Cuento: “Entre sueños y pesadillas”
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Luis Carlos y Maritza, padres de cuatro pequeños, dos varones y dos niñas. Eran modestos maestros de educación primaria en su pueblo, Barinitas, denominado como la “cuna de los poetas” por allá en Barinas, parroquia, municipio Bolívar de ese estado, ciudad ubicada al pie de la Cordillera de Mérida, Venezuela.
Considerada la segunda ciudad del Estado en población, con más de cuatro millones de turistas al año que por allí transitan.
-Vamos Maritza, aprovechemos estas vacaciones escolares y démonos un paseo con los niños hacia Mérida- insinuó Luis Carlos a su esposa mientras la abrazaba y estampaba un beso furtivo en su cachete.
En respuesta su esposa le contestó de inmediato con una gran sonrisa y un beso en los labios
-Claro. Me parece una buena idea. Y con eso nos despojamos de tanto estrés de nuestro trabajo y además los muchachos también necesitan un cambio de paisajes. Disfrutar y gozar sus vacaciones-
Luis Carlos, contento dijo – Cuando les contemos van a sentirse súper alegres. Además, mi linda, tenemos los “churupitos” guardados que el Ministerio de Educación en forma justa nos ha revertido por nuestro esfuerzo.
Era el mes de agosto del año 1998.
Venezuela con una economía boyante por ser uno de los países en primera línea como productor petrolero. Economía que permite que sus ciudadanos pudiesen vivir, si bien no ostentosa, más bien modestamente, ya que con sus sueldos pueden tener su vivienda, su carrito (Fiat Uno azul), viajar dentro o fuera del país, aunque fuese “fiado”, por préstamos pagables poco a poco.
La inflación, algo sin importancia o preocupación para el venezolano, al sentirse seguros tanto en lo personal como en lo colectivo.
¿Política? Sí, mucha política a niveles normales como en todo Estado de Derecho, democrático pues. Sin desabastecimiento de alimentos o artículos de primera necesidad y sobre todo sin altos costos que el salario de un maestro pueda sufragar.
“No es un sueño, pero se puede y permite soñar”.
Eran los pensamientos que bullían en la cabeza de Luis Carlos. La familia Pernía Chaparro, apellidos de Luis y Maritza, en su viaje hacia Mérida, disfrutaban de los hermosos paisajes de la cordillera y su grato clima frío, la cordialidad de su gente, la agradable gastronomía, sus paisajes nublados, sitios históricos y tradiciones atesoradas por generaciones.
Visitaron una vez más, la Laguna de Mucubají, espejo de agua, que, junto a las lagunas Negra, Victoria y Los Patos, se hallan en las depresiones de las serranías andinas. Así, disfrutando de esos panoramas, prosiguieron su paseo, haciendo paradas en distintos sitios a orilla de la carretera andina, compraban algún dulce “abrillantao” o una artesanía propia de esa región, se tomaban una taza de chocolate caliente y Luís degustaba un “calentaito” para disipar el frío de la montaña.
Finalmente, porque lo querían hacer, se hospedaron en una cabaña del “La Trucha Andina”. Allí pasarían la noche, allí durmieron, no sin antes regodearse, soñando despiertos mientras caminaban por los senderos y deleitándose con los paisajes de tan agradable lugar.
Al día, siguiente, ya despiertos, Luis y Maritza, conversaban sobre todas las cosas vividas.
– Bueno niños a levantarse, vamos a desayunar y continuar- Amorosamente Luis les informaba a sus pequeños-
Desayunados, con calma, proseguirían su camino hacia la “Ciudad de los Caballeros”. Maritza, los bendijo y abrazó, diciéndoles sonrientemente
– Vamos, que tenemos que pasar por la oficina a entregar las llaves y hacer algo sumamente importante: ¡pagar! -Reía.
Con sus pequeños bolsos, se presentaron en la recepción
-Buenos días, señorita. Por favor deseamos pagar nuestra cuenta, cabaña identificada “4F”- Habló Luis-
La encargada contestó- Buenos días, señores, con gusto les atiendo- Y procedió a entregarle el recibo de cuenta.
