¿Y si Cambio? De los errores se aprende y los aprendizajes se celebran
Cuando piensas en las veces que te has equivocado ¿Cómo te sientes? ¿Qué te dices a ti misma cuando te das cuenta que has cometido un error? ¿Alguna vez has considerado que gracias a ese error te has convertido en alguien más resiliente, fuerte, compasivo y humilde?
¿Sabías que las personas más inteligentes no son las que no cometen errores, sino las que saben levantarse y aprender de ellos? ¿Cuántas veces has agradecido lo aprendido y has reconocido lo valiente que has sido al levantarte de las cenizas del error?
Es tiempo de tomar conciencia y saberte imperfecta y a partir de ahora, celebrar cada aprendizaje obtenido en cuanto al error cometido.
¿Por qué nos castigamos tanto ante un error? ¿Quién nos hizo tan poco compasivas con nosotras mismas? Es importante que nos remontemos a nuestra infancia.
Muchas crecimos con la consigna “o lo haces bien o no lo hagas”. Incluso en la actualidad, muchos padres o madres, con elevados niveles de exigencia y perfeccionismo, dejan de reconocer logros de sus hijos por considerar que no están a la altura de sus expectativas.
Uno de los casos más comunes es el resultado académico, donde la máxima nota es lo único valioso para los padres y si ésta no se alcanza, en lugar de reconocer el logro obtenido, surge el cuestionamiento de por qué no se llegó al nivel esperado.
Dejando a los chicos sumergidos en una incertidumbre con respecto a su propia valoración, preguntándose qué más tienen que hacer para ser reconocidos, sintiéndose frustrados y buscando afanosamente un reconocimiento que muchas veces no llega. Igual sucede en el ámbito deportivo, artístico o cultural.
Las secuelas del perfeccionismo
Ante situaciones como las descritas, las personas comienzan a obsesionarse con la perfección y muchas la confunden con la excelencia. La búsqueda de la excelencia es un hábito motivador e inspirador que impulsa al movimiento y a la acción.
Cuando ésta se busca de manera integral, nos conectamos con nuestro Ser, con nuestras capacidades, nos adaptamos a los cambios y disfrutamos el camino del crecimiento y el aprendizaje, el cual implica muchas equivocaciones, que lamentablemente el sesgo perfeccionista no admite ni acepta.
La persona cuyo rasgo de personalidad es el perfeccionismo:
· Cree que puede y debe alcanzar la perfección, es decir tomar decisiones sin cometer ningún tipo de equivocación o error, lo cual es humanamente imposible.
· Lucha constantemente para lograr el reconocimiento externo, es incapaz de reconocer sus propios logros hasta no recibir el que considera importante, por lo general el que proviene de sus padres.
· Desarrolla el Síndrome del impostor, sintiéndose inmerecedora del éxito, a veces lo atribuye a la suerte y a no a sus propios méritos.
· Desarrolla elevados niveles de autoexigencia y autocrítica, lo cual la hace inconforme con lo que logra, siempre piensa que falta algo más.
· Se convierte en alguien exageradamente competitivo, inflexible, radical y absolutista.
· En muchos casos busca complacer a los demás para no ser rechazada y ganarse el afecto o reconocimiento, haciendo más de lo que puede con el firme objetivo de despertar elogios por su inteligencia y capacidad.
· Puede obsesionarse con el éxito y dejar de disfrutar de su propia vida.
· Sufre internamente a nivel emocional, mental, espiritual y psicológicamente.
Celebrar lo aprendido
La sabiduría del error está en extraer el máximo aprendizaje de la experiencia. No todas las personas logran identificar el propósito del error, aunque nos haya roto por dentro o hayamos causado malestar a seres que amamos, siempre el regalo estará en alcanzar un nuevo nivel de vida, gracias al aprendizaje que cada experiencia de vida nos ha dejado ¿Qué tal si celebramos este aprendizaje?
Celebrar nos conecta con la energía del ser interior, con la alegría, la satisfacción, la compasión y la gratitud. Cuando celebramos en grande, tomamos conciencia del por qué celebramos y en este caso, se celebra haber aprendido a hacerlo diferente, a conectar con el Amor, con el perdón y con la humildad.
Los motivos para celebrar sobran cuando conscientemente le damos la bienvenida al aprendizaje y algunos de ellos son:
· Reconocer que no somos perfectas.
· Aceptar que nos equivocamos y eso nos hace más humanas.
· Que, aunque no tuvimos la intención de dañar a través del error, podemos enmendar con un cambio de actitud, de conducta, de forma de comunicarnos, de expresar el afecto y el reconocimiento.
· Que la humildad está en reconocer que hemos errado y que nos abrimos al perdón, perdonándonos y pidiendo perdón.
· Que somos personas nuevas, que aprendemos lecciones cada día y que el proceso de renovación es continuo.
· Que el error es parte del aprendizaje y que la búsqueda de la excelencia también incluye errar.
· Que valoramos nuestra resiliencia y capacidad para levantarnos y hacerlo diferente.
· Que somos más que nuestros errores, que ninguno de ellos nos determina.
· Que cada error ha sido una oportunidad para mejorar, no para enterrarnos en el fondo del dolor ni del sufrimiento.
Definitivamente, celebrar los aprendizajes producto de nuestros errores, es una inspiración para ser mejor ser humano cada día.
Yamilet Pinto
Psicóloga
@yamiletpinto
yamipinto@gmail.com
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