Sucesos

Relatos de la Justicia: Violencia vicaria (El estado puro de la maldad II)

Basado en el cumplimiento de esta orden fiscal, fundamentó su renuencia a entregarle a su hija al padre para cumplir con su petición de convivencia.
sábado, 04 septiembre 2021
Helen Hernández | Solo quería causar dolor a la madre

El nacimiento de Nyx fue el más importante acontecimiento familiar de ese momento, primera hija, primera nieta, primera sobrina y primogénita en todos los sentimientos familiares, no se escatimó en atenciones, cuidados y su recibimiento en el seno de la familia hizo pasar solapadamente todo el pasado violento de su padre.

A pesar de que durante todo el embarazo el comportamiento del violento padre pareció seguir un libreto de un cuento de hadas, siempre se encargaba de hacerle saber a la madre quien tenía el mando de la relación y los daños que era capaz de ocasionarle si le desobedecía en alguna de sus peticiones, llegándole a amenazar en par de oportunidades ante discrepancias con provocarle incluso un aborto, pero ella con gallardía se encargó de encararlo y hacerle saber que no era la misma sumisa que en un principio manipuló.

Ante su negativa de permitirle que el nacimiento de Nyx se produjera en Venezuela, actuó sigilosamente y no le contradijo, por el contrario, simuló para calmarlo estar de acuerdo en que naciera en Oxford y obtuviera la nacionalidad inglesa, pero sin generar sospechas adquirió un boleto aéreo que compró por intermedio de su hermano en Venezuela, con el ardid de hacerlo todo secretamente para darle la sorpresa a la familia.

Un día, luego de su salida matutina hacia la Universidad se produjo su escape. Sin que él lo supiera ella logró hacerle una copia a la llave del apartamento cuyo acceso siempre estuvo prohibido y apenas le vio subir al auto, empacó unas pocas cosas y emprendió rumbo al aeropuerto.

Su única conexión con el mundo era la comunicación con su hermano en Venezuela, quien estuvo pendiente de toda su travesía, todo lo había planificado meticulosamente, su gestación apenas alcanzaba el quinto mes y no fue necesaria la autorización médica del obstetra, el cual obviamente había sido seleccionado por él, para poder manipularlo y mantener el control del progreso de su embarazo.

 

Al llegar al aeropuerto de destino su hermano la recibió con una mezcla de emociones, por un lado la alegría de verla y por otro lado los nervios que las insistentes llamadas de su consorte produjeron en el seno familiar, lo que hizo que su visita no resultare en una sorpresa.

Su recibimiento en el hogar familiar no fue el esperado, las caras de angustia de sus familiares no fueron nunca las deseadas por ella, su hermano tuvo que revelar su plan de sorpresa ante la amenaza de su cuñado de acudir a las autoridades inglesas y denunciar la desaparición de su cónyuge.

Desde ese momento su madre con un rictus facial y desdén, le recriminó su plan sin sentido, obviamente desconocía los detalles de todas las agresiones que su mayor hija sufría a manos de aquel desquiciado sujeto.

El resto de su embarazo lo cumplió bajo la calidez familiar, quienes en poco tiempo olvidaron la angustia y se esforzaron en recrear un ambiente afable para la primeriza gestante.

Llegó el día del nacimiento de Nyx y el júbilo que se suponía debía sentir, se vio abruptamente sacudido cuando al despertar de la anestesia, la primera imagen que observó fue la de su depravado consorte sosteniendo aquel tierno bulto envuelto en una manta color rosa, mientras su mirada cínica de supuesta alegría se le quedaba grabada para siempre en la memoria.

Su angustia superó su recuperación, apenas pudo pidió tener a su hija en brazos para más nunca entregarla a su padre. Los nervios se apoderaron de ella desde ese instante, no encontraba paz con el sólo hecho de imaginar que aquel desalmado pudiere hacerle daño o separarla de su hija, mucho más, luego de que en un momento solos los dos junto a la bebé este le susurró: “Vine a llevarme a mi hija, te preparé un expediente durante estos meses con el que puedo demostrar en un Tribunal que estás enajenada mentalmente, los videos del aeropuerto donde se te ve huyendo sin motivos me servirán de prueba”…

Con el tiempo ella comprobó que no existía tal expediente, mucho menos videos de ella huyendo, pero él sabía que aquella amenaza la desequilibraría suficientemente como para regodearse en su sufrimiento.

