Opinión

“Y hablando de niñez y adolescencia: ¡Nosotros!” (1940- 1960)

Eran años de grandes compositores de nuestra gaita, que influyeron con su inspiración las maravillosas composiciones tanto en la letra como en lo musical.
miércoles, 12 enero 2022

Ramón, un domingo por la tarde, disfrutaba de una cerveza bien fría, sentado en un espléndido sofá color marrón claro de su sala, meditaba sobre algunas de sus remembranzas de niñez y juventud, de sus andanzas y travesuras, que compartió con dos de sus grandes amigos, Andrés (un gordito mamador de gallo y despreocupado), 17 años, con padres de clase media.

Su papá, comerciante y su madre de “oficios del hogar”, que vivían en la Limpia, a escasas cuatro cuadras de Ramón. Por cierto, que Andrés siempre rememoraba cómo iniciaron amistad ellos dos. -Qué riñones- señalaba Andrés: – Ramón me robó el juego de pesas para hacer mis ejercicios. Esas pesas las tenía en el garaje de mi casa- Sonreía Andrés: -Y, luego yo después fui a su casa a hacer ejercicios con él, con mis propias pesas. ¿Qué tal?- Afirmaba fría, muy natural y alegremente Andrés. -Sí señor, allí comenzó nuestra gran amistad-

Así mismo, otro amigo que recordaba Ramón era Richard, de origen afroamericano, dicharachero, bailarín y muy cómico en sus gestos. Él era hijo de padre trinitario y de una caraqueña llamada María, que me quería como si fuese su hijo.

Sus escapadas junto a estos dos amigos eran realmente aventuras para la playa del “Bajito”, el sector del “Milagro”, en Maracaibo, eran frecuentes y sin permiso. Era casi que una norma semanal.

También normales eran las “pelas” o “palizas” que recibían de sus preocupadas y angustiadas madres ante el peligro que representaba el bañarse en esas aguas del Lago de Maracaibo, -¡Qué de memorias!, ¡Cuántos recuerdos!- Decía Ramón.

Maracaibo, ciudad cuyo tejido social, sea este familiar, regional y nacional de los últimos años de la década de los 50´ y primeros de década de los 60´, es de fácil descripción.

Ramón, era el mayor de seis retoños. Cinco varones y una hembra. Nació el año 1943. Ya sus padres se habían divorciado. Tenía un perro que quería mucho, su nombre era “Rigel”, se lo habían regalado a su papá.

Siempre le gustaron estos animalitos. Era un perro muy bravo. Andrés y Richard eran los compañeros de siempre de Ramón. Aventuras o episodios, que hacían y en donde a veces participaba José, hermano menor de Ramón, José.

Eran días en que esa juventud que teníamos se prestaba para hacer diabluras, les mencionaré tres de ellas, tales como cuando compré una bicicleta con 50 bolívares que robe a mamá.

Un “esqueleto de bicicleta” que se estaba deshaciendo sola, se frenaba con la suela de las cotizas o zapatos que teníamos o cuando dormía arriba del techo de la casa para evitar las “pelas” que mama nos tenía prometidas por portarnos mal.

Y, algo más atrevido y hasta peligroso: el saltarnos las cercas del club “Alianza” e introducirnos sin pagar a las fiestas, tal como ocurría en los Carnavales. También lo hacíamos en el Estadio de beisbol “Alejandro Borges”.

Pues sí, José, era camarada de aventuras y también de infortunios porque al final lo era también de las “cuerizas” que después recibían religiosamente de sus padres al llegar de nuevo a la casa, colorados y mugrientos y con un olor característico de “asoleados”.

A la larga, para Ramón, José se convirtió en algo así como: “por lo menos la ´pela´ se repartió entre dos”. Así entonces José se quejaba cada vez que ello ocurría: – ¿Te fijáis Ramón? Por eso es por lo que yo no quiero ir más con vos. Siempre salgo castigado y lo peor es que vos mismo me agarráis después que te castigan a vos, pa´ que mamá me pegue entonces a mí. ¡No friegue!. – A lo que Ramón solo reía sarcásticamente. Días después, casi religiosamente, volvían a repetir sus aventuras.

Maracaibo, igual que el resto del país, vivía una época en la cual sí se disfrutaba en las fiestas populares, sin la inseguridad que hoy nos intimida y que los niños y adolescentes no pueden deleitarse en estos primeros años del siglo XXI.

Días, en que la juventud en su adolescencia poco conocía o no le entusiasmaba a quién teníamos, por ejemplo, como presidente del país, y cuál era su nombre y apellido. A decir verdad, la juventud, un alto porcentaje, poco conocía de esas situaciones, y quizás se enteraba era por vía de la familia o a través del canal de televisión del “León”, Radio Caracas Televisión, el “Show de Renny”, “Radio Rochela”, “El Observador Creole”, Henry Stephen, con su “Limón, mi limonero”.

