¿Y si Cambio? Para experimentar paz, enseña paz
Vivimos en un mundo del cual la percepción que tenemos es, que es un mundo de sufrimiento, dolor, envidia, conflictos, comparaciones, competencias desleales, injusticias, violencia, enfermedad y muerte.
Pareciera que ese es el mundo real, donde no hay cabida para la paz, porque la maldad está en todas partes. Donde las personas se aprovechan de otras o son indolentes ante el dolor del prójimo.
Desde una perspectiva como esta es prácticamente imposible experimentar la paz y, mucho menos enseñar lo que es. En un mundo así no se conoce la paz.Indudablemente que, si vivimos desde esa única percepción del mundo, alcanzar la paz no será viable.
Entonces, ¿qué podemos hacer para vivir la paz, experimentarla e impactar en el mundo para lograrla?
Alcanzar la paz desde la violencia
“La Lucha por la paz”, parece un objetivo muy loable y sinceramente, para mí lo es. Sin embargo, en nombre de esa “Lucha” se ha justificado la violencia, la agresividad y el conflicto entre hermanos, entre familias, entre y contra la sociedad.
En nuestro mundo, los políticos para defender “los derechos del pueblo” se insultan entre sí, se descalifican, se engañan, se hacen trampas, se traicionan y muchas veces hasta se hacen daño físico; muchos padres, madres, abuelos, tíos, entrenadores, y/o maestros “en nombre del bien que quieren para sus hijos y/o alumnos”, les maltratan psicológica, física y emocionalmente, lastimando su autoestima y desarrollo humano; muchos activistas y causas humanitarias buscan resolver asuntos de índole humano-social, violando el derecho de los demás, dejando a su paso violencia, dolor, tristeza, impotencia y hasta muertes, sin lograr totalmente lo que esperaban.
Esta es una muestra de que la paz no se logra a través de la violencia, nunca ha dado resultado, ni los está dando ni los dará en el futuro. La razón de que esto sea así es porque se está luchando para cambiar lo que hay afuera, pero no para cambiar lo que hay dentro de cada ser humano. La verdadera paz comienza en el interior.
Sé un verdadero hacedor de paz
Podremos estudiar mucho sobre la paz, podremos querer y anhelar la paz para nosotros y para las causas perdidas, pero no seremos capaces de experimentarla mientras no haya en nosotros una profunda transformación intrapersonal, una elevación de nuestros niveles de conciencia y mientras no ocurran aquellos cambios en nuestro sistema de pensamiento y en nuestra percepción del mundo y de las personas.
Sólo desde allí seremos capaces de impactar, no sólo en nuestra propia vida, sino también en la vida de otros y de esta manera sí que se empiezan a suceder cambios en la sociedad y en los sistemas de justicia, educación, salud, familia, política y económico e impactando positivamente en la paz del mundo.
¡Basta de pelear!
Eso es lo que a gritos pide la humanidad. La paz pide su propio espacio. La paz pide ser reconocida en sí misma y no sobre la base de percepciones erróneas ni de intereses personales del ego.
Creer que se puede despertar al mundo desde lo que creemos que es lo correcto, nos llevará al cansancio, agotamiento y frustración. Lo que podemos hacer es impactar en nosotros mismos.
Sentir la presencia de la divinidad y de la paz en nuestro interior, lo cual sería el fin de la guerra dentro de nosotros y en la humanidad. Hemos creído, falsamente, que tenemos que cambiar muchas cosas, cuando lo único que tenemos que cambiar somos nosotros, sentir la paz en nosotros y recordar que somos una extensión del amor de Dios, es un buen camino para aprender lo que es la paz realmente.
Ser un hacedor de paz comienza por reconocer que todos somos importantes para las demás personas, para el cambio y para la sociedad. Es darnos cuenta de que somos personas, a través de las personas, como en la tradición africana Ubuntu.
Para ser un hacedor de paz, aprendamos a:
1. Comunicarnos con nosotros mismos. Siendo honestos. Reconociendo aquello en lo que hemos fallado, en lo que hemos faltado, en lo que necesitamos y lo urgente que es cambiar.
2. Observémonos en nuestro interior, Observemos nuestros pensamientos. Preguntémonos ¿Qué estamos pensando de nosotros, de las demás personas, de las circunstancias o situaciones que Dios no hubiese pensado? ¿Qué actos de violencia y o agresividad hemos cometido hacia nosotros o hacia otras personas (mental, física o emocionalmente) que Dios no hubiese cometido? Y ¿Qué no hemos hecho ni pensado ni dicho a nosotros mismos o a otros que Dios sí hubiese dicho, hecho o pensado? Esta observación será mágica.
3. Reconocer que el impacto más grande que podemos tener es ir hacia adentro
4. Reconocer y aceptar cada circunstancia como una muestra de lo que necesitamos transformar en nosotros para experimentar paz e impactar a otros.
5. Darnos cuenta de que sólo los cambios fundamentales son duraderos, y que su primer objetivo, y el más importante, es fortalecer y estimular el deseo de cambiar de motivación y de mentalidad, y esto inevitablemente produce un cambio fundamental.
6. Elegir la paz en lugar del conflicto. Al dar este paso estaremos avanzando hacia el centro de nuestro sistema de pensamiento, donde tendrá lugar el cambio fundamental.
7. Confiar y desarrollar una creciente conciencia de que el Espíritu Santo nos guiará en este camino.
Siguiendo estos pasos aprenderemos y enseñaremos lo que es la paz.
Yamilet Pinto
Psicoterapeuta/Life Coach
@yamiletpinto
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