¿Y si Cambio? Claves para manejar el duelo repentino en conciencia plena
No hay forma de perder un ser querido repentina e inesperadamente, y no se genere un shock emocional, independientemente de si la causa de muerte es un ataque cardiaco, un accidente, suicidio, homicidio, afecciones cardiacas, cerebrales o respiratorias.
Igual sorprende y duele, tanto si se trata de alguno de los padres, un hijo, la pareja, un (a) hermano (a) o un amigo.
En cualquier caso, representará una noticia indeseable, un dolor profundo, una tormenta emocional que no tiene explicación posible. No hay consuelo que pueda, en lo inmediato, calmar el dolor.
Esto es lo que se conoce como Duelo Repentino, el cual es uno de los diversos tipos de duelo, además del duelo anticipado, retardado, inhibido, ausente, el duelo sin resolver y el crónico o patológico.
Cada uno de ellos tiene sus propias características y manifestaciones.
En el caso del duelo repentino, el factor sorpresa se combina con la incredulidad, los sentimientos de culpa por no poder despedirse, la responsabilidad de asumir las gestiones inherentes al proceso, más todo lo relacionado con la notificación familiar.
En el rápido camino que se recorre, surge la pregunta ¿Cuál es el peor momento?, porque algunos te dicen “Y lo que viene es peor”, es decir no basta con enterarse repentinamente del suceso, sino enfrentarlo, verlo, reconocerlo, confirmarlo, trasladarlo, acompañarlo, notificarlo a las personas claves, especialmente a la madre, padre, esposo (a) e hijos.
Este periplo es realmente retador, y a quien corresponde afrontarlo, debe llenarse de fuerza espiritual y emocional para, conscientemente, vivir la experiencia sin negar el dolor, sin dejar de llorar y al mismo tiempo enfrentar las tareas que corresponden hasta la sepultura o cremación.
Hacerse el fuerte no sirve de nada
En muchos casos, existe un integrante de la familia que “se hace el fuerte” o “tiene que ser el fuerte” y se llega a pensar que no necesitan apoyo psicoemocional y contención para poder procesar su duelo, pero no es así.
Recordemos que un duelo es una respuesta natural del cuerpo ante la pérdida de algo o alguien.
Y si esta respuesta es reprimida o retardado, se inhibe la posibilidad de dejar salir los sentimientos y emociones frente al dolor, lo cual origina una acumulación de emociones que tarde o temprano terminan por somatizarse o le abre espacio al duelo distorsionado, que es aquel donde se confunden o entrelazan dos duelos, el ocurrido en el pasado y no procesado natural y oportunamente y el duelo reciente, expresando el dolor de manera intensa por vivir una experiencia doblemente dolorosa.
Es por ello, que “hacerse el fuerte” no sirve de nada. Indudablemente que hay casos donde la persona no puede desplomarse porque necesita resolver muchos asuntos, pero también es cierto que si no descarga su emoción, el dolor, la tristeza, la rabia, la impotencia y/o la culpa, sufrirá las consecuencias en su salud física, emocional y mental.
Afrontar el dolor en conciencia plena
No existe una receta mágica para gestionar la pérdida repentina de un ser querido, pero es muy importante tomar conciencia de lo que significa quedarse atascado en un duelo crónico, donde se recuerda constantemente al ausente, se habla de él permanentemente, como si todavía estuviera vivo o se sucumbe al alcohol o la soledad.
Para gestionar este tipo de duelo, se requiere del acompañamiento psicológico profesional, ya que si bien no existe un plazo específico y rígido sobre la duración del duelo, pasar más de dos años con la misma conducta, es un indicio de que no se cuenta con las herramientas necesarias para gestionar el dolor ni para alcanzar bienestar.
Algunas claves a seguir para gestionar conscientemente el duelo repentino son:
· Mantenerse en el aquí y en el ahora, para manejar “la pesadilla” que se está viviendo, facilitar el proceso de adaptación a la nueva realidad, superar la incredulidad y el shock emocional, además de reencuadrar pensamientos sobre el futuro como, por ejemplo: Navidad, Año Nuevo, Cumpleaños o Aniversarios. Cada vez que surjan este tipo de pensamientos, vuelve al momento presente. Este ejercicio da paz.
· Cada vez que se presente la culpa por no haberse podido despedir, concientizar que nadie conoce la hora, ni el día ni el momento en que partirá de este plano. Lo saludable es aceptar que no tenemos el control de la vida del otro ni del tiempo.
· Concientizar el valor y amor de una madre. Muchas veces creemos que las madres no van a soportar el impacto y se pretende ocultar la noticia. Sin embargo, toda madre tiene derecho a saber lo que ha pasado con su hijo, a despedirse y a estar presente en todo el proceso. Si existiera el temor o el riesgo de alguna reacción adversa, lo adecuado es buscar ayuda psicológica y especializada.
· Comprender que no existe un tiempo específico de duración del duelo, por lo que buscar ayuda profesional sería lo adecuado.
· Quedarse con lo bueno. No juzgar a la persona fallecida y agradecer el tiempo compartido, ofrece la oportunidad de sanar.
Definitivamente, la muerte puede llegar en el momento menos esperado, pero ¿alguien lo espera realmente?
Yamilet Pinto
@yamiletpinto
Psicóloga
FPV 16.092
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