Vivir sin sobresaltos
En nuestro imaginario, el símbolo de la casa tiene un peso específico llamativo, si lo comparamos con otros igualmente presentes en nuestra vida: la casa es símbolo de las relaciones humanas y la estabilidad, del amor y de la seguridad.
Solemos escuchar y decir: “tener un techo sobre nuestras cabezas”, “hogar, dulce hogar” o “invertir en bloque”… Estas frases reflejan la honda idea que tenemos y nos hacemos de la casa como realidad.
David quiere construir una casa para Dios
El rey David se encuentra relajado en su palacio: ha logrado doblegar a todos sus enemigos, consolidando su mandato sobre Israel, llevando paz al territorio. En medio de la bonanza, David decide construir el templo, hacer un lugar digno donde repose el Arca de la Alianza.
A David no le parece justo que la representación de la presencia de Yahvé no tenga un lugar acorde con su importancia. Y se determina levantar la Casa de Dios. Sin embargo, el Señor le hace saber cuál es su parecer a este propósito, mediante su profeta Natán.
La iniciativa de David se ve premiada doblemente: “a ti, rey pastor, te garantizo que vienen tiempos de paz, y te daré un hijo”. Es decir, en medio de la sobreabundancia de recursos y la magnificencia de las construcciones, David no debe olvidar su origen, para que gobierne con justicia, sin abusos. Además, David verá prolongar su vida a través de la vida del hijo venidero.
La Virgen María es la casa de Dios
El evangelio del domingo próximo trae consigo el mismo mensaje de la primera lectura, pero al revés.
No es el hombre quien tiene la iniciativa de construir una morada para Dios, sino que es el Señor quien decide hacerse un espacio, para vivir en medio nuestro. No es el profeta quien confirma los planes del Rey, sino que es el arcángel Gabriel quien visita a la joven de Nazaret, llevándole un mensaje que le cambiará la vida.
Este mensaje no va dirigido a un poderoso Rey, triunfalista y guerrerista, sino a una mujer hasta ese momento anónima, débil y sencilla, pero graciosa a los ojos de Dios. Finalmente, no se habla de la construcción de un edificio, sino que el cuerpo de María es el Templo de Dios: ella es “Arca de la Alianza”.
Vivir sin sobresaltos
Dios le promete a David una vida sin sobresaltos, y a María le dice: “no tengas miedo”.
En nuestro caso, Venezuela ha entrado en diciembre maltrecha. Y el 2021 no se presenta mejor que el año que estamos por dejar atrás. Es por ello que desde ya pedimos un oído agudo para escuchar las palabras divinas, mientras nos comprometemos a construir un país sin sobresaltos, de relaciones humanas enriquecedoras, de políticas estables, donde reinan el amor y la seguridad.
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