Las “patinatas” en diciembre, acompañadas de la gaita zuliana. Era la época de los años 53 al 60. Para ellos, Andrés, Richard y Ramón fueron las mejores navidades de su vida, festividades llenas de gaitas compartidas con familiares y amigos. Fueron días de navidad que nunca volverán.

Eran años de grandes compositores de nuestra gaita, que influyeron con su inspiración las maravillosas composiciones tanto en la letra como en lo musical. En las noches navideñas, entre muchísimas gaitas hermosas, se oía la del inmortal Ricardo Aguirre González:

“Tierra inmolada, Maracaibo señorial, aun deberás continuar sacrificada. Maracaibo tierra mía idolatrada y olvidada por ser leal. Maracaibo marginada y sin un real . Que más te puede pasar que ya no te haya pasado…”

Ramón en sus recuerdos de ese día, pensaba y reflexionaba – Otro, quizás poco agradable en el alma del pueblo zuliano, fue la caída de un tramo del Puente General Rafael Urdaneta. ¡Qué desgracia!- El puente sobre el Lago de Maracaibo, fue chocado por el super tanquero “Esso Maracaibo” contra dos pilas de su estructura. – ¡Qué terrible!-

Así pues, innecesario sería afirmar sobre esos años, esa época, que Ramón conocía porque “Él estuvo allí”. Eran años esplendorosos. Llenos de un regionalismo cultural cultivado en torno a la gaita zuliana, el pastelito, La Chinita, el Lago, San Benito, Santa Lucía, los pantalones bota ancha, el “afro” como peinado, las “pavitas” y los “pavitos”, sobrenombres puestos a los jóvenes presuntuosamente vestidos que usaban medias gruesas de color blanco y pantalones un poco más arriba de los tobillos.

La música estaba marcada por las canciones de Rock, Lila Morillo, Leo Dan, Leonardo Favio y Los Ángeles Negros. Música pues, ícono de esos años, no solamente en Maracaibo sino también, quizás en el nivel central y otras poblaciones.

En cuanto, al contexto internacional, la década de los años sesenta es sin duda una de las épocas más recordadas del pasado siglo XX. De allí su altísima significación para el mundo y para los adolescentes de esa época en especial.

Los estudiantes seguían reaccionando de manera constante marcando una nueva generación, ya que se amplió aún más la filosofía “hippie” de la década de los 50´s, en la búsqueda de la paz mundial.

La guerra de Vietnam, el racismo, la opresión dentro de la educación, el avance desenfrenado del comunismo y otros factores, marcaron el nacimiento de un sinnúmero de movimientos sociales “contraculturales”, entre ellos, el más importante fue el movimiento “hippie”,

Ramón, Andrés y Richard, eran contemporáneos, muy tremendos, altaneros, y muy callejeros, y hasta faltas de respeto. Andrés, para esos tiempos, a pesar de su poca edad, unos 16 o 17 años, era una especie de guerrillero urbano, realmente de baja intensidad, pero que participaba a nivel estudiantil en situaciones de violencia de enfrentamientos contra los estudiantes de Acción Democrática y Copei, lanzamiento de panfletos y propaganda en contra de la democracia, etc., todo ello influenciado por el guerrillero cubano de moda de esos días: Fidel Castro Ruz. (Años 50´)
-Así pues- decía Ramón, pensando en voz alta: – cómo no acordarme de esos tiempos de mi niñez y adolescencia, los viví entre travesuras, aventuras y correrías de muchacho “tremendo”, todavía recuerdo que cuando era un niño, hice agujeros a la falda nuevecita de terciopelo negro, sin estrenar de mamá, con el propósito fantasioso de tener una máscara de Batman – Una gran sonrisa pícara de Ramón iluminó su cara.

Sin embargo, para todos, los años pasaron y con ellos cambió sus vidas, su forma de pensar y de actuar, para ello, por ejemplo Ramón, tuvo que hacer una gran reflexión, que finalmente lo llevó a ser lo que hoy es: se convirtió en un hombre de bien, casado, con hijos, profesional capaz, razonable, perseverante, trabajador, con la curiosidad necesaria, que pudo saber para qué se vive, que al alterar sus actitudes mentales pudo turbar su vida y aceptarse a sí mismo, por lo que logró cambiar debido a que pudo demostrar que todo se puede aprender y que tan solo basta con estar bien parado sobre sus pies y con el cerebro acoplado con su realidad, que todos hemos cometido errores, reconociéndolos y pensando en corregirlos y seguir hacia adelante para mejorar:

“Camina hacia el sol y las sombras quedarán siempre tras de ti” (Walt Whitman).

Calgary, Canadá Diciembre 2021

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