¿Y si cambio? Cómo dejar de ser una madre controladora y victimista
Ser madre es un rol demasiado hermoso, sublime y cargado de amor, especialmente cuando la decisión de serlo ha sido consciente, madura y consensuada.
Este rol implica responsabilidades muy importantes, porque otra persona depende de nosotras, de nuestro cuidado, de nuestra educación, de nuestro tiempo, de nuestra inteligencia emocional y de nuestra preparación.
Y precisamente allí está uno de los puntos claves de ser madre y hacerlo bien, que ninguna de nosotras ha sido preparada para serlo, ni física, ni mental ni emocionalmente.
Es un proceso de ensayo y error, que vamos consolidando en el tiempo, con cada experiencia y con cada aprendizaje. No existe un manual, tampoco una forma única de medir cuán bien o no lo hemos hecho.
Es importante mencionar que no todas las madres son conscientes de lo que implica este rol, no todas las madres son amorosas, comprensivas, amables, resilientes, empáticas ni felices por ser madres.
No todas cuidan a sus hijos y los protegen, no todas aumentan su autoestima y apoyan en su desarrollo, ya lo hemos visto en las noticias: Cómo muchas madres maltratan a sus hijos física y emocionalmente, cómo los exponen al abuso sexual y otros tantos tipos de abusos.
Descubre cómo es la madre controladora
Están también aquellas madres que, por confundir el amor con sobreprotección, caen en la manipulación, el victimismo, el exceso de control y la toxicidad. Son aquellas que maltratan a sus hijos “sutilmente” en nombre del amor con frases como:
· “¿No vas a pasar el Día de las Madres conmigo (Navidad, o mi cumpleaños)? No sabes si este es el último”
· “¿Cuántos hijos desearían tener a su madre al lado, y tú que la tienes, no la valoras ni tomas en cuenta?”
· “Yo que hice todo por ti y ¿de esta manera me pagas?”
· “Si no fuera porque tengo que pagar el colegio (universidad) ya hubiese ido al médico o comprado lo que necesito”
· “Si me quisieras no me dejarías aquí para irte a pasear con tu novia (o).
· “Claro, como no me quieres, no me dices ni me cuentas nada, a tus amigas sí”.
· ¿Para qué viniste si no va a estar conmigo?”
· “Sólo yo sé lo que es mejor para ti, soy tu mamá”
Son sólo algunas de las tantas frases que utilizan las madres para culpar, manipular y tratar de controlar a sus hijos. A esto hemos de sumar otras conductas que, inevitablemente, afectan la autoestima, seguridad y confianza de los hijos:
· Dejan de hablarle o le tratan con frialdad si no hacen lo que ellas piden.
· Lloran constantemente, como medio para lograr que cambien de opinión.
· Piensan que sólo por ser la madre tienen el derecho a intervenir en sus vidas, aunque ellos ya no vivan en el hogar.
· Culpan a los hijos de todo lo que va mal.
· Tienden a deprimirse cuando el hijo busca independizarse e irse a vivir fuera.
· Siente celos y lo agrede verbal o físicamente cuando no consigue lo que quiere o cuando está celosa por amigos o pareja.
· Critican todo aquello que no sea aprobado por ellas.
Estas conductas, en la mayoría de los casos, se ejecutan de manera inconsciente, producto de experiencias del pasado, modelos aprendidos que se replican automáticamente; sin negar que hay madres que podrían comportarse así, de manera intencional, sólo para lograr algún objetivo preconcebido.
Todo tiene un efecto
Lamentablemente, estas conductas sólo dejan en los hijos una serie de efectos que en gran medida los llenan de inseguridad en sí mismos, agotamiento y asfixia emocional. Muchos terminan molestándose, estresándose y hasta deprimiéndose.
Los niños van creciendo inseguros de sí mismos, con baja autoestima y con dificultad para interactuar socialmente.
Los adultos enfrentan dificultades para tomar sus propias decisiones, resolver problemas e independizarse. En algunos casos, se convierten en dependientes emocionales, que necesitan aprobación para sentirse bien, por ello se les dificulta entablar sanas relaciones de pareja y realizarse como familia.
Emocionalmente, los hijos pueden desarrollar sentimientos de culpa, por la disyuntiva que se le presenta entre realizarse como persona y complacer a su madre. En otros casos, nace una especie de resentimiento hacia la madre, al sentirse engañado, manipulado o controlado.
Ser una madre consciente
¿Te identificas? ¿Identificas a tu madre en estas conductas? ¿Se ha dañado la relación con tus hijos? ¿quieres generar un cambio que vaya en beneficio de ti como mujer y madre, que te permita tener una mejor relación con tus hijos y así evitar que el patrón siga repitiéndose?
Ese cambio es posible en la medida que identifiques que existe un problema en tu manera de relacionarte con tus hijos que, en lugar de amor consciente, usaste la manipulación, el control excesivo y la sobreprotección, y eso no es amor.
Al contrario, es una muestra de amargarte y amargar la vida de tus hijos. De manera que es momento de:
· Buscar ayuda psicológica profesional, ya que podrías tener un trastorno psicológico.
· Desarrollar un nuevo modelo de relación para soltar a tus hijos y verlos realizarse personal, profesional y familiarmente.
· Acompañarlos en su independencia.
· Respetar sus decisiones.
· Apoyarlos en su nueva ruta de vida.
· Crear espacios de conversación sana, abierta, sincera, asertiva y empática.
Definitivamente, ¡ser madre se aprende practicándolo consciente y repetidamente!
Psicóloga Yamilet Pinto
@yamiletpinto
PsicólogaFPV-16092
yamipinto@gmail.com
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