¿Y si cambio?: Cómo vibrar en prosperidad y abundancia en todo momento
Este parece ser el secreto mejor guardado de la historia. Buscamos alcanzar la prosperidad y la abundancia a como dé lugar. Luchamos por ellas. Nos “sacrificamos”, trabajando duro para que no nos falte nada. Además, hacemos talleres para atraer y aumentar la Prosperidad y la Abundancia en nuestra vida, le pedimos al universo o a Dios que nos las conceda, nos aprendemos y repetimos mantras y afirmaciones, oramos y meditamos y aun así el miedo a la carencia permanece en nosotros. Tememos quedarnos sin nada en algún momento. Nos cuesta soltar el miedo y la preocupación en cuanto a nuestras provisiones, incluso pudiéramos contar con ellas, pero nos da miedo que se nos acaben ¿Por qué nos ocurre esto?
La prosperidad y la Abundancia son resultados sistémicos
La concepción de la prosperidad y la abundancia ha sido más relacionada a lo material y al trabajo que a lo sistémico y espiritual. Desde mi experiencia personal y profesional he podido palpar el valor que tiene en la vida entera “Honrar padre y madre”. Este es un hecho al que poco se le ha puesto cuidado, porque se ha considerado más religioso que ley de vida.
No son pocos los casos en los que, ya siendo adultos, profesionales y/o con posibilidades económicas juzgamos a nuestros padres por la forma en la que vivieron su vida. Tanto papá como mamá pasan por nuestro estrado y los sentamos frente a nosotros con la lapidaria frase “No lo quiero hacer como ustedes” y muy intrínsecamente pensamos que papá no debió ser tan “tacaño” en su proveer, que mamá no debió aguantar tanto sufrimiento y humillación; que no debieron ser infieles o mujeriegos, tomadores o maltratadores; que no debieron abandonarnos, castigarnos o rechazarnos y así un sinfín de reclamos que terminan con una promesa personal: no hacerlo igual, por esas formas tan “incorrectas” de actuar.
Este tipo de comportamientos, pensamientos y juicios afecta la prosperidad y la abundancia y potencia la sensación de carencia, aunque es posible que ni siquiera seamos conscientes de ello. No se trata de ser buenos o correctos, se trata de la naturaleza de la vida, de reconocer que nuestra primera y máxima muestra de abundancia y prosperidad la recibimos al nacer: la vida. Ese fue el primer gran regalo que recibimos de nuestros padres y de Dios. Lo que pasa es que ese “detalle” reiteradamente lo olvidamos y no le damos su justo valor. Gracias a ellos y a Dios, estamos en este plano y sin esa posibilidad nada de lo que hemos alcanzado hubiese sido posible.
Es por eso, que la prosperidad y la abundancia pasan por comprender y aceptar nuestras raíces y de aceptar nuestro origen, diciendo sí a toda la historia que nos envuelve. De lo contrario permaneceremos sumergidos en una interminable lucha interna por hacerlo distinto a nuestros padres, rechazando lo que viene de ellos o negándonos a reconocerlos lo cual, inevitablemente nos desenfoca de lo que realmente queremos: paz, tranquilidad, éxito, salud, amor, prosperidad y abundancia.
Abundancia y prosperidad son sinónimos de haber integrado las figuras de papá y mamá en nuestra vida y eso significa:
1. Reconocer y agradecer su primer gran regalo: la vida;
2. Aceptar su historia, la cual termina siendo la misma nuestra, porque lo paradójico de todo esto, es que, al negarnos a repetir su historia, terminamos haciendo exactamente lo mismo, por inconsciente fidelidad y lealtad, igual que lo hicieron ellos con sus padres; y
3. Soltar el papel de jueces implacables de lo que no tenemos ni la más remota idea de por qué sucedió. Pregúntate ¿conozco la historia de papá y mamá? ¿cómo crecieron? ¿Quién los crió y cómo? ¿cuánto amor y atención recibieron? ¿qué aprendieron sobre las relaciones, el dinero, la salud, la familia, el éxito o la prosperidad? ¿Puedo darme cuenta que lo que me dieron fue exactamente todo lo que recibieron, lo único que tenían? Y finalmente pregúntate ¿Quiénes soy yo para juzgar sus actos como correctos o incorrectos? Cada respuesta es una fuente de libertad.
Abriendo las puertas de la abundancia y la prosperidad
La comprensión y aceptación de nuestra historia, es la llave que abre las puertas de la prosperidad y la abundancia en nuestra vida. Integrar a mamá y a papa en nuestro sistema tal como son, sin juzgarlos, agradeciendo y honrando sus vidas, viendo su grandeza pese a todo, es el primer gran paso a una vida plena, sin carencias, abundante y próspera. Nos abrimos a crecer, transformarnos, evolucionar, lograr nuestras metas, salir adelante y desarrollarnos como persona, como profesionales y como familia. Eso es prosperidad.
Y agradecemos el fluir constante de cualquier cosa en nuestra vida. Eso es abundancia.
Abrimos las puertas cuando:
1. Agradecemos. Este es un acto de humildad y rendición frente a nuestros padres. Bajamos la cabeza y les decimos ¡Gracias! La gratitud es una fuerza que impulsa toda riqueza material, emocional profesional y espiritual.
2. Escuchamos. Apropiándonos de sus enseñanzas. Sin importar nuestra edad, los escuchamos y a agradecemos sus consejos, aunque a veces, no los sigamos.
3. Reconocemos su grandeza. Ellos siempre serán los grandes y nosotros, sus hijos, seremos los pequeños. Su sabiduría es infinita. Su recorrido no ha sido en vano y quieren dejarnos su legado para enriquecer nuestra vida.
4. Perdonamos. Al comprender su historia nos damos cuenta que nos dieron lo que tenían. Esta comprensión nos hace libres de resentimientos y nos permite disfrutarlos.
5. Sostenemos. Probablemente su salud no es la misma, sus limitaciones físicas han llegado. Tengamos compasión, paciencia y amor infinito para con ellos y aunque la situación económica es compleja, colaboremos en su manutención y en sus necesidades, nos sólo materiales, también afectivas y emocionales.
6. Admiramos. Este acto es de valientes. Elogiemos su valentía, su grandeza, su fuerza y su voluntad de seguir adelante a pesar de las vicisitudes. “El amor cubre todas las faltas.” (Pr. 10:12).
Sigamos esta ruta y vibraremos en abundancia y prosperidad siempre.
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