Vienen días malos
La frase que encabeza el artículo de esta semana no está tomada de ningún titular de periódico, sino de la segunda lectura de Pablo a los Efesios, que escucharemos este próximo domingo en todas las iglesias católicas. Se trata de una sabia y paternal amonestación a aprovechar con sensatez el tiempo presente, porque “vienen días malos”.
Últimamente, nosotros comprendemos perfectamente lo de “días malos”, pues llevamos un buen tiempo padeciéndolos; en nuestro caso, para que la frase suponga una novedad debería afirmar que “vienen días peores”.
La sabiduría se da en un ambiente festivo
La sabiduría ha organizado un festín y ha invitado a inexpertos y faltos de juicio para que se sienten a la mesa, donde, además de pan y vino en abundancia, se ofrece ella misma para que las personas ganen en prudencia.
Que el vino no se nos suba a la cabeza
Del mismo modo que se ofrece vino sin medida, Pablo recuerda que no debemos aturdirnos, sino que todo recorrido histórico que hagamos, debe estar signado por la sensatez, es decir, nuestra condición cristiana informa absolutamente todo cuanto nos concierne, determinando el Norte a seguir, siendo coherentes con la decisión de seguir a Jesucristo, al estilo suyo.
El sabio y sensato sabe que una manera bien concreta de celebrar es alabando a Dios, haciéndolo presente en todo momento de su existencia.
Pan que ofrece vida eterna
Todas las lecturas tienen en común el elemento comensal: el banquete ofrecido, la actitud de quien es invitado a festejar y, finalmente, la participación en la vida de Jesús, comiendo de su pan que es su cuerpo. Comulgar con el Señor nos aporta vida a nuestras vidas, la llena de sentido, abriendo la historia presente a realidades trascendentes, superadoras, humanizadoras.
La invitación a la comunión debe hacerse a todas las personas, poniendo únicamente dos condiciones para participar en ella “como Dios manda”. La primera condición para comulgar es haber hecho la Primera Comunión, cuya preparación nos da la consciencia e importancia suficientes del gesto realizado cada vez que tomamos el Cuerpo de Cristo. La segunda condición es querer llevar a Dios por dentro, haciéndolo partícipe de nuestra propia historia, con sus penas y glorias.
Es llamativo que la sabiduría no invite a su banquete a expertos y juiciosos. De igual modo, los sacerdotes deberíamos disponernos más a acoger a todos aquellos que deseen comulgar; las vicisitudes morales y las “cuentas por pagar”, es mejor que las arreglen directamente con Dios Padre Misericordioso.
María, asunta al cielo
El domingo coincide con la festividad de la Asunción al cielo de la gloriosa Virgen María. Esta celebración nos recuerda que es posible pertenecerle por completo a Dios, a ejemplo de Nuestra Señora. La asunción de la Virgen nos dice que la muerte no es nuestra dueña, sino la vida que Dios nos alcanzó en nuestro Hermano Jesús.
Días malos
Vienen días malos para los venezolanos: una reconversión que en nada atañe a la hiperinflación que padecemos, unos diálogos que miran a activar procesos electorales, mientras la mayoría de nosotros nos hallamos crucificados por una situación insostenible en el tiempo, y “quien más tenga, más le ponga”.
En estos días malos, y los días peores por venir, es necesarísimo sentarse en la mesa de la sabiduría, para llenarnos de experiencia y buen juicio, sin embotar nuestros sentidos, que son las ventanas que nos conectan con la realidad, comiendo el Cuerpo de Cristo, pan de vida eterna para nosotros peregrinos. Nada de esto son frases hechas. Contamos con al menos un ejemplo palpable que nos dice que sí es posible enfrentar el descalabro con sabiduría: María de Nazaret, Madre y Discípula, quien desde los cielos participa de la vida ofrecida por su Hijo, e intercede por todos nosotros, colocándonos a su lado.
Ten la información al instante en tu celular. Únete al grupo de Diario Primicia en WhatsApp a través del siguiente link: https://chat.whatsapp.com/CkjSln5sfMt6c1gRE4hBhD
También estamos en Telegram como @DiarioPrimicia, únete aquí:https://t.me/diarioprimicia