Opinión

¿Y si Cambio? Los hijos no son responsables de la felicidad de los padres

Son muchas las vías por las cuales los padres, sin querer, trasladan a sus hijos la responsabilidad de su propia felicidad, generándoles sentimientos de culpa.
sábado, 19 marzo 2022

Durante el desarrollo psicoemocional del niño, de manera quizá inconsciente, les hemos transmitido que él es responsable de nuestro estado de ánimo, bienestar y felicidad. Lo hacemos cuando vamos a una reunión y hacen alguna pataleta y de inmediato le reclamamos, diciéndole entre otras cosas, que nos hizo pasar vergüenza, que nos sentimos apenados y tristes por su comportamiento.

Los niños que crecen en este ambiente desarrollan un sentido de culpabilidad que de adultos les es muy difícil controlar. No saben distinguir si mamá llora por algo que ocurrió con papá, en su trabajo o por alguna otra circunstancia y de cualquier manera se sienten como si ellos fueran los causantes de que su mami se sienta triste e incluso podrían llegar a decirle: “Mami ¿hice algo malo? No lo vuelvo hacer, no llores”.

Al llegar a la adolescencia, son muchos los que sufren porque los padres se separan o divorcian, sintiendo que de alguna manera es por culpa de ellos, sobre todo porque a lo largo del tiempo han escuchado discusiones donde uno acusa al otro de “consentir” al adolescente o sin saber la causa de tales desencuentros, igual piensa que es responsable de lo que está pasando.

En algunos casos, los padres que ya tienen problemas en su relación y alguno de los dos o los dos, hace partícipe a su hijo (a) de lo que está ocurriendo, lo convierte en su confidente y “amigo” y le muestra abiertamente cuanto sufre, llorando frente a él (ella), crea en ellos una carga emocional invisible que busca “compensar” ese sufrimiento acompañando, apoyando y “sustituyendo” al ausente, lo cual afecta las relaciones futuras del adulto, quien al querer definir su propia vida, se encuentra con la imposibilidad de salir de casa y sentir a plenitud la felicidad que experimenta, porque no quiere “abandonar” a su madre o padre.

Son muchas las vías por las cuales los padres, sin querer, trasladan a sus hijos la responsabilidad de su propia felicidad, generándoles sentimientos de culpa, no porque quieran sino porque no cuentan con las herramientas necesarias que les permitan gestionar su propia inteligencia emocional y evitar que sus hijos sientan el peso que representa hacerse cargo de su felicidad.

Frases que siembran culpa

Somos seres linguisticos y por ende el lenguaje nos determina. Es a través de lo que decimos que sembramos creencias, patrones y modelos de comunicación en nuestros hijos que inciden en su conducta, de tal manera que hemos de evitar frases como:

· “Cuando te portas bien me siento feliz, pero cuando te portas mal soy la mujer más infeliz del mundo.”

· “Me hiciste pasar una gran vergüenza por tu lloradera”

· “Después que hice todo para que graduaras, ahora no te importa que me quede sola”.

· “Yo no pude terminar mi carrera ni seguir trabajando por ti”

· “Eres mi dolor de cabeza, tu hermano (a) no fue así como tú”

· “Si no fuera por ti, ya me hubiese ido del país”

· “Si vuelvo a nacer no tendré hijos”

· “Me quedé sola para protegerte”

· “Me quedo con tu papá, aguantando lo que sea para que no crezcas sin él”

· “Me parto el lomo todos los días para que no pases hambre”

· “No importa que me quede sin nada, pero te compro lo que necesites”

· Hago todos los sacrificios necesarios por ti”

Cada una de estas frases y otras similares repetidas muchas veces, tienen consecuencias importantes en la autoestima del niño, afectando su rendimiento escolar, relaciones sociales y bienestar interior.

En el adolescente, se afecta su estabilidad emocional, su seguridad y confianza en sí mismo y en el adulto se manifiestan los conflictos emocionales, la incapacidad para tomar decisiones y podrían desarrollar cuadros de dependencia emocional.

De manera que no menospreciemos ni subestimemos el poder e impacto que tienen nuestras palabras en la mente de nuestros hijos y cómo éstas pueden dejar secuelas en su ser interior.

Acciones liberadoras y creadoras

Si bien es cierto nuestra felicidad e infelicidad impacta en la vida de nuestros hijos, y la de ellos en la nuestra, no los podemos hacer responsables de nuestro bienestar emocional. Como adultos somos nosotros los únicos encargados de nuestra plenitud, felicidad y bienestar. Así que comencemos por liberar a nuestros hijos de esa carga invisible y hagámonos cargo de lo que nos corresponde:

  • Buscando ayuda profesional que permita canalizar y resolver los conflictos psicoemocionales que tengamos.
  • Aceptando conscientemente la responsabilidad de nuestros actos y sus consecuencias.
  • Organizándonos financieramente para no depender económicamente de ellos, ni crearles obligaciones que no puedan cumplir.
  • Fortaleciendo la asertividad en nuestra comunicación con ellos, haciéndoles saber que no son culpables de los problemas que tenemos ni de nuestras frustraciones ni infelicidad.
  • Aprendamos a gestionarnos emocionalmente.
  • Cultivemos nuestra inteligencia espiritual.
  • Expresémosles amor incondicional.

Nuestros hijos aprenderán a ser libres, asertivos, comunicativos y conscientes de que su felicidad depende sólo de ellos, así como la nuestra como padres y como adultos, depende de nosotros y de cómo nos gestionemos emocionalmente.

@Yamilet Pinto

Psicóloga y Coach de vida

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