Opinión

¡Tuve un sueño!

"Los gobiernos nacionales, estadales y municipales, estarán todos obligados a consultar decisiones de trascendencia, con una comisión tripartita....".
jueves, 25 febrero 2021

Martín Luther King, poco antes de morir, pronunció un discurso: “I had a dream” (yo tuve un sueño); fue uno de los más apoteósicos y trascendentes de su vida y de la de los estadounidenses.

Yo también lo tuve, (permítanme el plagio), y seguro estoy, que la gran mayoría de ustedes, compatriotas venezolanos, igualmente, lo tuvieron.

Soñé que la oposición toda, se había unido; que desistían de sus ambiciones personales y partidistas; que preferían comprometerse a conciencia, para construir la tan deseada “unión” y con ella, la tan anhelada nueva República.

Entendí que sus primeros esfuerzos estaban dirigidos a la elaboración de un nuevo contrato social, corto, inteligente y preñado de principios y valores, de esos que tanto nos hacen falta. Soñé que se elaboraba un organigrama con la intención de ordenar la energía y canalizar los esfuerzos colectivos, sabía y eficientemente, ingeniosa y racionalmente.

Estaba estructurado con una dirección o coordinación nacional, una estadal, una municipal, una parroquial y con Centros de Acción Política (CAP) a nivel local (urbanizaciones, caseríos, etc.).

Soñé que cada uno de los diputados (2015), se dedicaban, en sus correspondientes estados, a organizar los cuadros de dirección estadales, municipales y locales; a la planificación de actividades políticas (conferencias, clases, seminarios, reuniones, asambleas, charlas, visitas puerta a puerta, etc.); a la promoción de ideas, a la catequización o convencimiento de que una República con justicia y libertad es tan importante como respirar el aire, y al “asalto ideológico” general.

De hecho, estos serían los objetivos de cada dirección a cualquier nivel, pero en particular, de los Centros de Acción Política (CAP).

Convencer a cada uno de los familiares, vecinos, compañeros y amigos, en sus correspondientes localidades, de las bondades del nuevo contrato social, es tarea fundamental; y este curso de acciones, soñaba, se mantenía en el tiempo. Nunca más, este tipo de actividad debería cesar.

Venezuela, recordaba en mi sueño, se convertía en una República con estados autónomos, con Poder Ejecutivo, Legislativo, Judicial y su propio sistema de recaudación de impuestos.

Sentía que había absoluta y verdadera separación de los poderes, que los jueces eran elegidos por concurso, a nivel municipal y de ahí en adelante, promovidos por méritos, sin intervención política alguna, hasta llegar a la mismísima Corte Suprema de Justicia.

Lo propio ocurría con todos los empleados de la Administración Pública, incluidos los directores de despachos. Los únicos que podrían ser objeto de libre remoción, serían los viceministros y ministros. Los elegidos por vía del voto, durarían cinco años en funciones y no se permitirá su reelección. No podían votar los analfabetas, ni tampoco los empleados públicos.

Los gobiernos nacionales, estadales y municipales, estaban todos obligados a consultar decisiones de trascendencia, por ante una comisión tripartita integrada por un representante de Fedecámaras, uno de la Federación o Confederación de Sindicatos y un miembro del Ejecutivo respectivo.

También soñé que los militares eran unidades muy especializadas y circunscritas a sus cuarteles. Eran: Aviación, Marina y un Ejercito profesional. La mayoría de los cuarteles estaban emplazados en zonas cercanas a las fronteras; la Armada y la Aviación, en zonas estratégicas.

Soñé que el pueblo tenía derecho a mantener armas para su defensa personal y hasta para hacer valer algunos otros derechos. También soñé que los comandantes de policías eran seleccionados por comisiones legislativas correspondiente al Estado o ciudad respectiva, por ese mismo período de cinco años.

Tuve un sueño en el que los medios de producción y comercio eran potestad exclusiva del sector privado; que el sector público debía tener siempre presente al pueblo, como su empleador; que la tierra no es del Estado y por tanto debe pertenecer a algún privado, con las limitaciones que establecía la ley.

De igual forma, también soñaba que cada unidad política, llámese nacional, estadal o municipal, debía procurarse sus propios recursos financieros, mediante la correspondiente recaudación de impuestos; una fracción de la educación y salud, eran subsidiadas, sólo a través del ciudadano.

Es decir que el alumno o el paciente, eran quienes escogieran la institución a la cual asistirían y pagarían con “fichas o bonos” que les proporcionaría el Estado respectivo. Mis sueños son extensos, como estoy seguro, son o han sido también los vuestros.

El contrato social donde se establecen estos y otros términos, era el documento que guiaba la acción política del Estado y también, la de los dirigentes sociales; estos últimos son quienes pactaban compromisos con los ciudadanos, a objeto de establecer una fuerza electoral unida que nos habría permitido derrotar a los enemigos de la democracia, de la justicia y la libertad.

Si este sueño se hubiere hecho realidad, no estaríamos emigrando por el mundo, sufriendo un destierro atroz; si esta forma, o la que se hubiese acordado para conducir una sociedad, se hubiese adoptado, no nos habrían podido timar en elección alguna.

Si las organizaciones políticas hubiesen antepuesto los intereses nacionales a los de los partidos, habríamos tenido desde hace mucho tiempo, un país bien educado, moderno, floreciente y desarrollado.

Si los mal llamados líderes actuales, se hubiesen desprendido de sus ambiciones personales, ningún pueblo de Venezuela tendría zamuros en sus calles, ni habrían barriadas de ranchos, ni delincuencia, ni pobreza, ni tanta desigualdad y mucho menos, compatriotas iletrados.

Nuestras ciudades y pueblos serían de acuarela, bien planificados, con urbanismo y viviendas de última generación, hospitales pareciéndose más a clínicas modernas; escuelas funcionando como centros integrales de educación y formación avanzada y a tiempo completo; nuestra pésimas carreteras, habrían devenido en modernas autopistas y los ríos, canalizados y navegables, estarían atravesados por vistosos y modernos puentes; jamás habríamos realizado colas para obtener gasolina o cualquier otro bien.

En nuestras aulas y fábricas, estaríamos hablando de robótica, conquista del espacio, autos eléctricos, compras electrónicas y deliveries con drones.

Si nuestros políticos hubiesen antepuesto los intereses del pueblo a los propios, hoy tendríamos una escuela en cada esquina, una sociedad con muchas menos desigualdades, una gran esperanza en nuestras mentes y un cúmulo de felicidad en los corazones.

Esta es la sociedad que nos merecemos, pero sólo si nuestros dirigentes fuesen capaces de anteponer el bienestar colectivo a los miopes y míseras ambiciones personales.

Hagamos un esfuerzo y convirtamos ese sueño, en realidad.

Nota 1: Invito a todos mis lectores para que lean la propuesta de la Alianza Nacional Constituyente Originaria, ANCO, publicada en su página web, para la creación de un nuevo país.

El Sr. Enrique Colmenares Finol y otro grupo de honorables y destacados venezolanos, hacen una propuesta seria, inteligente, pragmática, con fundamentos legales, para la reconversión de esta, en una futura y brillante Venezuela. Nota 2. Esa comisión tripartita estará conformada por una Fedecámaras y una CTV o Federación Sindical, que demuestren ser democráticas (realicen elecciones transparentes, periódicas y libres) y que rellenen sus alforjas con virtuosos Principios Morales y sólidos valores éticos.

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