Ninguna foto familiar del nacimiento de Nyx podía verse sin notarse su rostro de angustia, en todas aparecía con su celador al lado y en las que éste cargaba a Nyx el rostro de ella superaba cualquier escena de película de terror.

El estrés que esta situación le producía la hicieron colapsar, la mala alimentación producto de la ansiedad y la pérdida del sueño la hicieron ser merecedora de una nueva hospitalización, oportunidad que su agresor aprovecharía para una nueva amenaza.

Cuando ya estuvo de vuelta en la vivienda familiar fue abordada de nuevo por el sigiloso patán y la instigó a regresarse a Inglaterra, a cambio de no revelar las supuestas pruebas que traía desde Oxford, a las que le agregó la historia clínica de su reciente colapso de salud, más unas fotografías que había tomado de un frasco de ansiolíticos en su mesada de noche, evidencias que obviamente habían sido sembradas por él.

Ante este nuevo chantaje pensó en revelar a la familia toda la verdad, sin embargo se cuestionó el hecho de que había una alta probabilidad, de que no fueran tomados en serio sus argumentos, bien por la inestabilidad con la que podía asociarse su comportamiento, o bien por la facilidad que tenía su agresor de persuadir a la gente que lo rodeaba. Decidió callar una vez más.

Sus amenazas, ciertas o no cumplieron su cometido, en perversa alianza con sus miedos fueron la mezcla perfecta de ingredientes para hacerla ceder ante la exigencia de su captor, cumplida su licencia otorgada por la Universidad por el nacimiento de su primogénita, volvían a Inglaterra una vez más sin su consentimiento y en contra de su más elemental voluntad.

Cinco años y seis meses fue la condena que tuvo que pagar por el delito de su silencio, pues ese fue el tiempo exacto que pudo sostener toda aquella relación basada en una mentira, construida sobre los cimientos de sus amenazas, sus hombros no soportaron más.

El detonante que le hizo tomar la más importante decisión, fue el darse cuenta que de manera imperceptiva éste había establecido un mismo patrón de dominación con Nyx, su menor hija y hasta de cierta manera, le había puesto en contra de ella con apenas cinco años de edad, no quería adivinar cuál sería en un futuro su comportamiento de seguir con ese patrón de manipulación.

La noticia del nacimiento de un sobrino sería la excusa perfecta para volver a Venezuela, usando una inusual capacidad de persuasión con su agresor logró convencerlo de hacer el viaje, aprovechando unos cortos días de licencia que le habían otorgado en la Universidad por un nuevo ascenso.

Simulando ser la familia perfecta e impoluta que sólo responde a los designios del excelso señor, esa que siempre imaginó su agresor en su retorcida mentalidad, emprendieron el viaje con rumbo a su insospechada libertad.

Apenas llegaron y conocieron el nuevo miembro familiar buscó la manera de procurar un momento a solas con su madre, sabía que si lograba convencerla a ella de su verdad, todo el apoyo de la familia sería indiscutible.

No fueron necesarios muchos argumentos ni muchas razones, el terrorífico relato de todas las injusticias sufridas, entrecortado por su llanto genuino, le hicieron saber que su madre confiaba plenamente en lo contado por ella, desde ese instante se selló el compromiso infranqueable entre ellas, de apoyarse en ese trágico episodio de sus vidas.


