Opinión

¿Y si Cambio? Humanamente somos vulnerables, dejemos de luchar y fortalezcámonos emocional y espiritualmente

Esta lucha por defendernos y no querer “dar lástima” nos ha llevado por la senda del sufrimiento interno y en silencio.
Yamilet PINTO
sábado, 13 junio 2020

Ser vulnerable implica fragilidad, una situación de amenaza o posibilidad de sufrir daño. Humanamente esa posibilidad es innegable y no la podemos controlar.

Es decir, estamos propensos a sentirnos afectados emocionalmente por las conductas de otras personas. Sin embargo, esto no implica que seamos personas débiles, al contrario, aceptar que existe la posibilidad de sentirnos frágiles frente alguna situación o persona nos impulsa a tomar decisiones determinantes en nuestra vida que nos cambiarían para siempre.

El punto es que culturalmente, la vulnerabilidad se relacionó con la pérdida de autonomía, independencia y libertad. Desde esa perspectiva comenzó una lucha interna, porque no queremos ser percibidos como frágiles o débiles y por esa razón ocultamos nuestras emociones y sentimientos más profundos.

Esta lucha por defendernos y no querer “dar lástima” nos ha llevado por la senda del sufrimiento interno y en silencio, hemos llevado la cruz de la rabia reprimida y una gran frustración por sentir lo que sentimos.

De este sentir se escapan frases como “no quiero sentir esto, quiero olvidarlo para siempre” “no quiero que esto me duela” “quisiera que no me importara”, sin embargo, duele, pensamos en eso, nos importa y nos sentimos heridos.

Aceptarlo es la primera acción que hemos de tomar para generar un cambio profundo y convertirnos en personas firmes, valiosas, valientes y conscientes de nuestras inmensas capacidades y recursos internos.*En mi vulnerabilidad está mi fortaleza

La fortaleza de nuestro espíritu se manifiesta cuando reconocemos los límites que le imponemos, uno de ellos es la vergüenza, que está totalmente ligada a la sensación de vulnerabilidad.

Es decir, no queremos que los demás se enteren de lo que internamente somos o sentimos porque creemos o pensamos que, si llegaran a enterarse, podrían no querer estar a nuestro lado y despierta un monstruo interno, el miedo al rechazo y se acentúa la gran necesidad de ser aceptados y de estar en conexión, esto último es una de las grandes necesidades del ser humano, sentirse aceptado y en conexión.El punto es que en muchísimos casos optamos por simular lo que no somos para ser aceptados y evitar ser rechazados.

Antes era la TV o las revistas, hoy son las redes sociales, especialmente Instagram, que pregonan estereotipos de mujeres u hombres felices, fuertes, resilientes, empoderados, valientes, prósperos y eternamente jóvenes, cuando en realidad desconocemos qué está debajo de esa imagen o rostro, pero las idealizamos y convertimos en nuestros modelos.

Nos creamos imágenes falsas de quienes queremos ser, olvidándonos de quienes somos y lo importante que es para nosotros sentirnos conectados sin crear una dependencia o apego tóxico. Todo cambia cuando damos el sí a nuestra vulnerabilidad, es decir, reconocemos y aceptamos por completo que nos sentimos heridos, que nos duele e importa lo que otros hacen o dejan de hacer con respecto a nosotros. Así ocurre en nuestras relaciones de pareja, con nuestros padres, con nuestros hijos, nuestros amigos o compañeros de trabajo.

Y la reacción interna, inconsciente, cuando la aceptamos es un despertar y un profundo reconocimiento de nuestra personalidad y nuestro sentir más profundo.

Comienza el camino de la transformación emocional y espiritual, donde pedir perdón, perdonar, expresar los sentimientos de amor con un “te amo, aunque ya no pueda haber nada entre nosotros” (si se tratase de una relación de pareja) y al mismo tiempo estar abierto a una próxima relación sin saber si funcionará o no; o desarrollar nuestra capacidad de entrega en algún proyecto aun cuando no haya garantía de resultados, permitirnos soltar las expectativas, dejar de controlar y vivir a plenitud el momento presente son reacciones naturales, obvias y espontáneas de nuestra vida…allí radica la fortaleza de nuestra vulnerabilidad

Volver a la vida

Es lo que ocurre cuando aceptamos nuestra grandeza interior. Aceptamos y recibimos con humildad y compasión nuestras heridas, nuestros errores, nuestros aprendizajes. En definitiva, aceptamos nuestra luz y nuestra sombra. Salimos de la culpa y de la vergüenza, Aceptamos nuestra necesidad de conexión y amor, es la mayor virtud frente a la amenaza de no ser auténticos. Para sentir esto en nuestras vidas:

1. Hagamos una lista de nuestros valores ¿Qué es lo más importante en nuestra tu vida para que estemos bien? ¿Familia, trabajo, dinero, pareja, salud?

2. Respondámonos ¿Qué tiene que ocurrir para que vibremos en esos valores? Por ejemplo, qué tiene que ocurrir en nuestra familia para que estemos bien. Supongamos que tendría que pasar que todos estén felices. ¿Con cuanta frecuencia ves a tu familia feliz? Waooo, podrías darte cuenta que se lo estás poniendo muy difícil a la vida, si esperar que todos en tu familia estén felices para tu sentirte feliz. Eso es aceptar nuestra vulnerabilidad lo reconocemos y transformamos.

3. ¿Cómo en la cotidianidad podríamos vibrar en nuestro valor para sentirnos bien? Siguiendo con el ejemplo de la familia, pues llamar a mi mamá todos los días. De esta manera vibro en una sensación de bienestar diariamente y refuerza mi sentir, donde puedo expresarle lo importante que es para mi escucharla y sentirla, independientemente de lo que ella responda. Eso es plenitud interior.

4. Practicar constantemente el momento presente y la conciencia plena.

5. Agradecer lo importante que son las personas en nuestra vida y la capacidad de aprender de las circunstancias.

6. Orar o practicar nuestra conexión con Dios.De esta manera fluimos con nuestra vulnerabilidad y la convertimos en una de nuestras fortalezas.

yamipinto@gmail.com

Psicoterapeuta/Life Coach

@yamiletpinto

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