Sucesos

Relatos de la Justicia: Operación “El Frío”

Me explicó que entre sus múltiples ocupaciones le vendía suministros y le brindaba logística de seguridad a una cadena de posadas VIP.
sábado, 24 abril 2021
Helen Hernández | Tumeremo es el centro de acción

Hace unos días atrás repasando la memoria de mis anécdotas, recordé un episodio que viví hace muchos años y en el que tuve la oportunidad de conocer a un verdadero Navy Seal, o lo que vendría a ser un “Comando de la Armada de los Estados Unidos”.

Aconteció curiosamente en la ciudad de Tumeremo, sí, ese pintoresco municipio al sur del país en el que parece que nada ocurre, pero que a la vez todo sucede al mismo tiempo y en nuestras narices sin darnos cuenta.

Sucedió que un día viernes, me visita un buen amigo que conocí en en esa ciudad, me invitó a tomarnos unas cervezas al finalizar mi jornada de trabajo, por lo general no hacía planes los días viernes porque era el día que regresaba a Puerto Ordaz. Pero en esa ocasión había decidido pasar el fin de semana en Tumeremo, por lo que no dudé en aceptar la invitación.

Mi amigo es un hombre de mundo, vivió buena parte de su infancia entre Tumeremo, Caracas, Estados Unidos y Europa. Hablaba fluidamente inglés y es de ese tipo de personas que hacen amistad con sólo decir “hola”, lo que hacía que con semejante carisma tuviera una buena cantidad de amigos por todo el orbe, por ello no era de extrañar que le sonara el teléfono y saludara a un amigo en Madrid, o comenzara a hablar en perfecto inglés y entablar una conversación con algún amigo en Houston o Londres.

Ese día, en pleno compartir, recibió una de esas llamadas, pero está vez llevaba la rigurosidad de una llamada que por su tono de voz, su lenguaje corporal y su comportamiento debía ser indefectiblemente UNA EMERGENCIA.

Y así lo era, escuché varias veces el YES MAN, I SUPPORT YOU, o lo que en español se traduciría como un: “SÍ HOMBRE, TE APOYO”, esas palabras más su rictus facial, suponían lo ya evidente, alguien necesitaba de su ayuda y era URGENTE.

Al colgar la llamada me hizo señas para apartarme del grupo de amigos y me dijo:”Hermano necesito tu ayuda y es urgente”, “por su puesto dime en qué puedo ayudarte” le respondí.

Me explicó que entre sus múltiples ocupaciones le vendía suministros y le brindaba logística de seguridad a una cadena de posadas VIP en todo el estado y el amigo que le llamó era (por decirlo de alguna manera) un agente de seguridad personal internacional.

Me comentó que lo había conocido cuando vivió en Houston y que su amigo siempre venía al país como agente de alta seguridad personal de algunas celebridades o personalidades de estado que escogían a Venezuela como destino de sus vacaciones, como era el caso por el cual lo llamaba.

Le comentó que mientras estaba en medio de la prestación de uno de sus servicios de seguridad, el cual dispensaba a unos familiares de un Senador del Congreso de los Estados Unidos asiduos a la pesca deportiva de Pavón en Lago Guri, uno de sus ellos se le había extraviado un dispositivo de almacenamiento digital (disco duro) en una posada en la Gran Sabana, pero que este dispositivo tenía un rastreador digital y por las coordenadas de búsqueda le señalaban su lugar de ubicación: el Pueblo del Frío.

El Frío es un pequeño caserío ubicado en la zona norte de Tumeremo y como su nombre lo indica la topografía del lugar se corresponde con una localidad con clima de montaña y le debe su nombre precisamente a dicho clima.

La ayuda que necesitaba de mí, era la de coordinar una búsqueda discreta con alguien de confianza, sin que ese asunto se filtrara y que no generara alguna situación de inseguridad personal para el dueño del material extraviado.

Dada la delicadeza del asunto decidí llamar a un amigo teniente de la Guardia Nacional, especializado en inteligencia policial y al que siempre acudía cuando necesitaba realizar alguna investigación reservada.

A los pocos minutos de mi llamada el teniente llegó al lugar los presenté y le expliqué lo que requeríamos, al cabo de una hora llegó también al lugar nuestro amigo el “gringo incógnito”.

Un hombre de un metro noventa de estatura aproximadamente, de contextura atlética, de tez blanca, vestía la típica indumentaria de las películas gringas de expedición, sobrero de campaña, botas, bermudas y chaleco de expedicionario.

Luego de su saludo fue directo al grano con su “SPANGLISH”. Requería recuperar un disco duro con información sensible, su propietario: el hijo de un Senador de los EE.UU que se encontraba haciendo “turismo de aventura”. Una sola cosa nos pidió: “mucha discreción” pues su protegido era capaz de crear un escándalo internacional.

Coordinamos con el teniente y nos fuimos en un solo vehículo, para no levantar sospechas, al llegar al lugar nos percatamos de algo que sería un desafío para nuestra discreción, justo ese día se estaban llevando a cabo en el gélido pueblito las afamadas “FERIAS DEL FRÍO”.

Todo el pueblo se encontraba literalmente en la calle, era una fiesta colectiva, estruendosa y con sus excesos, aunado a que el paso vehicular se encontraba restringido.

De inmediato el teniente se bajó junto con nuestro amigo el gringo a quien llamaremos “Barry”. Nos quedamos en el vehículo mi amigo, el conductor (otro gringo) y yo. Pasaron cerca de 30 minutos y aún no teníamos noticias de nuestros “Cazadores del Arca Pérdida” por lo que mi amigo me dice:”Bueno hermano pero nos vamos a enratonar y estamos en una fiesta y que se hace en las fiestas, pues beber”, por ello nos bajamos luego de que mi amigo le dijera al gringo conductor “let’s go for some beers”… Oh Yeahhh, fue la explosiva respuesta de nuestro conductor.


