Bitácora Industrial
Aranceles y proteccionismo
En el más elemental análisis de las razones por las que se establecen políticas de cierre de las fronteras a productos importados, la primera de ellas es que los productos de otros países son mejores, más baratos, o ambas cosas a la vez. En esas circunstancias, la única manera que los industriales de un país puedan vender sus productos es eliminando la competencia extranjera, para lo cual o se prohíbe la importación o se le establecen arancelarios aduaneros de tal manera que sean más caros que los nacionales.
A estas políticas se les llama proteccionismo, que para la mayoría de los economistas es algo negativo para el desarrollo de un país, porque lo natural es que los productos de un país puedan competir con ventaja frente a los productos importados, tanto en precio como en calidad. Cuando el presidente de los Estados Unidos establece aranceles elevados a los productos chinos, en el fondo está reconociendo que los industriales norteamericanos no pueden competir con los chinos, que producen a menor costo, entre otras cosas porque sus trabajadores no tienen el nivel de vida que sus pares de Norteamérica. Esto significa que un alto estándar de vida implica precios más elevados que los de países con menor nivel de vida, en donde los salarios y otros costos de producción son menores. Sin embargo, los analistas del tema económico señalan que en los países en donde parte de la población tiene un alto estándar de ingresos, establecer altos aranceles a los productos importados termina perjudicando al sector pobre o con ingresos menores, que no pueden pagar los altos precios de los productos nacionales. De esta manera, la política proteccionista de Trump pudiera estar haciendo mayor la carga de costo de vida para su población de menores recursos, que al final podría terminar volteando el voto que lo llevó a la Casa Blanca. Porque las grandes mayorías de la población de Estados Unidos están conformadas por la clase trabajadora, pobres, o clase media baja, que es la clientela de los productos chinos más baratos que los nacionales.
Esa política beneficia al sector empresarial o en todo caso a la clase media alta, pero no a la gran mayoría de la población. Además, al eliminar la competencia extranjera de productos más baratos, los consumidores quedan a merced del precio que los industriales quieran establecer, debido a que en Estados Unidos no hay regulación de precios. Pero además, al establecer nuevos aranceles a los productos chinos, Trump está creando fuertes turbulencias en los mercados internacionales, que al final podrían terminan afectando también a la economía de su país, que es uno de los más importantes exportadores del mundo. En las relaciones internacionales uno de los principios más importantes es el de la reciprocidad, lo que significa que el aumento de los aranceles por parte de Estados a los productos de otras naciones, pudiera provocar que otros países podrían hacer lo mismo con los productos norteamericanos. Los aumentos de aranceles recíprocos entre China y Estados Unidos pudieran desembocar en una guerra comercial abierta, lo que tendría repercusiones negativas inmediatas en la economía mundial, como ya está comenzando a ocurrir. En un alto porcentaje, la estabilidad de la economía mundial, ya totalmente globalizada, depende de la libertad de comercio entre las naciones. Mercados cerrados dentro de las fronteras de cada nación hacen que su economía sea insostenible, porque sus aparatos de producción dependen en gran medida de maquinarias, equipos, repuestos, insumos, materias primas, tecnología y patentes de otras naciones.
Si cada nación llegara a cerrar la importación y exportación, en pocos meses lo más probable es que entre en recesión, hasta que su economía se readapte a lo que ese país pueda producir por sí mismo. Regresaríamos a la época pre colonial, cuando el intercambio comercial entre las naciones era prácticamente nulo y la economía de un país dependía solo de la agricultura, la cría, y en algunos casos la minería artesanal.
Industria nacional
Cada vez se hace cada vez más difícil la producción industrial, por dificultades propias de las industrias y también por los factores externos como el ausentismo laboral por falta de transporte, frecuentes interrupciones en el servicio eléctrico, fallas en las plataformas de los sistemas de comunicación, sobre todo de data, falta y alto costo de dólares para la importación de materias primas y repuestos, y migración al exterior del personal de mejor calificación. Encima de todo eso, el cierre casi total de financiamiento bancario provocado porque los bancos, aparte del encaje legal al BCV tienen que mantener “gavetas” de créditos dirigidos solo a ciertos sectores, por disposición del gobierno. El único aspecto positivo dentro de todo esto es que cuando el industrial trae dólares del exterior se beneficia de la paridad, aunque luego se le haga más difícil reponer ese capital en dólares.
En otras palabras, para reponer los dólares que traiga cada vez va a necesitar mayor cantidad de bolívares, que muchas veces no los produce la utilidad en el proceso fabricación. Varios empresarios consultados por BITACORA expresaron que mantienen sus industrias operativas, aún a pérdida, porque si las paralizan el costo de reactivarlas sería mucho mayor y en algunos casos si interrumpen la producción corren el riesgo de las medidas que el gobierno ha dicho que tomará con las empresas que sean paralizadas por sus dueños.
Petróleo
La Opep emitió un informe esta semana en el que corrige a la baja su predicción del aumento de consumo mundial de petróleo este año, quitándole 40.000 barriles a lo que estimaba en junio. Ahora sitúa en un promedio de 1,10 millones de barriles el aumento de consumo al cierre de 2019, cuando el mundo debería estar consumiendo 99,92 millones de barriles diarios. El informe de la Opep es sinuoso en sus estimaciones, porque aún cuando habla de que el consumo mundial seguirá creciendo, expresa que “estas estimaciones están sujetas a revisión a la baja derivadas de la incertidumbre relacionada con el desarrollo económico global”.
En este sentido, la mayoría de las agencias internacionales de inteligencia comercial predicen que hay una alta posibilidad de que la economía mundial retroceda, como consecuencia de la guerra comercial entre China y Estados Unidos, lo que indudablemente provocaría un retroceso en el consumo de crudo. Para 2020 la Opep estima que el aumento de consumo mundial será de 1,14 millones de barriles para que el promedio diario de consumo esté al final del año en 101,05 millones de barriles diarios.
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