Cuenta La Leyenda: La ruta de la gastronomía
He tomado hoy el tema de la gastronomía, ya que está muy de moda en nuestro país el hablar de los lugares que existen en todos los estados, ciudades, pueblos, barrios, y otros más, los bodegones y expendios de diferentes platos de alimentos en cualquier rincón.
Antaño el mercado fue un sitio donde se reunían vendedores y compradores para realizar el intercambio de mercancía.
Con el desarrollo de los sistemas de información y de comercio y la creciente globalización, el concepto de mercado cambió: El escenario físico de la transacción pasó a un segundo plano y lo importante ahora es la interacción de compradores y vendedores para intercambiar bienes y servicios que satisfacen necesidades.
El teléfono, el fax y el internet permiten que el intercambio se realice sin que los agentes económicos se desplacen.
De aquellos primeros mercados quedan vestigios que son una delicia.
Se trata de los mercados libres que funcionan en las ciudades con su avalancha de colores, olores y sabores, verdaderas cornucopias de vegetales de hojas verdes, pintorescas frutas, variados vegetales y tubérculos, donde los compradores se encuentran muchas veces con los productores de los intermediarios más directos.
Recuerdan esos mercados a los viejos mercados del siglo XIX, como el de la plaza de San Jacinto, en Caracas, el 1866, con su mercancía de todo tipo y los burros en que eran transportados, sus kioscos de flores o de pájaros, sus vendedores escandalosos y sus compradores en romería de puesto en puesto.
O los mercados que le sucedieron, como el de 1898.
Una visión aproximada nos la ofrecían el actual mercado de Guaicaipuro y el recordado Quinta Crespo.
Entonces cada ciudad que se respetara tenía su propio mercado libre: Valencia, con el suyo inaugurado en 1848, el de la Guaira (el mosquero) en 1857, el de Barcelona en 184, el de Ciudad Bolívar ( la Carioca) en 1859, el de San Cristóbal en 1877, el de Mérida en 1895, el de San Félix, Puerto Ordaz, el de la 45, los cuales van de mano con la fundación de la ciudad y otros más.
Después la acción oficial los remodelo y reconstruyó, hasta que esa iniciativa gubernamental se convirtió en política oficial desde 1939. Luego el Ministerio de Agricultura y Cría, del que dependían, los traspasó en 1954 a las municipalidades de todo el país.
Ese año había 76 mercados libres urbanos. Esos como el de Cumaná o el de Conejeros en Porlamar, donde el viajero apaga la sed de turismo, de naturaleza y de hambre, o los nuevos, como el municipal de Mérida, de la Otra Banda, que reemplazo al viejo mercado en el centro de la ciudad, y que fue escenario de tantos recuerdos para el visitante amoroso de las cosas de la tuviera, son joyas a preservar para el disfrute de las futuras generaciones.
Vale la pena hacer mención a algunos mercados que aún se conservan en el interior del país. De estas maravillas tradicionales encontramos, en el estado Zulia, el Mercado de Las Pulgas, que tiene de todo.
Allí se pueden conseguir empanadas, pastelitos, patacones, todo bien delicioso y hierbaterías de todo género de todas las especies de todo tipo. Queda en la avenida Libertador, en pleno centro de Maracaibo.
Cumaná en el estado Sucre, mantiene un amplio mercado que lleva su nombre, con opciones muy ricas y variadas, el visitante puede sentarse cómodamente a saborear las preparaciones propias de los fogones de la zona en unas sencillas mesas con manteles de plástico.
En el mismo estado, pero en Cariaco, está un mercado sensacional para deleitarse comiendo especialmente pescado frito, morcilla, chorizos, y y huevas, acompañadas con arepas de maíz pelado.
En Carúpano queda El Mercado, unos de los mejores exponentes de estos centros de reuniones del Oriente venezolano. Siempre lo encontrará repleto de gente y allí también se encuentra un poco de todo.
En Nueva Esparta su mercado de Conejeros sigue siendo una parada obligada para los que buscan probar la sazón autentica de las mujeres margariteñas.
Su equivalente en Mérida es el Mercado de Los Pequeños Comerciantes, el gran sitio para desayunar con pizca andina y arepa de harina de trigo, almorzar y comprar productos fresquísimos.
En el Táchira el Mercado de Capacho es solo un punto para adquirir las mejores morcillas y chorizos, sino una joya arquitectónica que data de la época de Cipriano Castro, lo que ha convertido en un sitio turístico por excelencia.
Y como ya nombramos anteriormente en Bolívar está el Mercado de la Carioca a orillas del Orinoco.
Es enorme, dos plantas, lo mantienen en magníficas condiciones y se pueden saciar todos los gustos y antojos, porque allí hay para todos los gustos.
(Algunas notas tomadas del Atlas de tradiciones venezolanas)
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