Opinión

¿Y si cambio? De la energía de la queja disfuncional al poder de la gratitud

La cultura de la queja disfuncional se aprende en los entornos familiares y sociales, cuando solo se enfocan en lo negativo, olvidando valorar y agradecer lo bueno que también está pasando.
sábado, 11 junio 2022

La cultura de la queja se ha ido profundizando en la mente del ser humano, producto en muchos casos, de la secuencia de situaciones adversas por las que transita o ha transitado. La queja también nace de la inconformidad que se siente cuando algo o alguien no funciona o actúa como se espera.

Quedarse atrapada (o) en la energía de la queja o en el reclamo constante es sinónimo de resentimiento, molestia y frustración que, inevitablemente, neutraliza la búsqueda de soluciones, lo cual, a su vez da pie a una conducta que se torna agresiva, perturbando la interacción social, laboral y familiar.

Quizá te preguntes si la solución sería guardar silencio sobre lo que, según la percepción, está funcionando inadecuadamente. La respuesta es No. Se trata de expresar con asertividad cualquier inconformidad sin que represente un desgaste emocional.

Ahora bien, la queja puede ser funcional o disfuncional. La primera, activa la búsqueda asertiva de soluciones y contribuye a recibir el apoyo requerido. La segunda, solo se concentra en la crítica destructiva, el desprecio y el juicio, que en nada contribuye a solucionar, al contrario, genera agotamiento emocional y físico, afecta la salud mental y su conexión equilibrada con el cuerpo y el espíritu.

La queja disfuncional y sus efectos

La cultura de la queja disfuncional se aprende en los entornos familiares y sociales, cuando solo se enfocan en lo negativo, olvidando valorar y agradecer lo bueno que también está pasando.

Estos patrones aprendidos, se arraigan en la mente inconsciente y la persona que se mantiene anclada en la queja se dice a sí misma “Pero, ¿No es verdad que la electricidad falla, el internet no sirve, al agua es sucia, las calles están llenas de basura, los servicios de salud y el transporte no funcionan, no es verdad eso? No es que me queje, es que soy realista”.

Y la verdad sea dicha, en general, lo que ha dicho es cierto, pero alrededor de tanta dificultad, existe otra “realidad” que muchas veces pasa desapercibida, no se aprecia, reconoce ni agradece.

Es decir, se tiende más a lo negativo que a lo positivo, más a la crítica que al reconocimiento de logros, más a la queja que a la gratitud. Esto en psicología, se conoce como Sesgo de Negatividad y se refiere a la predisposición a «atender, aprender y utilizar información negativa mucho más que información positiva» (Vaish et al., 2008).

Lo importante de este proceso psicoeducativo, es darse cuenta que la queja disfuncional, funciona como esa gotera que poco a poco rompe la roca, lo cual en otros escenarios puede ser inspirador, por la constancia que transmite. Sólo que en este caso, funciona como un bloqueador, dejando secuelas importantes, tales como:

· Infelicidad personal, con estados anímicos negativos, estresantes, ansiosos y en muchos casos depresivos.

· Relaciones tóxicas, tanto en el ámbito familiar, como social, laboral y de pareja, por la dificultad que representa convivir y relacionarse con una persona que se queja permanentemente.

· Soledad, en virtud que las personas tienden a alejarse, evitarlas y dejarlas solas.

· El uso de la victimización como estrategia para lograr atención.

· Frustración por no poder encontrar soluciones efectivas.

De la cultura de la queja disfuncional al poder de la Gratitud

Científicamente se ha comprobado que la Gratitud tiene un poder transformador en el ser humano, no solo en lo espiritual, también en lo cerebral. Robert Emmons, uno de los Psicólogos más importantes en el campo de la investigación de la Gratitud y sus efectos positivos, autor de los libros ¡Gracias!, ¡Cómo la nueva ciencia de la gratitud puede hacerte más feliz, y ¡La gratitud funciona!: un programa de 21 días para crear prosperidad emocional, ha dicho que “La gratitud no solo puede hacernos más felices, sino también mejorar nuestras relaciones y nuestro rendimiento en el trabajo”, de manera que considera pertinente fortalecer el músculo de la gratitud.

Los beneficios, además de mejorar la salud física, mental y emocional comprende un mayor nivel de felicidad, prosperidad, productividad, bienestar y plenitud y puedes incentivarla:

· Llevando un diario de gratitud donde escribir por lo menos 10 motivos por los cuales estar agradecido durante el día.

· Haciendo un inventario cada noche de todas las cosas buenas ocurridas durante el día y elegir la más impactante, la mejor de todas. Este ejercicio es súper poderoso.

· Colocando un envase o recipiente que sirva como colector de mensajes de gratitud, donde se comience con frases como “estoy agradecida (o) por” o “Estoy contenta por”. Este ejercicio ayuda a levantar el ánimo cuando algo va distinto a como se esperaba y recordará las bendiciones recibidas.

· Preparando una caja de gratitud familiar. En ella vas a depositar mensajes de gratitud a algún integrante de la familia.

· Sonriendo por lo menos 17 segundos y durante ese tiempo recordar hermosos momentos.

· Paseando con el único propósito de agradecer por todas las cosas positivas que se vayan encontrando en el camino.

¡El tránsito entre la queja disfuncional y la gratitud es fácil, solo necesitas comenzar!

@Yamilet Pinto

Psicóloga

Coach de vida

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