Cuenta la leyenda

Monseñor Santiago Ollaquindia Aguirre. Nació en España, en Tarragona-Cataluña el día 25 de julio de 1921, proveniente de una familia muy religiosa, siendo el único de seis hermanos que consagró su vida a Dios.

Recientemente se está realizando una serie de diligencias, por los habitantes de la Urb. Los Olivos y fieles de la iglesia Nuestra Señora de Coromoto, para lograr la exhumación de los restos de este recordado pastor de la iglesia católica, en el cementerio donde fue enterrado para ser depositados en la cripta que está en la base de la torre de la referida parroquia, que fue el sitio donde dio sus últimos mensajes a su feligresía a pesar de la incomodidad, ya que sus miembros inferiores habían sido amputados clínicamente.

Cuando yo conozco a este siervo de Dios, al final de los años 60, era un educador en el colegio Loyola, lo que da entender que era un jesuita, era una persona de carácter recio, de muchos conocimientos, dedicando por entero gran parte de su vida (más de 40 años en la iglesia de La Coromoto) al señor Jesucristo, de diferentes maneras, como educador, como representante de la iglesia fueron muchos los bautizados, ¿Cuántos no fueron las uniones conyugales y a cuántos no les dio palabras de aliento cuando en una angustia fueron a manifestar bajo una confesión el problema que le aquejaba? Ya en Rotary Club, donde ambos compartimos, en diferentes ocasiones él fue presidente y yo también, demostró su calidad de gente como humano y llevar a los más necesitados la ayuda a todos aquellos que de una u otra manera así lo requiriera. Fue un gran emprendedor, fundador e impulsor de universidades.

Comentó en una ocasión que había entrado a la compañía de Jesús como novicio en el año 1937, en su país natal y desde entonces dedicó su vida a Dios predicando la palabra.

Llegó a Venezuela, a través de vía marítima por el puerto de La Guaira en el año 1939, fundando el noviciado en el país con dos compañeros destinados para tal fin. Estudió Letra y Filosofía en Colombia, en la Universidad Católica Pontificia Javeriana de Bogotá en el año 1941, en el año 1951, hace sus votos solemnes, regresando a España para culminar sus estudios de Teología en la facultad de OÑA.

Fue ordenado sacerdote en la Basílica de San Ignacio de Loyola-España, casa natal de San Ignacio, fundador de la orden; donde el Padre Ollaquindia realiza su primera misa el 31 de julio del mismo año. Regresa a Venezuela en el año 1957, desempeñándose como profesor en los colegios San José de Mérida, San Ignacio de Loyola en Caracas, Gonzaga en Maracaibo, funda la Unidad Educativa de Tamare en el estado Zulia.

Estando de profesor del Colegio San Javier en Barquisimeto, fue cuando los superiores Jesuitas dispusieron trasladarlo a Ciudad Guayana, en el mes de noviembre de 1966, cuando acababa de fundarse el colegio Loyola, impartiendo las cátedras de Castellano y Literatura, Historia del Arte y Filosofía, en el Iupeg (Unexpo) durante diez años, dicta la cátedra de Estudio y Comprensión del Hombre, luego ocupó el cargo de subdirector administrativo. En el año 1983, es cuando fue designado párroco de la Parroquia Nuestra Señora de Coromoto y luego se le adjudicó la Rectoría de Guadalupe, el 11 de diciembre de 1999, es nombrado Vicario General de la Diócesis por Monseñor Ubaldo Santana y el título de Monseñor le fue otorgado por Monseñor Mariano Parra Sandoval.

Después de todo este recorrido realizado con fe y amor por sus semejantes, dejó una estela muy profunda de bondad, los que tuvimos la suerte de conocerlo y compartir con él, pudimos palpar en vivo todos sus consejos de sabiduría obteniendo la bendición. Monseñor, Dios lo tenga en su gloria.

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