Fue pragmática en su confrontación, sabiéndose apoyada por el grupo familiar y en medio de una inusitada reunión, lo expuso con lujo de detalles ante todos, citando amenazas, agresiones, fechas y lugares fue delatando su comportamiento episodio tras episodio, sin poder soportar aquella sorpresiva embestida, éste decidió abandonar la residencia no sin antes escuchar la advertencia que ella le haría: de regresar a molestarla le esperaría confrontar un juicio penal por agresiones y cautiverio, aunado al hecho de que le haría saber a la prestigiosa universidad donde laboraba, su historial violento y agresivo con lo que seguramente le valdría un despido de su vida académica, con la cual siempre pretendió ocultar su verdadera esencia de disociado.

Pero no todo podía ser color de rosas, un par de años fueron apenas los que transcurrieron entre ese episodio y el retorno del agresor. Cumpliendo su amenaza aunque no ciertamente como la formuló en el pasado, regresó con una acción judicial en su contra, un divorcio contencioso por abandono de hogar, privación ilegítima de patria potestad y una acción penal por sustracción de su menor hija.

A todas ellas se les hizo frente, con argumentos sólidos y en uso a su derecho a la defensa pudo irlas resolviendo una a una. Pudo demostrar que nunca había privado ilegítimamente de su patria potestad, que le nace por derecho como padre de Nyx, por el contrario, existió un abandono de su ejercicio al no haber procurado ninguna forma de contacto con su menor hija, también se demostró que hubo un incumplimiento con sus obligaciones como padre, a pesar de no haberse entablado juicio de divorcio, ni declararse un régimen de manutención y convivencia familiar por un tribunal.

Del divorcio se resolvió fácil, ella renunció a sus derechos sobre cualquier bien habido dentro de la comunidad de bienes conyugales, por lo que el vínculo matrimonial fue disuelto definitivamente.

Acudió ante la fiscalía y a pesar de la reticencia de recibirle su denuncia por los años que habían pasado desde las agresiones, aunado a la debilidad en cuanto a las pruebas, se le concedió una medida de protección y se le prohibió al agresor acercarse a ella, bien por sí mismo o a través de terceras personas, pero ello no sería suficiente para que la embestida judicial que había preparado el agresor continuara.

Quiso ella una vez obtenidas las medidas de protección en su favor y con denuncia en mano, ejecutar su advertencia de participar a la universidad de su vida de agresiones, pero el infeliz había renunciado a ésta exclusivamente para enfilar todas sus armas contra ella y no permitirle ventajas.

Insistió éste con su estrategia judicial, sólo unos meses duró la tregua, la arremetida continuaba, ella fue compelida por un tribunal a que debía cumplir con un régimen de convivencia familiar, que le permitiera al padre compartir con su menor hija, pues la prohibición de acercamiento era referente a ella más no así con su hija, con esto le estaba dando donde más le dolía, su hija y su miedo a que le hiciere daño.

Justo cuando eso sucedía, ella logró que la fiscalía le ordenara al agresor con respecto al proceso penal por las agresiones y el cautiverio, que cumpliera con una serie de evaluaciones psicológicas, a través de las cuales se pudiera verificar su estado de salud mental, movimiento que ella astutamente realizó en conocimiento de la farmacodependencia del agresor.

 

Basado en el cumplimiento de esta orden fiscal, fundamentó su renuencia a entregarle a su hija al padre para cumplir con su petición de convivencia, pero esto no fue suficiente, habilidosamente y usando para ello todo su poder económico y sus importantes influencias, logró iniciar en su contra un juicio penal por desacato a la orden judicial, aquella que se negó a cumplir cuando una horda de funcionarios con el estruendo de las sirenas de las patrullas, pretendieron cumplir la orden de una juez arbitraria, que creyó que esa era la forma más civilizada de lograr que un menor vea a su padre sin causarle traumas futuros.

El proceso penal avanzó, no hubo forma de detenerlo, ese angustioso y espinoso camino de un proceso penal estaba siendo utilizado y con él las instituciones, para ejecutar otra forma inédita de violencia contra la mujer, la violencia judicial, la que muchas veces se emprende en el ejercicio de derechos legítimos, pero a través de formas arbitrarias empleadas por jueces y fiscales inhumanos.