Nos acercamos al centro del pueblo y fuimos hasta una “tagüarita” desde donde salían los animados residentes con sus respectivas espumosas frías. Al salir del lugar nos topamos con el teniente y barry para decirnos que el GPS o bien enloqueció o había cobrado vida propia, pues las coordenadas cambiaban de lugar como si el dispositivo corriera con piernas propias.

Por la experiencia previa que yo había ya ganado desde mi llegada al lejano municipio del sur pude decirles con certeza bíblica:”Ese dispositivo lo tiene alguien que anda en una moto” ya que eran los únicos infernales vehículos a los que se les permitía el paso.

El teniente llamó por radio a uno de los guardias que custodiaban la feria y le pidió que trajera una de las motos oficiales, al llegar el teniente se subió de piloto y le pidió a Barry se subiera de copiloto. Juntos salieron GPS en mano en búsqueda del enigmático objeto.

Luego de una hora y como seis cervezas más, los logramos ver en la distancia que venían custodiando a un adolescente a bordo de una moto. Caminamos hasta allá y al llegar escuché a Barry preguntar: “Donde lo tuviste” y señalando un objeto en su mano derecha parecido a un Discman, (aparato electrónico de la época donde se reproducían Discos Compactos) supimos de inmediato que habían hallado el objeto y su detentador.


El joven asustado y confundido al ver a al teniente junto a alguien que vestía y hablaba como personaje de películas de acción, solo atinó decir que el objeto se lo había dado un tío.

Hicimos que nos llevara hasta su casa, al llegar a ella nos recibió una señora mayor, quien al ver al joven acompañado de varios oficiales de la guardia junto a todos nosotros, de inmediato se horrorizó y nos pidió que le explicáramos a qué se debía semejante visita.

El teniente le explicó detalladamente sobre el asunto y ella procedió a revelar que el objeto lo había traído a casa su hijo mayor, pero que se lo había regalado al sobrino por no saber que clase de objeto era, pero que justo ese día se había ido a las minas sin fecha cierta de retorno.

El teniente le pidió los datos personales del hijo y Barry al ver lo que hacía le dijo: “Oficer no cargos”, al observar esto mi amigo lo interpretó y le dijo al teniente traduciendo lo que quiso expresar Barry:”Que él no quiere levantar cargos, solo quiere recuperar el objeto”.

En ese momento intervine yo y le expliqué que lo que había ocurrido por pequeño que fuere era igualmente un delito y era obligación del teniente y mía procesarlo como tal.

Hecha la traducción por mi amigo, Barry me llamó aparte hacia una de las áreas del patio de entrada de la vivienda y desarmando el objeto lo mostró por dentro, sacando un receptáculo color negro y con un pequeño armazón de metal y me dijo en su precario español literalmente lo siguiente: “Amigou prosecutor, yo ne sé que puede hay aquí, fotos personal de cliente o fórmula de arma, pero ne queremos averiguarlou, puede la ley aiudarnos”.

Entendí perfectamente lo que quiso decir y yo tampoco iba a arriesgarme de crear una situación que pudiera acarrear incluso un posible conflicto internacional.

Una vez aclarado el asunto le pregunté: ¿Hay formas de averiguar si se accedió al contenido o si fue de alguna manera alterado? Me respondió: “my job is just recover”: Mi trabajo solo es recuperar”.

Luego de tener el objeto en resguardo nos regresamos de inmediato todos a Tumeremo, en el camino Barry se mostró más conversador, nos contó de su experiencia militar, había estado en la Guerra del Golfo y más recientemente en Afganistán, hasta que salió de baja y comenzó a trabajar en esa agencia de seguridad personal internacional. Nos agradeció por la eficiente ayuda, intercambiamos números telefónicos.

Al llegar a nuestro destino mi amigo me informó que uno de los helicópteros de la agencia de seguridad internacional con la que trabajaba Barry había aterrizado en una de sus propiedades.

Cuando llegamos al lugar el cliente de Barry venía en él, se reunieron en privado y al terminar la reunión se dirigieron a mí y con un apretón de manos nos agradecieron por haberlos ayudado sin ningún tipo de incidencias y sin consecuencias.

Se despidieron con mucha efusividad y vimos despegar el helicóptero ocupado por Barry junto su cliente.

Al cabo de un año, otro amigo cercano me invitó a qué participara como jurado en la elección de la reina de la afamadas “Ferias del Frío”, apenas me mencionó el nombre mi mente me llevó a aquel episodio. Sin duda acepté.

Aquella noche la casualidad iba a ser la consorte del azar, el enigmático Barry hacia entrada al pueblo con mi buen amigo y el teniente, había llegado al país por razones laborales y decidió visitar a los amigos, ese día Barry un navy seal formado en la Armada de los EE.UU y con experiencia en dos de los más connotados conflictos armados de los últimos tiempos y luego de varias:”Cold Beers” terminó siendo junto conmigo jurado de la elección de la Reina Del Frío”. Sin duda ganó la más hermosa.


Esa noche Barry entre una Cerveza y otra me reveló en secreto que había descubierto cual era el contenido de aquel aparato, y al ver mi reacción de asombro ante semejante revelación me dijo al oído: “Amigou Gracias a la “Operación El Frío” aún no estamos ni muertos ni fríos”… fundiendo el secreto en un sólido abrazo de leal amistad.

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