Un derroche
Aclaro de entrada que el título del artículo no está relacionado con algún aspecto de nuestra realidad. Lo tomé de la segunda lectura del próximo domingo, que leeremos en nuestras iglesias.
Se puede cambiar la palabra por “un tesoro” de gracia, sabiduría y prudencia que Jesús ha derramado en favor nuestro. Derrochar supone no escatimar o reservarse nada, sino que se da todo sin que medien demasiadas razones.
Los llamó y envió de dos en dos
La predicación del Reino de Dios y los hechos que la acompañan, no se hace en solitario. De ello nos da ejemplo Jesús, quien, una vez iniciada su misión, se da a la tarea de reunir a un grupo de seguidores, confiriéndole la misma autoridad que Él posee, para que lleve a cabo su mandato de manera eficiente.
Todo comienza con la escogencia de los discípulos, para que estén unidos íntimamente a Jesús de Nazaret, de modo que de este conocimiento profundo nazca la “doctrina” que proclamarán posteriormente. A la llamada sigue el envío de parte del Señor, porque los Apóstoles no se predican a sí mismos, sino a Jesús.
Así como sucede hoy día, es decir, para que todo testimonio se dé por cierto, es necesario de testigos, de igual modo en tiempos de Jesús son necesarios dos testigos o más para que su palabra resulte creíble. Jesús envía a los suyos en pareja para que el fruto recogido sea autenticado por al menos dos discípulos.
Confiados en Dios
El trabajo encomendado se hace en unas condiciones determinadas. Se va a misionar “ligeros de equipaje”, sin lastres ni sobrepesos, sin plomo bajo el ala ni accesorios innecesarios.
Siendo éstas las recomendaciones de Jesús, resulta claro que la mochila debe incluir a la Providencia Divina, que nos asiste en todo momento, velando amorosamente sobre nosotros y proveyéndonos de lo que realmente estamos necesitados.
Para ello, debemos depositar absolutamente toda nuestra confianza en Jesús y en Dios Padre, para acrecentar nuestra fe con el pasar del tiempo. En lugar de sentirnos atemorizados al vernos “a la intemperie”, debemos ganar en seguridad, porque la ligereza nos confiere agilidad, nos reconocemos prontos y diligentes, en forma.
Aprovechando apoyos y aliados
Generalmente, todo comienzo parte de cero. Por lo que respecta al Reino de Dios no es así. Cuando Jesús manda a los suyos, existe ya un terreno abonado por todos aquellos enviados previamente. Estos mensajeros que antecedieron a Jesús de Nazaret son los profetas.
Israel espera una Buena y Nueva Noticia. El Señor trae consigo la Buena Nueva; de allí que las personas vean colmadas todas sus expectativas, y se dispongan generosamente a recibir a Dios que las visita en la persona de su Hijo, nuestro Hermano Jesús.
Los discípulos “pisan sobre seguro” al ir a predicar. Ahora bien, deben estar igualmente preparados para ser rechazados, como ocurre con Jesucristo.
Freno al mal
De igual manera que sucede con Jesús, los discípulos vencen al mal a fuerza de bien: expulsan demonios y curan enfermos; hacen el bien a los demás. Para esto recibieron el poder de parte de Jesús, para servir.
La misión encomendada a Jesús por Dios llega a más lugares y personas. La misión encomendada por Jesús a sus discípulos llega hasta nosotros. Ha llegado el momento de que aportemos nuestro granito de arena en este hermoso y trascendental trabajo.
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