Relatos de la Justicia: Injusta venganza

El inspector Ferreira llevaba buena parte de su trayectoria dentro de la institución preparándose como miembro del Equipo Táctico. Varias de las operaciones más recientes estuvieron a su cargo y resultaron impecables en su ejecución.

Pero no todo es perfecto, el error siempre tiene oportunidad.

Un lunes en la mañana convocaron a todos los funcionarios a primera hora para una reunión con los jefes principales, en ella se establecían los lineamientos por brigadas, a nivel general y los objetivos del mes.

A la salida de esa reunión, al momento en el que se dirigía con varios compañeros hacia el estacionamiento, uno de sus muchachos con el ojo experto de quien sabe su oficio, le advertía la presencia de un vehículo aparcado en el estacionamiento de visitantes, el cual según su experiencia presentaba irregularidades de orden legal que le forzó a realizar una revisión exhaustiva hasta dar con el propietario.

Al cabo de unos minutos dieron con la identidad del propietario, se trataba de un fiscal nacional que hacía su primera visita al estado y a la sede policial.

Era la persona que se encargaría de esa nueva dependencia Fiscal que se instalaba como la primera Fiscalía Nacional con sede en el estado.

Al abordar al desprevenido fiscal se le impuso de la situación; su vehículo de origen importado fue advertido por el experto como un vehículo con presuntas irregularidades, que debían ser verificadas y para ello requerían de su colaboración para las experticias.

La reacción del fiscal no fue la esperada, se negó rotundamente y se tornó agrio en su trato hacia los funcionarios del orden; ello hizo necesario la intervención de los jefes policiales quienes, al ver la actitud asumida por el aludido, no les quedó de otra que proceder conforme el protocolo: retener el vehículo y a su propietario para realizar las averiguaciones y las experticias de rigor.

Llamadas entraban y salían desde destinos locales hasta nacionales y de las propias autoridades principales de la capital; el impasse escaló a mayores niveles y en cuestión de horas tuvo que ser necesaria la intervención de los propios jerarcas principales de cada institución.

La decisión fue unánime: el vehículo quedaría retenido y el Fiscal quedaría en libertad, pero bajo investigación.

Ferreira llevaba un buen tiempo colaborando con la Brigada Contra Extorsión y Secuestros, por esos días se encontraban investigando el posible secuestro de un pariente cercano de un empresario propietario de una famosa cadena de tiendas por departamento en el país.

Su informante formaba parte del esquema del secuestro y, a cambio de lograr algunos beneficios legales, les delató ciertas informaciones de importancia que llevaron a los funcionarios a ejecutar un plan para evitar el secuestro y a su vez detener a la mayor cantidad miembros de la banda de secuestradores que llevaban buen tiempo operando en toda el área que involucraban tres estados.

Advertida la víctima sobre los peligros que corría y activado el operativo de resguardo y protección, se ejecutó el plan tal como se había diseñado.

El equipo de choque liderado por Ferreira dio el golpe logrando detener a cinco miembros de la banda y abatir a cuatro de ellos, dos de los cuales eran policías activos.

Pero el plan distinto a los anteriores operativos ejecutados por Ferreira no fue perfecto; sin duda sí una operación exitosa por evitar el secuestro en proceso y lograr a su vez la desarticulación de la peligrosa banda, pero dejó marcada la memoria colectiva el enfrentamiento que por casi una hora se libró en una zona vecinal, en el que Ferreira resultó gravemente herido.

Todo iba bien en mi día cuando recibí la llamada de Ferreira, habíamos estrechado fuertes vínculos de amistad durante mi desempeño como fiscal, era este caso que asumía uno de mis primeros luego de volver al libre ejercicio profesional.

En la llamada Ferreira me hizo saber que meses después de aquella operación en la que lograron frustrar el secuestro, desarticular la banda y resultar gravemente herido, eran citados para ser imputados por un Fiscal Nacional por estar todos los funcionarios actuantes en ese operativo, según él, incursos en los delitos de Homicidio Calificado por alevosía en perjuicio de los cuatro secuestradores abatidos.

Y aunque parezca chiste, sucedió exactamente como les narro. Adivinan bien si piensan que este fiscal con la brillante idea de enjuiciar a todo un equipo comando por lograr abatir a cuatro peligrosos antisociales, fue el mismo del episodio del vehículo retenido.

Desde ese mismo instante este caso se perfiló como una vulgar venganza.

Mi recomendación fue que de inmediato se le recusara y se le apartara de esa causa de investigación, pues era más que obvio que no tendría este funcionario la capacidad objetiva ni la imparcialidad necesaria para llevar una investigación contra quienes tiempo atrás había tenido aquel impasse.

Sin embargo, no aceptaron mi recomendación, pues si aquel nefasto personaje quería pelear, pelearían y ¿cómo hacerle convencer de lo contrario a un grupo comando completo?

Durante la investigación se cometieron los más insospechados abusos contra mis representados, pero dimos la pelea en lo judicial, logrando revertir con diversas estrategias jurídicas la tesis del «imparcial» funcionario que sostenía que todo el grupo comando a orden de Ferreira cometió homicidio calificado con alevosía, contra los cuatro abatidos en aquel secuestro frustrado.

El levantamiento planimétrico y la reconstrucción de los hechos daban parte de que era imposible sostener alguna posibilidad de que los comandos hubieren actuado con alevosía, sencillamente porque estos actuaron en resguardo de la vida de las personas y de los bienes, tal como lo exige su función de resguardo a la ciudadanía y para lo cual son dotados y preparados por el Estado venezolano.

Al no conseguir formas de cómo llevar su plan de venganza, el «imparcial» fiscal ordenó un nuevo levantamiento planimétrico con un cuerpo de investigación distinto al que ya había realizado el primero y aunque la conclusión de este nuevo levantamiento, con algunas pequeñas diferencias, era muy parecida a la obtenida ya anteriormente, el vengativo funcionario decidió continuar con su plan maquiavélico.

Y así fue como meses después en una audiencia de imputación ante el Tribunal de Control fueron privados de su libertad nueve miembros del grupo élite comando que estuvo a cargo Ferreira, con el que evitaron el delatado secuestro, logrando con esta infame decisión dejar al desamparo a toda la colectividad al ver tras las rejas a un grupo de abnegados funcionarios relegados a prisión.

Pero la saña y la sed de venganza no terminó allí. Logré en su momento develar todo un entramado de irregularidades y un complot entre este funcionario y el juez de la causa: desde una jurisprudencia “inventada” por el magistrado para justificar su decisión de privar de libertad a los funcionarios policiales, hasta una íntima comunicación entre este y el maquiavélico fiscal en la que hasta se compartieron extractos de lo que sería el fundamento de la sentencia.

Fue por fortuna escuchado el Amparo Constitucional por la Corte de Apelaciones con el que se resolvió la libertad de los valientes funcionarios, dando origen al procedimiento administrativo con el que se produjo la destitución del juez.

Por su parte, el vengativo fiscal fue al tiempo de los hechos destituido de su cargo e imputado por resultar relacionado en una investigación por el homicidio de un empresario.

No obstante, ello no evitó que de manera INJUSTA nueve funcionarios estuvieran cerca de 6 meses privados de su libertad, por simplemente cumplir con su deber de proteger a la ciudadanía, solo por el hecho de pretender un nefasto personaje para la historia judicial del estado y el país, lograr su maquiavélica VENGANZA.

Relatos de la Justicia se basa en las experiencias vividas por el autor durante el desempeño de su carrera en el ámbito judicial. Sus personajes y circunstancias son modificados y adaptados con un poco de ficción para su difusión en el diario PRIMICIA.

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