Opinión

¿Y si Cambio? Afrontar el abuso sexual infantil con amor e inteligencia emocional

Un niño difícilmente podrá reconocer o identificar las intenciones de su agresor, porque para él no lo es. Un niño cree en el adulto que magistralmente lo engaña y manipula.
Yamilet PINTO
sábado, 01 mayo 2021

Nuestro país se ha visto abatido por la cantidad de informaciones que deja al descubierto aberrantes casos de abuso sexual contra niños y adolescentes.

Diariamente vemos como crecen estos casos y quienes, lamentablemente con mayor frecuencia, los ejecutan son personas cercanas a las víctimas, incluyendo su entorno familiar (padres, madres, padrastros, abuelos, tíos o hermanos), educativo (profesores, maestros, guías), deportivo (entrenadores) y/o social (amigos, estudiantes, grupos a los que pertenecen), quienes se aprovechan de sus posiciones de poder y de la vulnerabilidad, inocencia e ingenuidad del menor, además de la confianza que pueda tener en ellos.

Un niño difícilmente podrá reconocer o identificar las intenciones de su agresor, porque para él no lo es. Un niño cree en el adulto que magistralmente lo engaña y manipula.

Por eso, hoy más que nunca necesitamos revisar cómo estamos transmitiendo los valores de la familia, cómo nos estamos comunicando con nuestros niños y adolescentes, de qué manera les estamos explicando que su desarrollo psicosexual pasará por diversos momentos en los que sentirán inquietud, ganas de comerse al mundo y muy probablemente se sentirán “dueños del mundo”, “seguros de que a ellos no les pasará nada” y que nosotros podríamos parecerles exagerados.

Como adultos somos responsables de garantizarles a los niños y adolescentes un espacio de confianza, seguridad, autoestima y amor propio que les permita hablar con nosotros sin temor a ser cuestionados, criticados o etiquetados.

Deben sentir que les creemos y que confiamos en ellos, eso le da seguridad al niño y se siente protegido, amado y seguro.

Señales de que un niño está siendo abusado sexualmente

Para darnos cuenta de que nuestro hijo está siendo víctima de abuso sexual, lo primero que hemos de practicar es el estar presente para ellos, es decir, conscientemente observarlos, escucharlos, mirarlos y sentirlos.

A veces esto se nos dificulta por las múltiples tareas que desarrollamos y por la edad que el niño/a tenga, pero independientemente de ello, hemos de desarrollar la conciencia de estar aquí y ahora, para notar cualquier mínimo cambio en su conducta y emociones.

Estos cambios pueden ser fisiológicos y psicológicos:

Fisiológicamente puede cambiar su tono de voz, dejar de hablar o hablar entrecortado; presentar dificultad para dormir o despertar temeroso luego de tener horribles pesadillas.

Empezar a quejarse de dolores de cabeza, estómago o en sus partes íntimas; perder peso, vomitar o tener inapetencia; registrar mal olor, picazón.

Irritación, infecciones, sangrado o fisuras en sus genitales; bañarse con más frecuencia porque siente el cuerpo sucio; y/o dificultad para caminar o sentarse.

Psicológicamente puede cambiar repentinamente de conducta y comportamiento frente a familiares adultos, amigos de la casa o cuidadores.

Llorar y/o asustarse al verlas o negarse a estar con ellas; aislarse en su cuarto y no querer jugar ni salir a saludar y, si sale, su mirada es hacia abajo y su carita está triste o asustada.

Emocionalmente puede llorar repentinamente, presentar angustia, ansiedad, depresión, miedo, pánico, irritabilidad, ira o agresividad consigo mismo/a o con otro niño/a.

Dificultad para expresar lo que siente; Apegarse más a alguien para sentir seguridad; retroceder en su evolución y volver a la enuresis o encopresis.

Evitar todo lo que tenga un sentido sexual o al contrario empezar a mostrar un comportamiento seductor no acorde con su edad; y/o bajar su rendimiento escolar.

Todas estas señales son algunas de las que nos alertan de que nuestros niños son víctimas de un agresor que, sin duda los ha amenazado con violencia hacia él o hacia sus seres queridos (hermanitos, padres) o en exponerlo a la vergüenza, al rechazo, el desamor, la culpa o la incredulidad frente a los adultos, sumergiéndolo en un estado de angustia y estrés emocional, que al pasar el tiempo deja profundas y dolorosas y en niños más grandes, hasta podría provocar el suicidio.

Psicoeducacion sexual para aumentar autoestima y sanar las heridas

Nuestros niños nos necesitan. Como adultos, somos quienes le debemos dar seguridad, confianza y protección. Detengamos la ola de maltratos de todo tipo de los que son víctimas, especialmente los de carácter sexual.

Ellos no son responsables de los trastornos, miedo o traumas del adulto. Si en tu familia ya sabes que hay de estos casos es urgente que busques ayuda profesional para toda la familia y por supuesto, para la víctima, a fin de superar la experiencia traumática vivida.

Ellos necesitan saber y/o sentir que:

1. Los amamos profundamente.

2. Les creemos.

3. No son culpables de nada y que no van a sufrir desprecio.

4. Seguridad, confianza y protección, eso aumentará su autoestima.

5. Estamos allí para ellos.

6. Podemos escucharlos sin interrumpirlos ni juzgarlos.

7. Los orientaremos sobre en quien confiar.

8. Esto pasará, que los ayudaremos y apoyaremos a seguir adelante en sus metas y proyectos.

9. Nos encargaremos de resolver lo que haya que resolver.

10. Estamos orgullosos de su valentía, fortaleza y amor.

¡Por encima de todo, nos comprometemos a acompañar a nuestros pequeños!

@Yamilet Pinto

Psicoterapeuta

Coach de vida

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