¿Y si cambio? Entre la vida y la muerte, el amor y la compasión
La vida tiene sus matices, desafíos y retos para los cuales necesitamos psicoeducarnos para superarlos, independientemente de que se trate de niños, adolescentes, jóvenes, adultos o adultos mayores, se requiere mayor conciencia para el bienestar psicológico y emocional.
Cada día crecen las estadísticas de violencia autoinfligida, tanto en forma de intento como en ejecución, y es necesario que se profundice en las causas, contexto y estado emocional de quienes atentan contra sí mismos.
La necesidad de saber el por qué
Las familias que han sufrido la pérdida de un ser querido por violencia autoinfligida quedan devastados, sumidos en un dolor desgarrador, la vergüenza y la culpa.
Muchos de ellos se preguntan ¿por qué tomaría esa decisión? ¿Por qué no nos dimos cuenta antes? ¿Por qué no prestamos atención a lo que decían? ¿Por qué no extendimos la mano? ¿Por qué no ayudamos? ¿Por qué no le pregunté qué tenía? ¿Por qué no me di cuenta que había cambiado”.
Muchas de estas preguntas no tendrán respuestas.
Cada caso es único y en estas situaciones se conjugan muchos factores de riesgo que afectan el bienestar físico, mental y emocional de las personas y que son complejas de identificar a primera vista.
Estos múltiples factores necesitan ser evaluados por la familia, la escuela y la sociedad a fin de concientizar lo que está ocurriendo en el entorno y en el interior de quien sufre interiormente. Importante es saber que no existe una única causa.
Por lo general, una persona que atenta contra su vida o intenta hacerlo:
- Está profundamente deprimida, ansiosa y estresada.
- Se siente sola, desesperanzada, desbordada y sin futuro.
- Desconfía de la mayoría de las personas.
- Atraviesa por una prolongada crisis económica, política y social.
- Ha sufrido de bullying. Esta causa es muy frecuente, por la vergüenza, humillación y afectación emocional que sufre al ser expuesta brutalmente a la burla, al maltrato mental, emocional o físico.
- Se siente incomprendida y no escuchada cuando dice que está mal.
- Siente que a nadie le importa si ha cambiado su comportamiento, su estado de ánimo o su insomnio.
- Tiene familia con antecedentes de comportamiento de violencia autoinfligida.
- Piensa que es inútil.
- Sufre la falta de empatía, especialmente cuando sarcásticamente la llaman “manipuladora” “Víctima” “pobrecita”.
- Siente miedo a ser rechazada y no ser escuchada, por eso muchas veces calla lo que siente o piensa.
- Sufre de violencia intrafamiliar, incluyendo abuso sexual, maltrato emocional, mental y físico.
- Consume o ha consumido alcohol o droga.
- Experimenta dolor profundo por la migración de familiares y amigos.
- Sufre bajones de energía.
- Carece de acceso a la atención de salud pública.
- Lo ha intentado en otras oportunidades.
- Sufre de impulsividad en momentos de crisis.
Estas son algunas de las señales de las cuales es necesario estar alerta. Nadie sabe lo que hay en la mente de otro, más cuanta más psicoeducación exista, más se podría evitar la muerte por estos motivos.
El amor y la acción oportuna salva vidas
La situación en Venezuela sobre estos casos es muy alarmante, la tasa de ocurrencia en Venezuela subió 6,5% en 2023.
Por ello, es necesario dejar de minimizar las causas, especialmente las intrafamiliares, sociales y económicas, así como dejar el tabú sobre el tema.
Sin amarillismo, ni fatalismo urge hablar del tema que está acabando con nuestra población infantil, juvenil y adultos mayores.
Ocultar el tema o no hablar de ello, no va a disminuir las cifras y las estadísticas, son las acciones conjuntas lo que ayudará a encontrar las soluciones sistémicas que requiere este caso.
En el ámbito familiar es necesario potenciar los factores de protección:
- Fortalecer el amor, la compasión, la comprensión, la atención, la escucha activa, y la comunicación.
- Escuchar a los hijos, sin menospreciar su sentir ni su pensar.
- Enseñar a expresar las emociones y hablar de ellas en casa.
- Erradicar el maltrato en cualquiera de sus expresiones, el abuso sexual, el alcohol y la droga.
- Conformar relaciones personales sólidas.
- Fomentar la resiliencia.
- Buscar alivio en las creencias religiosas o espirituales.
- Aprender y practicar estrategias de afrontamiento y prácticas de bienestar positivas.
- Estudiar el caso, asistir a charlas para padres u orientaciones profesionales y especializadas para mitigar la desinformación.
- Enseñar a meditar, hacer yoga, pintar, cantar, cocinar o respirar.
- Recordar que todo tiene solución. Que las situaciones y circunstancias son algo momentáneo.
- Definir estrategias nuevas para el abordaje económico.
- Buscar ayuda profesional y hablar del tema con especialistas.
Políticas públicas:
- Crear políticas de atención acertadas para mejorar el sistema de salud mental.
- Mitigar los factores de riesgo para reducir los medios de violencia autoinfligida.
Ámbito escolar:
- Crear estrategias para erradicar el bullying que tanto estrago causa en la población de adolescentes.
- Desarrollar mayor empatía por parte del personal docente.
No dejemos que las cifras nos aterren, aterremos a las cifras, disminuyamos esa tendencia y ¡digamos sí a la vida!
Psicóloga YamiletPinto
@yamiletpinto
PsicólogaFPV-16092
yamipinto@gmail.com
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