Llegado el juicio oral en el que se decidiría sobre si la madre era responsable de desacato, fueron muchas las audiencias en las que se escuchó narrar sus penurias, pero el tribunal insistía tozudamente que esos hechos no se correspondían con los que estaba siendo enjuiciada.

Al momento de finalizar el juicio en palabras del defensor de la madre como discurso de cierre, se argumentó como conclusión que ninguna madre está obligada de entregar a sus hijos a la incertidumbre del riesgo de que sean lastimados, física o psicológicamente, sea esta posible o probable en manos de un tercero o su propio padre, por ello no existe ni existirá desacato de una orden judicial, cuando ésta atenta con violencia contra la sagrada protección que una madre le debe a sus hijos, más aún en un juicio en el que enarbolando presuntos derechos se exige justicia, cuando lo que verdaderamente se busca es una vil y cruel venganza, utilizando a los hijos como instrumento.

La justicia está separada de la venganza por un hilo casi invisible, solo perceptible por un juez con nobleza y sensatez.

Ese día y antes del dictado de la sentencia, en un giro insospechado, el agresor apoyado por el fiscal y de su abogado acusador, imploró a la juez casi llorando que fuere cual fuere la decisión, él deseaba tener contacto con su menor hija ya que tenía casi tres años sin verla ni abrazarla.

La juez fue movida en sus sentimientos y en sus fibras de madre, la cual accedió a la inusual petición, de inmediato los ojos del agresor brillaron con extraña satisfacción, pero se le recordó a la juez que en recomendaciones dadas por los expertos que declararon durante el juicio, la convivencia del agresor con la menor hija, debía darse de manera paulatina y en acompañamiento de los especialistas, argumento que hizo bajarle el volumen al brillo ocular del agresor, quien no escatimó en alegatos del porqué un padre debía ser vigilado mientras compartía con su hija.

 

Esa insistencia del agresor hizo prender las alarmas y hasta la percepción extrasensorial, se reconocía por ser una persona de alto poder adquisitivo, suficiente como para planificar un rapto y salir librado, pero al parecer la juez del caso no conocía esos detalles del agresor y lastimosamente concedió la petición de éste, no obstante a que de inmediato procedió a dictar sentencia absolutoria a favor de la madre.

De cierta manera había sido un rotundo éxito haber ganado el juicio demostrando las verdaderas intenciones del agresor, pero la inusual decisión de la Juez de permitirle al padre compartir a solas con la menor, hizo aplazar cualquier celebración por el resultado del juicio, no fuere que el agresor hubiere planificado darse una sentencia distinta.

De alguna manera y a través de un valioso contacto en el aeropuerto se supo que el agresor había llegado a la ciudad en su avión privado, lo que le facilitaría sus deseos de profundizar el sufrimiento a la madre y raptar a la niña, horas después se descubriría que en efecto era esa su resolución.

Se decidió darle cumplimiento a la decisión de la juez de entregarle la niña al padre para que compartieran unas horas, pero la intuición se impuso ante la lógica y apenas el agresor tomó rumbo con la menor, se le siguió cautelosamente, y tal como se sospechaba este tomó vía al aeropuerto, de inmediato se tomó la decisión de interceptarlo, pero éste al ver que era perseguido, en un acto ruin, abominable y con toda la intención de causarle gran sufrimiento a la madre, aceleró el vehículo y en una curva pronunciada abrió la puerta del copiloto y lanzó a la niña, con toda la intención de que algún desprevenido conductor la embistiera y le causare la muerte.

Por obra de la divinidad, Dios tomó el control del volante del vehículo y fue posible hacer una maniobra que evitara el fatal deseo del perverso autor de inconmensurable maldad. De un salto la madre salió del vehículo y fue a recoger en sus brazos protectores aquella diminuta figura que afortunadamente resultó ilesa.

Se supo que el monstruo autor de estos hechos pudo abandonar el país utilizando su poder económico, pero al día de hoy se encuentra con orden de aprehensión y notificación roja de Interpol, en algún momento la justicia lo alcanzará.

No me lo contaron, pues vi con mis propios ojos EL ESTADO PURO DE LA MALDAD.

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