requieren para alcanzar el bienestar y la energía suficiente para continuar en el camino del éxito personal, profesional, laboral y organizacional.

Al contrario, caer en la parálisis y en la toma de decisiones al azar, sin ningún tipo de criterio consciente, tan solo nos lleva a un mayor nivel de incertidumbre y a un aumento de las probabilidades de no poder alcanzar lo que queremos.

Rompe el vidrio: incluye la incertidumbre en la planificación

Si hay algo que nos ha dejado esta pandemia es reconocer que la incertidumbre es parte de nuestra vida.

No tenemos el control de los eventos externos, no sabemos nada de nada y desconocemos lo que ocurrirá en el futuro; y aunque eso pareciera obvio, la razón por la que creemos que planificar no tiene sentido ni vale la pena es porque esta estrategia personal, se había convertido, tradicionalmente, en una habilidad para pretender adivinar, predecir o anticipar lo que vendría, como una bolita de cristal desde la que se podía ver un único escenario posible.

Incluso se consideraba que planificar e incertidumbre eran términos separados e incompatibles. Hoy sabemos que no es así que, en medio de la incertidumbre, la planificación cobra sentido.

Es la incertidumbre la que, a partir de ahora, nos ofrece una visión de contexto mucho más amplia, donde la visión, las competencias, la fe, la claridad, la objetividad, la racionalidad, la organización y la creatividad se ponen al servicio de un eficiente y estratégico plan de vida para los próximos meses y nos abren las puertas para aprender un nuevo camino.

Ante mayor incertidumbre, mayor sentido de planificación, esa es una gran lección que el COVID-19 nos está dejando ya que, en medio de escenarios tan inciertos, planificar en medio de tanta incertidumbre no solo es posible, sino que es realmente obligatorio.

De manera que, todo proceso de planificación estratégica personal ha de incluir la incertidumbre como criterio para lograr planes más expeditos, claros y conscientes, donde ya no es posible tener en cuenta un solo escenario, ahora la experiencia nos dice que necesitamos crear, visualizar y enfocarnos en diversos escenarios posibles, que incluyan cómo cubrir eventualidades inesperadas, planes de contingencia para contextos cambiantes.

Claves para un plan de vida exitoso en un contexto incierto

Las estrategias nos marcan el rumbo, nos ofrecen orientación a la movilización de recursos a utilizar en el camino a seguir para llegar donde queremos.

Hacer un plan de vida es una de esas poderosas estrategias, y consiste en un proceso personal, único, íntimo, consciente que despierta en cada uno de nosotros una visión amplia de lo que queremos y nos permite encontrarnos con nosotros mismos.

Para que este encuentro transcienda cualquier limitación, es importante que nos hagamos consciente del poder que tiene la autoconciencia y el autoconocimiento.

Una de las formas de entrar en esta nueva conciencia es respondernos, consciente y deliberadamente, las siguientes preguntas:

1. ¿Conocemos nuestra misión de vida? ¿Reconocemos los dones, habilidades y competencias que nos han sido dadas o que hemos desarrollado a lo largo de nuestra vida?

2. ¿Podemos crear una visión de futuro, en medio de la incertidumbre? ¿Podemos visualizar ese punto de llegada con la energía suficiente que nos impulse a lograrlo? ¿Podemos vernos utilizando todos nuestros recursos, internos y externos, para llegar?

3. ¿Tenemos claros nuestros valores para recorrer el camino con ética y honestidad para soportar las tentaciones que el camino nos presente?

4. ¿Contamos con la suficiente flexibilidad como para adaptamos a los cambios y para tomar las decisiones de manera diferente a como lo hacíamos antes? ¿Podemos reconocer y trascender nuestra resistencia al cambio?

5. ¿Tenemos claros cómo alcanzar los objetivos? ¿Sabemos cómo plantearlos?

6. ¿Del 1 al 10, cuál es nuestro nivel de compromiso para lograr nuestros sueños?

Todo este proceso comprende la estrategia para lograr un plan de vida eficiente y objetivo, el cual requiere de sus propias tácticas para marcar un claro plan de acciones concretas y también necesitará de nuestra poderosa determinación para decidir si queremos enrumbarnos por el camino de la luz que ofrece un plan de vida muy bien definido y adaptado a tiempos inciertos o irnos por el camino de la obscuridad que ofrece la improvisación y el caos.

Yamilet Pinto

Psicoterapeuta/Life Coach

@yamiletpinto

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