Ítalo Suárez una gloria del pasado que ilumina el presente

Hace pocos días, en el marco del emotivo reencuentro de las Glorias del Fútbol de Salón del estado Bolívar, quien escribe tuvo el privilegio de compartir una grata conversación con Ítalo Suárez, ampliamente conocido como “Estrellita” en las canchas guayanesas. Referirse a Ítalo es hablar de un ícono que marcó una época dorada del futbolito regional. Su nombre evoca entrega, talento y compromiso con este deporte que tantas alegrías ha brindado a nuestra comunidad. Ítalo no solo jugaba, también enseñaba con su estilo elegante y aguerrido. Su sola presencia en la cancha elevaba el nivel de cualquier encuentro. Él es un referente obligado cuando se habla del futsalonismo local, ya que es considerado un símbolo de constancia y pasión por el deporte.
Ya en los inicios de los llamados campeonatos “Mundialitos”, organizados por el recordado Luis Antonio Azócar, Ítalo Suárez destacaba con naturalidad en las canchas de su comunidad. Desde muy joven se le vio correr tras el balón, primero en partidos informales con los vecinos y luego defendiendo los colores del equipo Ecuador de la UD-103. Su habilidad no tardó en hacerse notar. Era frecuente verlo dominar el balón con destreza, desbordar rivales y entregar pases certeros. Su evolución fue constante, y sin buscar protagonismo, se convirtió en figura indiscutible. Acompañado siempre por una comunidad que lo vio crecer y brillar, fue tejiendo su legado en cada juego disputado.
Durante la década de los años ochenta, Ítalo alcanzó la cúspide de su rendimiento deportivo, era uno de los jugadores más completos que ofrecía el futsalonismo guayanés. Su apodo, “Estrellita”, no era casual, pues, sus individualidades eran aplaudidas por los fanáticos, quienes sabían reconocer el talento auténtico. Pero su grandeza no se limitaba al espectáculo individual; también se expresaba en la armonía colectiva que lograba junto al resto del quinteto del Ecuador. Ese equipo dejó huella en la memoria de muchos por su disciplina, respeto y espíritu competitivo. En cada jugada de Ítalo se sentía la pasión y el compromiso con el deporte bien jugado.
Hoy, cuando el tiempo ha pasado y muchas de aquellas canchas ya no son las mismas, el recuerdo de Ítalo Suárez permanece intacto en quienes disfrutaron de sus jugadas. Hablar de él es reconocer que hubo una época en que el fútbol de salón guayanés fue escuela de talento y de valores. “Estrellita” sigue brillando, no solo por lo que fue como jugador, sino por lo que representa como inspiración para las nuevas generaciones. Su historia merece contarse, celebrarse y transmitirse, porque es parte del patrimonio deportivo de nuestra región y, sobre todo, porque hombres como él le dieron sentido al juego limpio, al compañerismo y al amor genuino por el fútbol de salón. Amigas lectoras, amigos lectores muchas gracias por su tiempo para con el presente espacio, hasta la próxima con el favor de Dios.
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