Comer calabacín protege el corazón
El calabacín contiene una riqueza vitamínica y de minerales que puede interesar a una gran parte de la población.
Los últimos datos de la Sociedad Española de Cardiología (SEC) indican que la enfermedad cardiovascular continúa siendo la principal causa de muerte entre los adultos en nuestro país, suponiendo cerca del 26 % de la mortalidad general. Además la SEC apunta que un 13 por ciento de la población adulta presenta una baja salud cardiovascular, siendo Andalucía, Galicia y Canarias las comunidades autónomas con mayor porcentaje de personas afectadas.
Con estos datos queda de manifiesto que la salud cardiovascular es una asignatura pendiente y que, más allá de los factores genéticos, evitar el sedentarismo y mantener una dieta cardiosaludable deben ser premisas inexcusables en el día a día.
La dieta está en nuestras manos: para la enfermedad cardiovascular se hace hincapié en los hidratos de carbono procedentes fundamentalmente de verduras y frutas. Tampoco hay que olvidarse de las vitaminas y minerales, y el calabacín tiene de todo.
Sus minerales estrella: potasio y magnesio
El calabacín tiene una gran cantidad de potasio, un mineral fundamental en una dieta cardiosaludable que tiene entre otros papeles clave el de reducir los efectos nocivos de la sal en nuestro organismo. Voces expertas señalan que aumentar el consumo de este mineral supone disminuir el riesgo de accidentes cardiovasculares.
Pero esa no es la única clave del potasio sino que esconde otro beneficio en una acción conjunta con el magnesio: ayudan a controlar la presión arterial, clave para las personas que sufran de hipertensión. Pese a esta importante función, un estudio reciente de la Fundación Española del Corazón aseguraba que cerca del 80 % de la población española no ingiere suficientes cantidades de magnesio.
Altos valores de vitamina C
Nos han vendido tanto que las vitaminas, y en especial la C, están presentes sobre todo en las frutas, que cuando nos enteramos de las altas dosis de estas moléculas en hortalizas como el calabacín, supone toda una sorpresa. En este caso, su funcionalidad se expande en varios efectos a tener en muy en cuenta: antioxidante, ayudando así a los glóbulos rojos a funcionar mejor, pero también a controlar la presión arterial.
Pero ahí no se acaba su efecto cardioprotector, sino que hay que sumarle su capacidad para reducir los niveles de colesterol: la fibra que posee el calabacín unida a los altos niveles de vitaminas C y A, ayudan a aminorar el riesgo de sufrir aterosclerosis, afección frecuente que se traduce en la acumulación de grasas, colesterol y otras sustancias dentro de las arterias y en sus paredes.
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