Y , Luis leyó el contenido, al tiempo que exclamaba con cara de asombro- ¿Cómo que 500 dólares? ¿ El pago no es en bolívares? ¿Y por qué tan caro?-
Por lo que la recepcionista le contestó – Sí señor. Ufff, hace mucho tiempo que acá y en todo el país se cancela en dólares! Ya hace bastante que los bolívares no son moneda de circulación nacional. – e insistía
-Perdone si soy imprudente, pero ¿Uds. estaban fuera del país? –
Trató de aclarar diciendo:-Agregado a eso señor, pero disculpe, esos son los precios en la totalidad de los negocios hoteleros. Recuerde que en ese precio está incluido el desayuno.
-Luis, angustiado y al mismo tiempo apenado miró a su esposa con un gesto de sentirse como “perdido en el espacio”, miró nuevamente el recibo y encogió su hombros y sacó la cartera, la abrió y se dio cuenta que tenía cerca de 4.312,50 dólares (sus ahorritos de varios años).
Pagó y salieron en “volandillas” del recinto.
Y se preguntaba en voz baja: -¿será que todo ha sido un sueño? ¿Pero Maritza y yo soñamos lo mismo?
-Perplejos ambos, llegaron hasta el estacionamiento. Y, sorpresa el carro, un Toyota azul, tenía las puertas abiertas, sus vidrios destrozados, el radio desapareció y el maletero del mismo saqueado.
Una botellita de whisky (camuflajeada) y otra de ron “Carúpano” que le regalaron para combatir el frío y hasta el agua potable que llevaban. Todo, brilló por su ausencia, se esfumó..
¡Les habían robado todo!
Con mucha rabia y desesperación insistió en revisar el recibo de la cuenta, Cliente: Luis Pernía; Fecha:15 de agosto de 2022; Hora: 9:30 a.m., Total a cancelar: 500$.
Pensaba Luis en voz alta para que su querida esposa también escuchase: -Todo fue un sueño que nos trajo nuevamente a una dantesca pesadilla, ¿la realidad dolorosa de nuestro milenio?.
Lágrimas rodaban por sus mejillas, y al final fueron cayendo en las comisuras de su boca y sentir el amargor de ellas como nunca lo había experimentado, lágrimas de rabia y decepción en un mismo sentir. No hubo un sueño. Fue realmente una pesadilla derivada del sueño de libertad de los venezolanos.
Casi por completo apagado, y muy claro de su triste realidad, con una imperceptible esperanza en sus ojos, que además denotaban cierto porcentaje demencial, miraba lánguidamente los árboles y verdes siluetas que la neblina transformaba en pequeños gnomos, Luis Carlos le preguntó casi que infantilmente a su esposa:
– ¿Qué te parece Maritza si empezamos a seguir soñando esta pesadilla, para transformarla en el sueño anhelado de tener la Venezuela anterior a todos estos años antes de Chávez?-
En verdad, los sueños simbolizan la ejecución de unos deseos, cuya elaboración fundamental atiende a las normas del lenguaje.
Se ha establecido que funcionalmente deben forjar agrado, deleite, en tanto que la pesadilla sería la antípoda de la frustración del deseo del sueño, es la aspiración de dormir.
En otras palabras, siendo el sueño una complacencia derivada a través de palabras, en contrario la pesadilla representa la imaginación del deseo del que sueña. Por lo que los sueños coadyuvan a estimular lo bello, lo hermoso, pero que puede llevarnos a algo que al final no es tan delicado y terso sino todo lo contrario, cruel y agudo: las pesadillas.
Estas últimas, se nos presentan con un despertar de miedos, espantos o sorpresas y el sueño queda como un deseo reprimido por la paralización de lo placentero, hermoso y alcanzable representado en el sueño.
Esto, fue lo que finalmente sufrieron Luis Carlos y Maritza, no obstante, queda para ellos (O, para muchos de nosotros), que: “Tan solo fue un sueño” .
Y, ¿Qué es la vida? Una ilusión, una sombra, una ficción y el mayor bien es pequeño: que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son”. (Pedro Calderón de la Barca).
“No es verdad que la gente pare de perseguir sus sueños porque sean mayores, se hacen mayores porque dejan de perseguir sus sueños” (Gabriel García Márquez)
“Prometieron que los sueños pueden hacerse realidad, pero olvidaron mencionar que las pesadillas también son sueños”. (Oscar Wilde).
“Bienvenidos a la peor pesadilla de todas, ¡realidad!”. (Clive Barker).
Calgary Canadá, Enero de 2023
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